En busca de firmas en la Azoka

Aiora Renteria, la cantante de Zea Mays, dice que una de las mejores cosas de la feria es que hace posible que los artistas se encuentren cara a cara con quienes les siguen. «Estás de charleta con ellos y pueden contarte de todo. Te emociona mucho, porque vienen a contarte su vida, a decirte cuándo empezaron a escuchar nuestros discos, emocionados también porque igual te conocen desde muy pequeños y este momento es especial». Esa emoción es lo que más destaca de los muchos años que llevan ya acudiendo a la Azoka: 24 años desde que sacaron su primer trabajo. Con esa trayectoria a las espaldas, y los muchísimos autógrafos echados, ocurre que han dejado su firma en todo tipo de superficies. En sus discos, sí, en pósters y fotos, por supuesto, y también en «ikurriñas, bolsas, papeles de todos los colores, camisetas y muchos 'post-its', recuerdo uno con forma de casita». Esta edición es aún más especial para ella porque el año pasado por estas fechas estaba en tratamiento por un cáncer. Volvió a los escenarios en primavera.

A Iñigo Etxezarreta le han traído estos días una guitarra para que pusiera en ella su firma, solo una de las cientos y cientos que ha estampado en la Azoka. «Esto no me había pasado nunca antes. Lo que me sí me suele ocurrir es que viene alguien y me dice que me conoce porque conoce a mi primo o porque es amigo de un amigo o porque es el primo de uno de mis amigos. En este tipo de firmas me salen muchos primos y yo tengo que sonreír y decir que sí, que me acuerdo, pero con tanta gente...», se ríe el solista de En Tol Sarmiento. Aparte de esa guitarra del jueves, que fue la jornada con más afluencia de este año, lo que el músico no se quita de la cabeza es la cantidad de personas de todas las edades –niños, adolescentes, jóvenes, padres con sus hijos, sesentones– que han estado constantemente haciendo cola en su stand. «Habíamos venido con disco en 2019, pero no tuvo nada que ver. Toda esta gente, esa es la gran anécdota». El truco para atenderlos a todos como se merecen y no decaer: «No salir de noche, ja, ja, ja».

En una sesión continua de firmas, así está viviendo Pello Reparaz, Zetak, estos días. «Es una edición como las de antaño, llevaba años sin este trajín», asegura. «Es un jaleo», dice también. Van pasando los fans, para todos hay unas palabras, siempre hay unas sonrisas, se multiplican las fotos... «Y para mí lo mejor es cuando viene alguien con su perro. Los perros me apasionan y es el momento para parar un poco, para hablar un poco más, para respirar un poco». Perro que pasa, perro que se lleva unas carantoñas del músico. El músico reconoce que este subidón de las cinco jornadas de Azoka puede llegar a pasar factura a cualquiera. «Luego llegas a tu casa el lunes y acabas hundido, no es fácil cambiar el ritmo. Por eso intento sacar un rato para meditar, para gestionar la ansiedad y relajarme». Los maratones diarios de firma es lo que tienen. Eso, y la edad, se ríe. «Llevo diez años viniendo aquí y antes podía salir de fiesta cada noche y dormir dos horas y no pasaba nada... pero ahora... mejor no».

Si a los de En Tol Sarmiento les han venido al stand con una guitarra para llevársela firmada, a Eñaut Elorrieta le han venido con una acuarela de regalo. Son de esas «cosas imprevistas» que solo pueden ocurrir en un lugar pensado para «que estemos cerca del público. Durango es eso, la cercanía». Él lo ha vivido durante muchos años como visitante, desde que de crío lo traían su padre y su madre y aprovechaba para comprar toda la música que le gustaba (cosa que sigue haciendo aquí: comprar), hasta que empezó a presentar allí sus propicos discos. Y así, esta vez, se ha encontrado con que uno de sus seguidores, un habitual de sus conciertos, ha reproducido a la acuarela una foto del cantante y él no puede estar más emocionado. «Es una pintura bonita y es un gesto bonito. Es como terminar recibiendo de vuelta todo lo que tú das con tu trabajo. Porque la música es algo que hacemos porque nos gusta, porque nos sana por dentro, pero también como algo que damos a los demás, y ver qué eso vuelve a ti... pues te emocionas mogollón».

Para Usue Egia esta edición de la Azoka quedará grabada en la memoria para siempre, seguro, porque es la primera vez que se pasa al otro lado del stand. «Yo soy de Durango y vengo todos los años desde pequeñita. Siempre lo he vivido con mucha ilusión y siempre he pensado que este tenía que ser un lugar agradable, ¿no?, verlo todo desde aquí, con comodidad», explica. La parte de dentro vista casi como refugio. «Lo que yo veía era como un mar de gente. Una marea, sin parar, todo caras diferentes y de vez en cuando me fijaba en alguna en concreto». Como si salieran a flote. Puede que esa sensación acabe convertida en cómic, quién sabe, porque esa es la mirada que tiene esta joven de 30 años que está aquí presentando la novela gráfica 'Ura leporaino'. Es una especie de diario que abarca desde el primer día del confinamiento hasta el comienzo de la guerra de Ucrania. Menudos dos añitos. «Son las cosas que todos hemos vivido y que muchos hemos pensado», desde el afán por limpiar la casa aquel domingo 15 de marzo de 2020.