Crítica de 'La casa Gucci' (2021): Cuerpo a cuerpo

Tras 'El último duelo' el veterano e hiperactivo director Ridley Scott describe en 'La casa Gucci' tres décadas del célebre emporio italiano de la moda, rodeado esta vez por un rutilante plantel estelar, en el que brilla con luz propia Lady Gaga, en el papel de la 'donna cattiva' Patrizia Reggiani. Se trata de una dinastía de creadores de lujosos negocios, tanto para el hombre como para la mujer, pero cuyas vidas privadas son negras como la noche, en las que hay de todo: desde sórdidos asesinatos, hasta vengativos enfrentamientos, cuerpo a cuerpo, relacionados con sus espectaculares colecciones de moda 'prêt-à-porter', bolsos, zapatos y toda clase de accesorios.

Estamos ante una familia florentina de enorme influencia en cuanto a la moda se refiere, pero con actitudes personales impredecibles. Unas criaturas anhelantes, procedentes de las profundidades, con su vocación de locura, soberbia y fuego, agitándose sobre el abismo, retratadas aquí con abundante mala leche. Una prole dispuesta a adorar estilizados cuerpos revestidos de belleza, marcados por la embriaguez de su talento y de su codicia. De forma parecida a como la angustia detiene su curso o el halcón interrumpe su vuelo. Son personas cuya avaricia, al menos en la película de Ridley Scott, vestidas de nombres vanos, convierten en compra y venta la misma vida.

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