«Yo soy la más 'chica Almodóvar' de todas»
Esther García. Premio Donostia del Zinemaldia ·
La productora segoviana,con una carrera de másde 50 años, recibirá el Premio Donostia el día de la inauguración del festivalTeresa Flaño
Domingo, 31 de agosto 2025, 07:46
Esther García (Cedillo de la Torre, Segovia, 1956) está acostumbrada a romper techos de cristal. Durante años fue directora de producción de El Deseo y ... por tanto de prácticamente todas las películas de Pedro Almodóvar, para después pasar a ser la productora ejecutiva. Su nombre está detrás de títulos como 'Matador' (1986), 'La ley del deseo' (1987), 'Todo sobre mi madre' (1999), 'Volver' (2006) o 'La habitación de al lado' (2024). También, entre otros, de 'Sé infiel y no mires con quién', de Fernando Trueba (1985); 'El espinazo del diablo', de Guillermo del Toro (2001) o 'El patio de mi cárcel', de Belén Macías (2008). Hace siete años recibió el Premio Nacional de Cinematografía, –fue la primera productora en hacerlo–, y ahora, en la gala de inauguración del Zinemaldia, recogerá el Premio Donostia que también se da por primera vez a un profesional que no es ni intérprete ni realizador.
– Es la primera vez que lo recibe una productora. Sigue abriendo caminos.
– Es verdad. Me dieron el premio Nacional de Cinematografía, que también lo recogí en San Sebastián, y era la primera productora. Es todo como un cuento. Me reconocen por un trabajo que me gusta tanto, con el que disfruto tanto.
– ¿Está preparando el discurso?
– Tengo pesadillas con él. Me paso el día haciendo líneas maestras de lo que voy a decir. Me voy a poner tan nerviosa que prefiero sabérmelo. No paro de pensar en él, pero no lo tengo hecho. Tengo claro que no voy a alargarme, porque más de tres minutos es un disparate, pero tengo que dar las gracias a tantas personas… Por supuesto a los hermanos Almodóvar que son con los que he pasado más de la mitad de mi vida y haciendo un buen equipo. Yo solo he sido una herramienta más. Agustín y Pedro han sido profundamente inspiradores.
«Es todo como un cuento porque me reconocen por un trabajo que me gusta tanto, con el que disfruto tanto»
– ¿Cómo comenzó esa relación?
– Yo era muy joven, tenía 21 años y estábamos preparando un corto 'Folle... folle... fólleme Tim' (1978). Lo conocí y pensé: 'Este es un genio'. Vi que era una fuerza de la naturaleza, capaz de mover todo lo que fuera necesario para cumplir sus objetivos.
– Desde entonces más de 40 años trabajando juntos. ¿Va a resultar que es la auténtica 'chica Almodóvar'?
– Yo soy la más 'chica Almodóvar' de todas, la que más tiempo llevo con él. Además, estoy en sus películas desde que comienzan a gestarse. Es muy generoso y comparte sus ideas con el equipo desde el principio, cuando solo es un embrión. Siempre he estado ahí.
Lo conocí rodando un corto y pensé: 'Este es un genio'. Vi que era una fuerza de la naturaleza»
– ¿En su trabajo hay que tener mano de hierro y guante de terciopelo, ponerse en el lugar del otro pero también ser un poco ogro?
– Sí. Todo eso combinado, que es bien difícil. No concibo una película en la que la tensión está por encima del espíritu colaborativo. Las películas son obras colectivas donde es fundamental que cada uno de los miembros que participa ponga lo mejor de sí mismo.
– Series como 'Curro Jiménez' o 'Los pazos de Ulloa' y películas como 'Los bingueros' fueron sus primeros trabajos. ¿Cómo recuerda esa época?
– La primera vez que me acerqué a un rodaje fue en 'Pim, pam, pum… fuego' de Pedro Olea. Me pareció mágico. No se me había ocurrido pensar cómo se hacían las películas y al verlo en directo decidí que quería participar en esta familia. Era muy difícil, no había Escuela de cine y la manera de entrar era a través de algún miembro del equipo. Afortunadamente lo conseguí y un amigo me introdujo en 'Curro Jiménez'. Ahí vi todos los oficios y, de los que estuvieran al alcance de las mujeres, cuál era el que más me interesaba. Entonces no podíamos hacer cualquier cosa. Me hubiera gustado hacer algo en cámara, que es el centro, pero era absolutamente impensable. Vi que la carrera dentro del mundo de la producción era posible y se me daba bien, contabilidad, taquimecanografía, ganas de trabajar. Hacía dobles jornadas, pero me divertía tanto y aprendí tanto en una serie así, con vestidos de época, caballos, carruajes, especialistas, efectos especiales con armas... Hice más de 30 capítulos, además de conocer a grandísimos directores como Mario Camus o Pilar Miró.
– ¿Lógicamente, la forma de trabajar sería muy distinta a la actual?
– En cuanto a medios ha cambiado muchísimo. Pero sobre todo en cuanto al concepto y a la búsqueda de lo que queremos hacer. Lo que más ha influido es la irrupción de las plataformas, que ha transformado mucho el mercado. Desde que yo trabajo en esto, es la época en la que más audiovisual se hace, pero creo que las ganas de trascender y la sensación de que cuando hacíamos una película era para toda la vida no se dan con una serie.
– ¿Qué película es la que le ha dejado mejor recuerdo?
– ¡Madre mía! Es muy difícil. Con todas las películas acabas teniendo una vinculación especial. 'Matador' y 'La ley del deseo', dos de las películas que hice con Pedro. Era un momento vital importantísimo, era empezar a entender a un creador e intentar pasar a formar parte de un equipo genial. Esas dos películas han sido fundamentales en las decisiones posteriores que he tomado en mi vida. También han sido muy especiales 'Acción mutante', de Álex de la Iglesia; las que he hecho con Isabel Coixet porque tengo una relación muy especial con ella.
– ¿Cuál ha sido la más complicada?
– Sin ninguna duda 'Acción Mutante'. Nunca hemos hecho nada tan difícil como eso. Todos éramos inexpertos en esa ciencia-ficción con ese nivel al que queríamos llegar. En España nunca se había hecho. En el equipo de producción estábamos cinco personas cuando ahora son un mínimo de veinte. Salimos de ahí aguerridos y fuertes para poder enfrentarnos a cualquier cosa.
– ¿Ha tenido que renunciar a muchas cosas?
– Sí. Tengo un hijo y una nieta. Mi compañero de vida, con el que llevo casi 40 años, también tiene otro hijo y dos nietos. Hubo un tiempo en el que podríamos haber tenido un hijo juntos, pero era demasiado difícil compaginar, conciliar. Yo ya tenía sentimiento de culpa por las ausencias, por no estar presente en el día a día de nuestros hijos. Lo llevaba mal. A la vez me decía a mí misma que esta profesión me hacía tremendamente feliz, que así era y así es. Es una profesión que despierta los sentidos más satisfactorios, te da dosis de adrenalina, ves cómo las cosas que haces se materializan en una película que en muchas ocasiones es una obra de arte, un proyecto transformador.
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