Aznavour, la voz rota que Francia amó
Más de dos millones de franceses han visto 'Monsieur Aznavour', un biopic que muestra a un artista insatisfecho que antepuso siempre su carrera a su familia
«Para cantar canciones de amor tienes que ser guapo», le dijeron una vez a Shahnour Varinag Aznavourian. Francés hijo de armenios que habían sobrevivido ... al genocidio turco, lo tenía todo en contra. Era pobre, medía 1,60 y su voz rota y nasal desgarraba cualquier balada. Y guapo, no nos vamos a engañar, no era. Sin embargo, Charles Aznavour no hizo caso a los críticos, que le recomendaron que fuera contable, como buen armenio, y hasta llegaron a llamarle Quasimodo. Fue un mito en Francia, un gigante que compuso 800 canciones, vendió 180 millones de discos, grabó en una decena de idiomas, protagonizó 50 películas y estuvo en los escenarios hasta el último día.
Aznavour murió en 2018 a los 94 años. Más de 2 millones de franceses le han recordado gracias a un biopic que se estrena el 31 de octubre en los cines españoles. Tahar Rahim, el inolvidable protagonista de 'Un profeta', asume el difícil reto de meterse en la piel del artista parisino, cuya carrera se prolongó a lo largo de ocho décadas: a los 9 años ya actuaba en teatros y en la radio y su último concierto lo dio en Japón diez días antes de morir.
'Monsieur Aznavour' es un festín para los fans, una película llena de música y canciones que suenan enteras, incluidos sus temas imborrables: 'La bohème', 'Sa jeunesse', 'Emmenez-moi', 'Hier encore', 'She'... Solo falta 'Venecia sin ti', quizá su éxito más popular en España. Los directores Mehdi Idir y Gran Corps Malade (seudónimo de Fabien Marsaud) provienen del mundo del rap y el hip-hop. El cantante colaboró con ellos en el proyecto y ya el título advierte del carácter reverencial del filme: 'Monsieur Aznavour'.
De ahí que se pase de puntillas por los aspectos más conflictivos de su biografía. Como su idilio con Édith Piaf (Marie-Julie Baup), que le descubre en un club a los 22 años y le anima a ir de gira con ella. En la película, Piaf le insta a operarse la nariz para que no parezca un judío; en una escena, se baja los pantalones ante un control nazi durante la ocupación de París para demostrar que no está circuncidado. 'El pequeño armenio', como le llamaba, trabaja como su chófer y la acuesta cuando la diva ha bebido demasiado, pero no se insinúa la menor relación amorosa.
Idir y Marsaud también despachan con pudor el episodio más doloroso en la vida del cantante: la muerte de su hijo Patrick a los 25 años a causa de una sobredosis de drogas. La película retrata a un hombre obsesionado por el triunfo, que antepone su carrera a su familia. Un artista, padre y marido ausente, que nunca descansa y que cuando está en la cima del éxito sigue ideando nuevas canciones, versiones en todos los idiomas, giras inagotables por todo el mundo. «Si me paro, muero», confiesa Aznavour, que nunca olvidó las penurias que pasó en los inicios. De una buhardilla sin luz ni agua corriente asomada a la Place du Tertre pasó a una mansión en la Costa Azul con un Rolls en la puerta.
«Aznavour apadrinó la película y fue nuestro consultor de lujo. Él y nosotros estábamos interesados en el mismo enfoque: tratar principalmente su etapa previa al éxito, sus años de dificultades, su periodo junto a Édith Piaf», relatan los directores. «Charles incluso hubiera querido que el relato terminara ahí. Pero nosotros queríamos contar también su viraje hacia el éxito, su década mágica que fueron los años 60, cuando escribió sus grandes éxitos, para que los espectadores también tuvieran el placer de escucharlos».
Existe abundante material documental sobre el cantante, que grabó su intimidad familiar con una cámara Bolex de Súper 8 que le regaló Édith Piaf en 1948 (un documental, 'Aznavour by Charles', recoge esas imágenes). Tahar Rahim ha tenido mil entrevistas y actuaciones para calcar los gestos y la particular manera de moverse en el escenario de Aznavour, que teatralizaba sus canciones. Sin embargo, el físico del actor está muy alejado del de su personaje, que siempre pareció mayor. El notable trabajo de caracterización chirría en algunos momentos. Eso sí, canta con su propia voz como si fuera el autor de 'La bohème'. Increíble.
'Monsieur Aznavour', una superproducción a nuestros ojos españoles de 26 millones de euros, con un sinfín de localizaciones y saltos de época, desecha su labor cinematográfica –aparece brevemente Truffaut dirigiéndole en 'Tirad sobre el pianista– y reserva para el final imágenes documentales del biografiado, que en 1988 visitó Armenia tras el terremoto que devastó el país. Muestra al mito como un ser insatisfecho, que solo empieza a realizarse cuando descubre que puede escribir canciones y cuyo perfeccionismo no le puso las cosas fáciles a sus colaboradores.
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