Hay que reconocer el riesgo del cine francés a la hora de abordar temas tan rasposos como el que plantea 'Madeleine Collins'. Se centra en la doble vida de una mujer que mantiene relaciones íntimas con dos hombres, su marido en Francia y su amante en Suiza. Peliagudo asunto, resuelto como si de un mecanismo de relojería se tratara, capaz de exigir a su protagonista, la consumada actriz Virginie Efira, un considerable esfuerzo interpretativo. Sin embargo, no termina de resultar convincente una trama muy forzada, falsamente sofisticada, hasta el punto de que, tanto su ética como su estética, resultan tan inhábiles como un pingüino en tierra firme.
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El espectador sigue la intriga con la sensación de que podía haber funcionado mejor. Y, sobre todo, crear inquietud, que es de lo que se trataba. 'Madeleine Collins' se convierte así en un título desconectado de cualquier atisbo de suspense y chispa, conforme observamos a distancia las andanzas de esta mujer dividida. Su periplo vital se desarrolla en ciudades distintas, donde conversa con gente ajena sobre cosas que le son ajenas. En sus relaciones encuentra la fuerza, la debilidad y el dolor, los tres elementos. El cuarto no tiene nombre. Así pues, el amor -y ella lo sabe muy bien- es venero. Cuando supera esa etapa frenética, de pronto, los tulipanes se convierten en lágrimas.
Madeleine Collins
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Francia. 2021. 106 m. (7). 'Thriller'.
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Director: Antoine Barraud.
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Intérpretes: Virginie Efira, Bruno Salomone, Quim Gutiérrez.
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