Crítica de 'Ane' (2020): La chica desconocida

En un presente obsesionado con el relato y la denuncia de las poses equidistantes llama la atención que David Pérez Sañudo haya huido de los discursos maximalistas para estrenarse con una historia que aborda temas de una gran complejidad sin ponerse nunca de perfil. Con los últimos coletazos de ETA como telón de fondo, y en un escenario en el que la violencia contaminó las movilizaciones de los colectivos anti TAV, Pérez Sañudo pega su cámara al rostro en primer plano de una madre que busca desesperadamente a su hija. Su angustia es universal (como la de Sissy Spacek y Jack Lemmon en 'Missing', de Costa-Gavras), aunque el trasfondo político matiza el retrato fragmentado de esa chica ausente que una espléndida Patricia López Arnaiz va recomponiendo a medida que une los puntos del dibujo. Pero no todo es contexto, aun cuando existe el peligro de que el ruido sesgue algunas lecturas, porque en 'Ane' se aprecia el esmero con el que el director y su guionista, Marina Garcés, han abordado el problema de la incomunicación en el seno de una relación materno-filial. Una eficaz puesta en escena, siempre a la altura de los personajes y sin pretenderse principio y final de la película, enmarca este debut que encuentra su fortaleza en la indefinición porque navega entre el drama de una madre coraje y la vehemencia del thriller político.