Alaitz Arenzana: «Hay que salir de las etiquetas impuestas para ser más felices»

Corría enero de 2004 y Bilbao se sumaba a la lista de ciudades como Nueva York, Ámsterdam, Madrid o Barcelona que celebraban un festival de cine de temática gay. La asociación Hegoak logró reunir aquel año 25 títulos entre documentales, cortos y largometrajes en una programación elaborada con un único criterio: «Que aborde la temática homosexual y tenga calidad», precisaba el entonces director de Zinegoak, Roberto Castón. Las proyecciones eran en Bilborock y las fiestas en El Balcón de la Lola.

Dieciocho años después, Zinegoak es un certamen consolidado y con un público fiel, que puede presumir de haber entregado su galardón honorífico a artistas como Rose Troche, Bruce LaBruce, Rosa María Sardá, Josep Maria Pou y Ventura Pons. El festival de cine y artes escénicas LGTBI+ de Bilbao celebrará su 19 edición del 28 de febrero al 7 de marzo con la amenaza de una pandemia que restringe aforos y condiciona la respuesta del público. Alaitz Arenzana (Bilbao, 1976) sustituye como directora a Pau Guillén, que llevaba en el cargo desde 2008. Tal como hizo Roberto Castón en la primera edición, Arenzana también confía en que llegue el día en que festivales como Zinegoak no sean necesarios. Porque eso significará que ya no hará falta ningún esfuerzo para visibilizar a la comunidad LGTB+ en el audiovisual.

«Se dan diferentes realidades», observa esta artista bilbaína, que forma junto a María Ibarretxe el dúo creativo Sra. Polaroiska. «Hay gente joven que va muy por delante, que está en un tratamiento de género y de creación de identidad muy interesante. Queremos acercarnos a ellos y aprender. Pero al mismo tiempo sigue habiendo lugares donde la homofobia está muy presente. También pretendemos llegar allí y acabar con esas ideas y prejuicios».

La campaña publicitaria de Zinegoak este año es un buen ejemplo de sus palabras. No hay un solo cartel, sino varios con términos en euskera que aluden a las diversas formas de nombrar el lesbianismo y la diversidad sexual: 'Marioker', 'Lumatza', 'Soropila', 'Kapaza' o 'Kuir'. «Tenemos todo el derecho del mundo a llamarnos lesbianas, pero si preferimos ser 'marioker' o 'soropila', o nos queremos inventar un nombre diferente, hagámoslo», invita Arenzana. «Tengamos la legitimidad para repensarnos y reinventarnos. Hay que salir de las etiquetas impuestas para ser más felices».

Con más de 18.000 participantes en su última edición y un presupuesto que ronda los 100.000 euros,Zinegoak cuenta en sus estadísticas con los espectadores que ven parte de su programación en la plataforma de cine de autor Filmin. «Este año vamos a intentar recuperar los espectadores presenciales y en la segunda semana se utilizará la ventana de Filmin», adelanta la responsable del festival. «Queremos que la gente vuelva a las salas, aunque no sabemos qué pasará». Actualmente existe una limitación de aforo al 60% y en Zinegoak confían que cuando llegue el 28 de febrero puedan ocupar las múltiples sedes al 100%.

Licenciada en Comunicación Audiovisual en la promoción de Borja Cobeaga y Nacho Vigalondo, Alaitz Arenzana se considera una cinéfila que no puede elegir un solo director favorito «porque traicionaría al resto». La última película que ha visto en salas es 'Petite maman', de Céline Sciamma. Su propósito es que Zinegoak cale entre los espectadores más jóvenes, que rompa los límites de Bilbao en las proyecciones, como viene haciendo en los últimos años, que el festival forme parte de la ciudad y que haya espacio para la transgresión. «De hecho, tenemos una sorpresilla para este año que no me dejan decir», adelanta la mitad de Sra. Polaroiska, que hoy precisamente cierra su etapa de tres años como artistas asociadas a Azkuna Zentroa con una charla-performance titulada 'Perlas, bailes, deseos, dudas y hallazgos' (19 horas).

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