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Zugaza y Aburto conversan ante la escultura. Maika Salguero
El Bellas Artes recupera el 'Bilbao' de Richard Serra

El Bellas Artes recupera el 'Bilbao' de Richard Serra

El museo recibe como donación la escultura de 16 toneladas que formó parte de una exposición de 1983 en la que también participó Gehry

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Miércoles, 14 de noviembre 2018

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El autor de las grandes esculturas de la planta baja del Guggenheim conocía Bilbao mucho antes de que colocara allí su 'Serpiente' y el conjunto titulado 'La materia del tiempo'. Había llegado a la ciudad en 1983 para supervisar al milímetro la ubicación de una de sus piezas de acero corten, compuesta por dos enormes lingotes de 9 y 7 toneladas. Aquella pieza participó en la exposición '5 escultores 5 arquitectos' del Bellas Artes, en la que también figuraba otra persona muy conocida posteriormente en la villa, Frank O. Gehry, el diseñador del Guggenheim. Como a Serra le encantaba la ciudad, llamó a la escultura 'Bilbao'.

Después de terminar la muestra, permaneció en el exterior del Bellas Artes durante dos años sin que nadie supiera qué hacer con ella. Según uno de los comisarios de aquella muestra, Carmen Giménez, el artista estadounidense se la ofreció a las instituciones a precio del coste de los materiales, «unas doscientas mil o trescientas mil pesetas», según comentó a este diario tiempo después. Pero nadie la compró. Avisado por Giménez de que en aquella falta de atención había una «oportunidad», la adquirió el coleccionista Plácido Arango.

El Bellas Artes recupera ahora 'Bilbao' para siempre, gracias a una donación de de los nietos de Martín García-Urtiaga y Mercedes Torróntegui, empresarios vascos que llegaron a México como exiliados de la Guerra Civil. La escultura ya estuvo en el museo del parque para iniciar el programa 'La obra invitada' en 2001. Formaba parte de los actos que inauguraron la remodelación del centro, diseñada por el arquitecto Luis María Uriarte y pilotada por Miguel Zugaza, entonces y ahora director del Bellas Artes.

'Bilbao' ocupa desde este miércoles una parte del hall y se sitúa a escasos metros de 'Lugar de encuentros IV', la escultura en cemento de Eduardo Chillida que también formó parte de la exposición '5 escultores 5 arquitectos'. El alcalde de Bilbao y presidente del patronato del museo Juan Mari Aburto, destacó en la presentación el «mecenazgo ejemplar» de la familia que ha hecho posible la vuelta de la pieza de Serra.

Carmen Giménez también compareció y recordó cómo gracias a esa visita el estadounidense, por mediación de Txomin Badiola, conoció a Jorge Oteiza y se convirtió en uno de los más insistentes admiradores de la obra del artista de Orio. Entonces profesor de la Escuela de Bellas Artes, invitó al escultor a dar una charla en la facultad porque, como se evidencia en 'Bilbao', lo que hacían Serra y los jóvenes escultores vascos, en su mayoría oteicianos, tenía muchos puntos en común por compartir una misma estética minimalista.

Ese acercamiento de Serra a los jóvenes artistas vascos provocó que los estamentos oficiales se distanciaran del norteamericano. Badiola integraba junto a otros creadores y críticos de arte -Morquillas, Txupi Sanz, Xabier Saénz de Gorbea, Fernando y Vicente Roscubas, Iñaki de la Fuente y José Chavete- el colectivo Euskal Artisteen Elkartea (EAE), la asociación de artistas vascos. Habían protagonizado un 'robo simbólico' de una escultura de Oteiza del Bellas Artes, una institución a la que consideraban anquilosada.

Que Serra congeniara con ellos no sentó bien. Curiosamente, o no tanto, casi todos los creadores de aquella asociación tienen hoy obra expuesta en la muestra 'Después del 68. Arte y prácticas artísticas en el País Vasco 1968-2018'.

Un final feliz

La historia acaba con un final feliz. 'Bilbao' pertenece ahora a la colección del museo del parque, 35 años más tarde que la primera vez que se expuso en el mismo centro. Giménez, exconservadora de la Fundación Guggenheim de Nueva York, resaltó que la exposición de 1983, que comisarió junto al artista Juan Muñoz, supuso el 'estreno' de Serra en España, país en el que deseaba que se viera su obra ya que su padre era de origen mallorquín.

Por su parte, la conservadora del museo Miriam Alzuri, en referencia a la obra, llamó la atención sobre la combinación de «masa, gravedad y equilibrio inestable que apela a las emociones del espectador». «Llegó a la ciudad con su vocabulario formal ya hecho, maduro, basado en la esfera, el cubo y la elipse, muy cuidadoso con las capacidades físicas de los materiales».

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