José Manuel Ballester despoja a las obras clásicas de su contenido narrativo
El fotógrafo y pintor presenta en Bilbao una serie de su proyecto 'Espacios ocultos'
El pintor y fotógrafo madrileño José Manuel Ballester está vaciando los lienzos de grandes artistas. Su proyecto, que ahora presenta en la galería Vanguardia, es ... muy conceptual, según sus propias palabras. «Cambio la secuencia temporal y elimino aspectos narrativos de la imagen y, de esta manera, establezco una nueva relación con los clásicos», aduce. En Bilbao ha presentado su intervención en las obras de Jean Mansel y Sandro Botticelli inspiradas en el 'Decamerón' de Boccaccio. La exposición permanecerá abierta hasta el próximo 14 de febrero.
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Todos los personajes de los cuadros elegidos han sido eliminados en sus correspondientes fotografías digitales. De esta manera cambia el punto de visión, ahora centrado en la escenografía y que, en la versión original, se hallaba en un segundo plano. «Cuando eliminas la primera lectura, la obra se llena de otro potencial que estaba oculto», explica y señala que, aunque el individuo ha desaparecido, quedan sus huellas en los caminos y los puentes, las casas y las murallas. «Me gusta hablar del hombre a través de sus restos».
Las piezas resultantes revelan paisajes muy esquematizados. «Te encuentras con una iconografía que representan una época, los albores del Renacimiento». La arquitectura, uno de los temas preferentes de este autor, sugiere un cierto minimalismo, incluso adquiere connotaciones metafísicas. «Es una ficción de la realidad, sublimada, sobria, en la que se aplican códigos para la representación porque, como se puede apreciar, abundan los arquetipos», indica y menciona sus valores aparentemente contrapuestos como la elegancia y el primitivismo. «Parece ingenuo, pero es muy rotundo en su capacidad de sugerencia».
Los interiores, resueltos con una sencillez casi 'naïve' en cuestiones como la perspectiva, desvelan curiosas concomitancias con algunos autores contemporáneos e invitan a saltos en el tiempo. «La paleta cromática es muy atrevida, posee mucha fuerza, con roas, rojos y púrpuras, y te puede recordar a David Hockney o Darío Pérez Villalta», asegura.
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Sensación de silencio
La división del espacio estableciendo simetrías y dicotomías entre el interior y el exterior es otra de las señas de identidad. Si aplicamos una lectura existencial a esos dípticos podríamos apelar al plano interno y la dimensión pública del sujeto. «Como si se tratara de dos episodios de un cuento», apunta. «Hay un interés por contar secuencias distintas de una misma historia, unas relacionadas con el espacio doméstico y exterior, otras con el campo y la ciudad».
Las obras trasmiten una sensación de silencio que, genera cierta atmósfera de recogimiento en la galería. «Está relacionado con el vacío», alega. «La desaparición del ruido de la acción invita al espectador a mirar de otra manera», señala, e indica que el extrañamiento generado por mesas puestas y puertas abiertas le invita a recrear acontecimientos, a elaborar su propia narración.
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Ballester comenzó en 2007 con este proyecto, denominado 'Espacios ocultos' y, desde entonces, ha recorrido la historia de la plástica despojándola de sus relatos en pos de nuevas interpretaciones y siempre centrándose en series. «También es una manera de reconciliarnos con los clásicos. Ahora estoy con 'Los desastres de la guerra' de Goya»», confiesa. Galardonado con los premios nacionales de grabado y fotografía, reconoce que le gusta jugar con la dualidad, con los elementos propios de la instantánea y la pintura. «Intento romper los límites, que el lenguaje rebase la disciplina técnica de cada género, que se establezca cierta simbiosis que permita conectar una con la otra».
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