Marisa González llega a Azkuna Zentroa con demoliciones, máquinas y mucha crítica social
Precedida de su éxito en el Reina Sofía, se inaugura la gran muestra de la creadora bilbaína, pionera en el uso de la tecnología en el arte y Premio Velázquez 2023
Marisa González (Bilbao, 1943) ha sido una de las pioneras en utilizar en su creación las tecnologías que iban apareciendo a la par que ella ... crecía como artista, desde el surgimiento del fax y la impresora en color hasta la implantación de la IA como moneda común en muchos aspectos de la vida. Ella solo la emplea hoy para «escribir algunos textos, nunca para generar imágenes», aunque no es contraria a su aplicación. Esta mujer que cursó la carrera de Bellas Artes en la Complutense sin entusiasmarse por nada de lo aprendido en esos cinco años, se enamoró de las máquinas que descubrió en el Art Institute de Chicago, y con ellas, y durante medio siglo, ha creado un lenguaje al que los interesados podrán acercarse gracias a la muestra inaugurada este miércoles en Azkuna Zentroa. Permanecerá abierta hasta el 18 de enero con un par de temas centrales: la documentación que hizo de dos demoliciones a principios de los años 2000: la de la fábrica de Harino Panadera en Bilbao y la de la central nuclear de Lemoiz.
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Esta antológica, comisariada por la historiadora del arte e investigadora Violeta Janeiro Alfageme, recoge cinco décadas de producción de la artista y muestra, además de estos dos asuntos, buena parte de sus grandes piezas. La Alhóndiga ha colaborado en este proyecto con el Museo Reina Sofía, institución que González inauguró en 1986 como artista y comisaria de 'Procesos', donde se exploraban las intersecciones entre cultura y nuevas tecnologías. En la exposición actual pueden contemplarse algunos de los artefactos históricos con los que ha trabajado: prensas térmicas, punzones de soldadura, planchas... incluso gofreras. Y por supuesto, el resultado generado con todas estas máquinas.
En el Reina Sofía, esta muestra se ha exhibido entre mayo y septiembre, aunque llega a Bilbao ampliada, «casi el doble de extensa», aclara la artista. Es gracias precisamente al proyecto 'La Fábrica-Harino Panadera 1999-2000', ejemplo de su interés por la memoria industrial del siglo XX que algo más tarde recuperó con la central de Lemoiz, donde pudo entrar gracias al permiso obtenido de la empresa que logró la concesión para su demolición. «Llegué y me llevé un camión entero de objetos», recuerda ella. Muchos pueden verse aquí, además de buena parte de las miles de fotografías que sacó durante los dos años en los que trabajó en las instalaciones de esta polémica central que nunca llegó a funcionar. En una pared, interruptores encendidos emiten mensajes de alarma: 'Fallo insuperable', 'Fallo medioambiental'. Cerca, máscaras antigás cuelgan sobre el cartel 'Instalación en tensión. Peligro de muerte', aviso que parece una metáfora de la violencia que generó la oposición a la central.
Además de la artista y de la comisaria, en la rueda de prensa participaron Gonzalo Olabarria, concejal de Cultura del Ayuntamiento de Bilbao; Txomin Olabarri, director general de Azkuna Zentroa, y Manuel Segade, director del Reina Sofía. Olabarri destacó la importancia de esta muestra para el centro que él dirige: «Es la primera gran exposición de Marisa González en Euskadi», afirmó, y se congratuló de esta colaboración con el museo madrileño. Al igual que Gonzalo Olabarria, quien valoró precisamente la «activación de redes de colaboración con otros centros, para que Bilbao forme parte del circuito expositivo europeo». «Marisa es una referencia del arte y una bilbaína universal», añadió.
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Manuel Segade, que llegaba prácticamente de despedir esta muestra en el museo que dirige, reconocía que el espacio de la Alhóndiga favorece a la exposición: «Tienes distintos puntos de vista en los que puedes conocer varias obras de Marisa a la vez y generar diálogos entre su trayectoria de otra manera, creo que le favorece. Es mucho más realista con respecto a enseñar tantos años de trayectoria». Habló también del «gran impacto» que ha tenido la exhibición del Reina Sofía «en la escena nacional y madrileña».
Aplauso a su trayectoria
«Marisa es una figura muy conocida –continuó Segade–, una feminista muy importante dentro de nuestro contexto. Todas las páginas de mujeres artistas, gestoras, directoras de museo, comisarias, críticas de nuestro país en Wikipedia las ha hecho ella. Es una persona hiperactiva en su escena, hipergenerosa con las escenas jóvenes, hipercuriosa con lo que está ocurriendo, y creo que eso se le ha devuelto. Esto es un gran aplauso a la trayectoria». Destacó también la importancia de desarrollar proyectos de esta generación de mujeres maltratada históricamente, invisibilizada».
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González ha abordado múltiples asuntos en su obra, impregnada de una visión feminista que muchas veces se ha convertido en el centro de sus investigaciones (violencia contra las mujeres, revisión de la maternidad, explotación de las trabajadoras filipinas...). También es relevante su interés por el reciclaje y la reutilización, y ha elaborado proyectos con los materiales que ella misma recoge mientras limpia las playas o con objetos desechados por su mala factura, como las muñecas de Famosa defectuosas de fábrica. A todos les insufla nueva vida como obras de arte. En su casa, trabaja fotografiando frutas y vegetales como el chayote o la 'planta cruel', que estrangula a otras plantas cercanas y cuyas semillas, paradójicamente, parecen inofensivos 'abuelitos' o vilanos.
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