María Hesse pinta los miedos que la acechan desde niña
La nueva obra de la ilustradora aborda un proceso de aprendizaje e incide en las reflexiones sobre la maternidad
De niña fue la niña que prefería «dibujar, leer y estar en su mundo» y se le daban mal los deportes, así que el patio ... del colegio no era el mejor sitio para ella. Menos cuando otra niña decidió que podía llamarla «loca» y los demás la imitaron. Con lo de «loca» colgado iba una pequeña María Hesse a clase. Y es una de esas palabras que, de tanto decírtela, «un poco sí te la crees», reconoce, sobre todo si a medida que pasan los años ves que a tu alrededor hay personas con problemas de salud mental. «A la cantante Zahara la llamaban puta y a mí loca», recuerda. Y si Zahara decidió ponerle por título a uno de sus discos 'Puta', ella le ha dado una vuelta al término y lo ha convertido en parte de 'El miedo' (Lumen), su último libro ilustrado. En este volumen la ilustradora habla de aquella niña con miedo -a la locura, a la soledad- y va acompañándola en su aprendizaje para ir narrando otros episodios de su historia en los que el miedo ha estado al acecho. «Los miedos se van cogiendo y se van transformando».
En el libro se habla, por ejemplo, de una relación de pareja en la que se llega a pasar miedo. Ella no sabe aún si nombrarlo como maltrato, explica, porque «es más fácil reconocerlo cuando te lo está contando otra persona. Es muy difícil reconocerse una misma como víctima». El hecho es que la figura que la representa en el libro acaba acorralada en su habitación mientras un hombre -por el que lo ha dejado todo, país, familia y amistades- le grita. Y eso hace que pasado el tiempo se le activen alarmas en otras relaciones, haya «palabras-chasquido» que despiertan en ella reacciones, emociones... miedos.
«En las relaciones de pareja es muy difícil reconocerse a una misma como víctima»
Una parte importante del libro la ocupan las reflexiones en torno a la maternidad, todas las dudas tanto antes de decidir ser madre como en el proceso porque «incluso aunque haya sido una decisión muy pensada, te surgen dudas». Y le resulta curioso haber vendido muchas láminas con la secuencia en la que se ve a una mujer acunando y amamantando a un niño que está lleno de estrellas y va haciéndose más y más grande. «Porque al final el niño se la come», se ríe. «Claro que las personas que la compraron no lo sabían, es otra página. Supongo que veían la mirada cansada de la madre, que es muy real».
En las viñetas aparecen elementos recurrentes de su trabajo, imágenes y símbolos que ya elaboró para libros como 'El placer', 'Malas mujeres', 'Bowie', 'Marilyn'. Hay mucha flora y fauna cubriendo o rodeando a la figura principal, grietas en su corazón, ramificaciones que surgen para conectar al personaje con el entorno. «Es un lenguaje muy simbólico que cuenta lo que no te cuentan la palabra o el resto de la ilustración. Y quiero que cada cual lo interprete a su manera. Es como ir a una exposición: primero creo que hay que hacer una visita sin audioguía para ver qué es lo que tú percibes, cómo lo haces tuyo». Y esa mujer protagonista está casi siempre desnuda, pero de qué otra forma podía ser si la autora cuenta algo tan íntimo como sus miedos.
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