«'Cambalache' sigue vigente y define maravillosamente el momento que vivimos»

Beitia está acompañada de los músicos Iñaki Maruri, teclado, y Jon Fresko, batería de Ken Zazpi. «Un nivel muy alto. La estrella no soy yo, yo solo llevo la voz cantante», explica. Los tres están bajo la dirección de Calixto Bieito, que durante mes y pico les estuvo dando las indicaciones por llamada o videollamada. «Menos mal que vivimos en un mundo con tecnología». Y es que el director artístico del Arriaga ya tenía en mente hacer algo de cabaret para el próximo año, pero 2020 tenía sus propios planes.

Con 'La boda de los pequeños burgueses' de Bertolt Brecht y Kurt Weill cancelada, adelantó la idea. «Y decidimos hacer un mix de canciones maravillosas, que siguen tan vigentes como cuando se crearon. 'Cambalache', por ejemplo, define maravillosamente el momento que vivimos». Desde el principio: «Que el mundo fue y será una porquería, ya lo sé, en el quinientos seis y en el dos mil también; que siempre ha habido chorros, maquiavelos y estafáos, contentos y amargaos, valores y dublé...». Hay temas que no van a pasar nunca de moda «porque hablan de amor, de dinero, de corrupción...», sostiene la artista.

Kurt Weill, Piazzola, Bertolt Brecht, Ella Fitzgerald, Louis Armstrong. Los grandes nombres resuenan. Los integrantes de este cabaret han intentado ir a los orígenes, más allá de las versiones que conoce el gran público, para «nutrirse» y poder hacer suyas las músicas y las letras. «No hay ninguna creada para el espectáculo, ni hemos cambiado ninguna letra. Somos muy fieles, pero procuramos dejar nuestra impronta, claro». Habrá también algo de texto entre canción y canción, el género manda –«crítico con la política, la monarquía y nosotros mismos, divertido, que te deja pensando»– pero lo justo. «Calixto no quiere que hablemos mucho», se ríe. «Pocas frases pero divertidas».

En total son once canciones (como 'Willkommen', 'Bilbao song', que «debería ser un himno de los bilbaínos», 'Cambalache', 'Money') y el 'finale' típico con un recorrido por todas. Inglés, francés, castellano y hasta, sorpresa (o no, si se trata de cabaret), alemán. Más sorpresas: una escenografía de la que la actriz no quiere soltar prenda pero que le «mola mucho» y un vestuario con fuerza. Ayer, Beitia no sabía si se iba a decidir por una estética de los años treinta o por algo más a lo Tina Turner. Lo que si tiene claro, clarísimo, es que «la vida es un cabaret, nada más que eso, disfruta».