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«Abruma», dijo Miren Arzalluz al ver la expectación generada por su primera comparecencia como la directora del Guggenheim que será en cuanto Juan Ignacio ... Vidarte le pase el testigo, algo que sucederá el 3 de abril. De momento, ambos directores, entrante y saliente, posaron ayer para los numerosos periodistas reunidos en las inmediaciones del museo. Acompañada de Vidarte, ambos de traje (ella negro y él marino), salieron del edificio azul que alberga las oficinas de la institución y se acercaron para un primer posado en medio de la plaza, bien escoltados por el personal de comunicación. Después, bajaron juntos las escaleras que llevan al interior, comentando la dificultad que entrañan por la anchura de los peldaños, y entraron para detenerse una vez más en el atrio, sin intención de hablar más que lo justo.
Pero lo hicieron ante la insistencia de los reporteros, pese a que Vidarte frenó en seco las ganas de saber más. «Esto lo hemos hecho para sacar unas fotos, para que tuviérais la noticia de la llegada de Miren, con la que estamos todos encantados, además de haber tenido la posibilidad de que venga y de que podamos tenerla este mes, en el cual ella se puede ir familiarizando con el museo, conociendo al equipo y conociendo nuestra forma de trabajo de una manera pausada. Y estamos encantados de haber tenido esta oportunidad».
Miren Arzalluz
Y acto seguido pasó a pedir calma a los reporteros: «Pero también entenderéis que acaba de llegar y que en principio esto era simplemente para que tuviérais la oportunidad de sacarle la foto histórica de sus primeros momentos en el museo. No la abruméis, dejadle que tenga unas semanas para que vaya familiarizándose y seguro que a partir de ahí vais a tener una relación estupenda con ella. ¿No es así, Miren?».
Arzalluz, sonriente en todo momento, accedió a decir unas palabras: «Estoy muy ilusionada, es un placer y, sobre todo, un honor lo que siento, fundamentalmente. Y, por supuesto, estoy deseando comenzar esta nueva etapa. Es un mes de inmersión; yo agradezco muchísimo a Juan Ignacio y a todo el equipo del museo que lo hayan organizado así. Un mes para familiarizarme con el equipo, con la forma de trabajar, con los proyectos que están en curso y para compartir mucho con los equipos del museo, en primer lugar», señaló ante los micrófonos.
Y se despidió emplazando a la prensa para próximas veces: «Habrá muchas ocasiones para que hablemos juntos en un futuro próximo, porque el tiempo pasa muy rápido, un mes pasa muy rápido. O sea, que ya tendremos ocasión. Muchas gracias». Con los ánimos más calmados tras estas breves declaraciones, Vidarte y Arzalluz marcharon caminando juntos hacia el interior del museo.
El adiós de Vidarte
Desde que el día 12 de noviembre del año pasado se anunciara a Miren Arzalluz como la persona que sustituirá a Juan Ignacio Vidarte al frente del Guggenheim, la figura de la hasta ahora directora del Museo de la Moda de París se ha convertido en una de las más perseguidas por la prensa. Muy poco se ha sabido de ella, exceptuando su participación en los 'Encuentros Transfronterizos' celebrados en Baiona el 12 de febrero, donde se estrenó ante los periodistas sin hablar del Guggenheim más que de soslayo: «Estoy muy ilusionada porque se acerca un momento especial para mí». Su primera inauguración en el museo bilbaíno será el jueves 3 de abril, con una muestra de vídeo y performance de Vitto Acconci.
En el otro lado, una despedida, la de Vidarte. Tras la entrega del premio de la Sociedad Bilbaina como homenaje a toda su trayectoria, que recogió el pasado viernes en la sede de esta institución, este jueves afrontará la que será su última comparecencia como el único director que ha tenido el museo en toda su historia. Estará tanto en la presentación ante los medios de comunicación por la mañana como a la tarde en la inauguración oficial de la nueva exposición de la temporada.
Un adiós que coincide con una de las muestras más extremas de arte contemporáneo, la del turco-estadounidense Refik Anadol, un artista que alimenta con datos de todo tipo la inteligencia artificial, con el objetivo de crear obras de arte cambiantes y sorprendentes. En este caso, Anadol ha metido en el ordenador dibujos y documentación del arquitecto Frank Gehry, con los que las máquinas proyectarán en una sala nuevas imágenes.
Mientras, en la sala contigua, al otro lado del muro, cuelgan dibujos y bocetos sobre papel hechos por artistas desde el siglo XV al XXI. Lápiz y computadoras, un buen resumen de la historia del arte para una despedida tras casi tres décadas de dedicación al museo de titanio.
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