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La Azoka arranca sin aglomeraciones pero con un flujo continuo en su edición con cita previa
Autores y editores se enfrentan a una feria distinta, con menos asistentes pero con más tiempo para cada uno de ellos
elena sierra
Sábado, 4 de diciembre 2021, 09:59
Ganas, todas. Por parte de quienes se acercaban a mirar y comprar y, sobre todo, por parte de quienes les ofrecían lo último de la ... producción cultural en euskera, y eso incluye a editoriales, discográficas, instituciones y artistas. De ahí que bastante antes de las diez de la mañana, hora de apertura de esta Durangoko Azoka, y pese a la lluvia, ya hubiera dos buenas colas a cada lado de la entrada principal de Landako Gunea. Con distancia, eso sí; con mascarilla, algunos con pasaporte covid por si las moscas, con ánimo y bien dispuestos a ir de stand en stand durante su hora y media reservada vía web.
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El primero de los turnos de una edición mutante que, como máximo, llegará a los 30.000 visitantes a lo largo de sus cinco días de vida -frente a años en los que entraban en un solo día más que esos-, no era de los más solicitados. Pero había movimiento, aunque fuera uno muy diferente al habitual. Este es el que surge cuando hay tiempo y espacio de sobra para detenerse ante los libros, discos, audiovisuales y objetos de papelería expuestos.
Ese movimiento tiene doble cara. Para ir y venir está muy bien, no hay agobios ni empujones, ni una riada humana lleva a nadie lejos de donde quiere detenerse. Pero entre los editores y editoras, autores y autoras que ya estaban esperando a los posibles compradores, la sensación era extraña. Sin esa masa de gente al otro lado, qué diferencia. Las frases cortas ayudan a reflejar cómo han venido hasta una feria que el año pasado solo pudo ser digital y que en esta edición combina la tienda online con la presencial: «que nos vean», «hay que estar», «se va a acercar gente seguro», «habrá que esperar al final para saber», «a la espera pero con ilusión por estar de vuelta»...
Conclusión: es todo un paso adelante poder estar cara a cara de nuevo, pero se sabe que el negocio no va a ser el de antaño. Alguna ventaja hay, y también mucha incertidumbre sobre el resultado final. Pero como dijo la presidenta de Gerediaga Elkartea, Nerea Mujika, en el acto de inauguración oficial que se celebró a mediodía en Szenatokia y al que asistieron representantes de Gobierno vasco, las tres diputaciones y el Ayuntamiento de Durango, una cita cultural que nació en una época bastante oscura es más que capaz de renacer en una crisis sanitaria.
«Saben qué quieren»
Leire Lopez, la editora de Susa, tenía ya a Kirmen Uribe saludando a los lectores a media mañana (en esta edición no se puede anunciar con antelación cuándo estará cada cual, para evitar aglomeraciones delante de un solo stand). «A la expectativa», resumía. «Como el año pasado con la tienda digital, que esperábamos que fuera peor de lo que fue. Por eso no me atrevo a decir gran cosa hasta el final». Lo malo es no poder estar con la gente, y esta vez se puede. Con menos, claro. «Podemos ver sus caras, saber quién nos lee, no hay muchos momentos así. Para autores y autoras, será más rato con las personas que se acercan».
Ibon Martín, que está en Durango como escritor y como editor con su propio espacio de venta, a las 11.00 ya creía que la cosa iba mejor de lo que había pensado antes de abrir. «Están con ganas de comprar y además, como tienen el tiempo limitado, vienen con los deberes hechos. Saben qué quieren». Jorge Giménez, de Alberdania, estaba echando de menos la tradicional mañana de la visita de los centros escolares por esa misma razón, porque la chavalería siempre acudía a Durango con las ideas muy claras. «Llevaban un dinero en el bolsillo, sabían qué querían comprar y sin eso no se iban». Para los visitantes, asegura Martín, es un chollo no encontrar colas ni aglomeraciones; pero «como expositores, queremos más gente...».
Para Pello Otxoteko, poeta y uno de los editores de la joven Balea Zuria, la cuestión es poder volver a ocupar un espacio físico y «que nos vean. Nosotros somos un poco marginales, estar aquí es muy importante», dice en referencia a una editorial que solo trabaja poesía.
Lo mismo para El Gallo de Oro, la editorial de Beñat Arginzoniz, que llegaba con «todo novedades»... y «para responder a lo demás, hablamos el último día». En Erein, donde Javier Sagastiberri y Juan Infante estaban a las diez listos para firmar, la editora Uxue Razquin se felicitaba por estar «en esta fiesta que nos congrega a todos en favor de la cultura vasca». Otros cuatro días tienen por delante para seguir celebrando, aunque sea con aforo limitado.
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