Crítica de '30 días' (2020): Policías sin esposas

La comedia francesa actual no atraviesa el mejor momendo que digamos, algo fácil de comprobar viendo '30 días': típica y tópica parodia gala, calcada de otras muchas de sus congéneres. Está protagonizada por un metepatas policía parisino, cabeza visible de un pasota grupo de agentes, que intenta cambiar cuando le diagnostican un mes de vida. Su máximo responsable, el actor y director Tarek Boudali, nos enjareta sin el menor rubor un título comercialoide, que sigue la línea de '¡Cásate conmigo! Por favor' (2017), por lo que tiene de cine paródico para daltónicos, donde los fotogramas parecen pegados entre sí con líquido de embalsamar.

De la premisa argumental se podía haber extraído una acción trepidante y simpática, por desgracia, Tarek Boudali lo echa todo a perder a la hora de dosificar los 'gags', resueltos de forma atropellada, de ahí la brevedad de la cinta. La mayor parte de las veces se conforma con los absurdos giros de guión, más propios de un telefilme de media tarde, proclive a las siestas más placenteras. Para más 'inri', un humor a la brocha gorda campa por sus respetos, en el que hay que incluir a la olvidable tropa de secundarios, siempre al borde de la caricatura. '30 días' se convierte así en un 'patchwork' de geografías ajenas, por las que resulta aburrido navegar. Ni con el mejor GPS.

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