Crítica de: 'Un amigo extraordinario' (2019): El mito y yo

Sin homólogos en España, encontrar referentes a la altura del personaje que interpreta Tom Hanks, en el tercer largometraje de Marielle Heller, es prácticamente imposible. Para la generación de espectadores que crecimos en los años 80 puede que la figura de Rosa León sea asimilable a la de Mister Rogers, aunque su huella como icono cultural no puede compararse con la que dejó impresa un hombre que, desde el pequeño patio de juegos de su longevo programa de televisión, educó en temas como la muerte, la soledad y el racismo a millones de niños.

Partiendo de un perfil biográfico de Tom Junod para la revista 'Esquire', Heller reconstruye la historia de una amistad entre opuestos: un periodista cínico y atormentado por los traumas familiares y la viva personificación de la bondad y la amabilidad infinitas. Imitando a Rogers, Heller se dirige a los espectadores de tú a tú, creando así el clima de intimidad necesario para que ambos profundicen en una relación en la que intercambian confidencias y termina desvelándose el aura de santidad que envuelve al mito. Las armas de Rogers no eran otras que el fomento sano de la autoestima, la escucha atenta y la empatía, tres ingredientes esenciales con los que Heller prepara un bálsamo humanista imprescindible para sobrevivir en estos tiempos oscuros.