«Estados Unidos es lo mejor y lo peor»
No se deja ver ni retratar pese a que su arte crítico, expuesto en el Guggenheim, se nutre de la fotografía y la publicidad
Hay un tren con nueve vagones que cruza Ucrania estos días con un mensaje en grandes letras, un poema escrito con la variante del alfabeto ... cirílico que emplean allí: «Otro día otra noche otra oscuridad otra luz otro beso otra lucha otra pérdida otra victoria...». Lleva la firma de Barbara Kruger (Newark, EE UU, 1945), artista conceptual que expone actualmente una selección de sus obras en el Guggenheim Bilbao. «Aquel tren fue bombardeado hace un mes, pero ya han arreglado los destrozos», dice esta artista que no se deja ver ni fotografiar y que 'decoró' el ferrocarril para mostrar solidaridad con la población de aquel país en guerra.
Aparte de su trabajo en estudio, de las piezas que contemplamos en los museos, lleva toda su vida dejando su huella sobre el mobiliario urbano, el espacio público, autobuses, edificios, paredes... Tanto en un caso como en el otro, son sus grandes letras en rojo, negro, blanco y recientemente también en verde las que hablan por ella, mensajes repletos de crítica social, de cuestionamiento al poder, al consumismo, al machismo, a los sistemas establecidos... La mayoría de las veces acompañando a fotos en blanco y negro que con el texto cobran nuevo sentido. Se nota que conoce el lenguaje de la publicidad, algo que aprendió en sus comienzos como editora en revistas como 'Conde Nast' y que queda patente en sus primeros e icónicos 'paste-ups', obras hechas a mano con tijera, imágenes de publicaciones y fotocopias.
A sus 80 años, se mantiene al día de la compleja actualidad internacional y exhibe su conocimiento de la realidad política en Europa. De donde acaba de llegar como quien dice, y ya está preparándose para otro vuelo de cuatro horas. Contesta por zoom (con la cámara apagada) a esta entrevista, a punto de salir de casa «para visitar a un amigo muy enfermo». «Y a la lavandería, porque no hay allí adonde voy, igual tampoco electricidad, es un lugar muy rural».
- Barbara, ¿por qué no quiere aparecer en fotos o vídeos?
- No quiero ser necesariamente la cara de mi arte. Trabajé en revistas de moda durante muchos años. Ahí me formé. Sé lo que es fotografiar Vivimos en una época muy interesante, donde se da una colisión entre el narcisismo y el voyerismo. Si no tienes una cámara apuntándote, la apuntarás a otra persona. Y eso está bien para cualquiera, pero no tengo por qué ser parte de eso, ¿sabes?
Dice de ella misma: «Nací en Newark, Nueva Jersey, una ciudad asolada por la pobreza y el deterioro de las relaciones raciales. Crecí en un hogar obrero, en un pequeño apartamento de un barrio negro. Esa experiencia influyó en lo que sería mi obra: mi infancia moldeó mis ideas sobre el poder, el control, la jerarquía y la marginación». Para ganarse la vida, trabajó de profesora. El artista Math Bass fue uno de sus alumnos en la Universidad de California en 2010: «Barbara entró en mi estudio, miró alrededor y dijo: '¿Qué haces aquí? No necesitas estar en la escuela'. Fue el mayor cumplido. Era clara y concisa enseñando. Había profesores cuyas opiniones podía descartar pero confiaba mucho en la de Barbara. Para mí, siempre será una leyenda del punk rock», dice él.
- Una imagen vale más que mil palabras, pero usted solo con palabras comunica más que con otros elementos. La gran escala que emplea en sus letras es una ayuda poderosa, como si gritara.
- Aunque en mi trabajo casi siempre hay fotografías acompañando a las letras. Yo trabajé en varias revistas y me enseñaron que si no conseguías que una persona se quedara mirando la página, perdías la atención. Así que siempre estaba pensando en una manera de atraer a la gente. Mi trabajo no siempre tuvo dimensiones tan grandes porque no tenía propiedades ni herencias. Vengo de una clase sin dinero, y cuando empecé a hacer mi obra empleaba imágenes muy pequeñas porque no podía permitirme hacerla en grande. Trabajé casi 30 años sin ningún reconocimiento. Fue bastante tarde en mi vida cuando tuve la oportunidad de hacer estos grandes proyectos, desde que tengo apoyo institucional. Porque en América no tenemos ayuda del Gobierno para las artes. La mayoría de los artistas nunca ganan dinero vendiendo su trabajo. Así que la gran escala solo surgió cuando tuve apoyo institucional.
- Cuando empezó con sus mensajes críticos con la sociedad, ¿pensó que cinco décadas después estaríamos donde estamos?
- Hago mi trabajo sobre cómo somos nosotros, y no se trata de hoy o de ayer, sino de la capacidad del ser humano para amar, temer, destruir, afirmar, admirar... Una variedad de emociones que están activas durante todo el tiempo histórico. Y veo que hay continuidad.
- Me refería a la cosa política. Estampó la palabra 'perdedor' en una portada de revista con la foto de Trump antes de que ganara la primera vez. Y ahora está repitiendo como presidente. ¿Qué crítica hace de su propia sociedad?
- Le dije a 'New York Magazine' que quería usar la palabra que Trump teme más, 'perdedor'. No era una predicción sobre las elecciones. EE UU se construyó mediante jerarquías raciales y de esclavitud. Y este país, durante siglos, ha sido afectado por ese daño, pero también ha sido una sociedad increíble hasta hace poco, relativamente abierta a la inmigración. No había estadounidenses, solo los indígenas, así que la gente vino de Europa, Sudamérica y Asia a reinventarse. Por eso creo que EE UU es lo mejor y lo peor.
- ¿Puede explicarlo?
- Recuerdo la primera vez que fui a Europa de niña, a Inglaterra. Todos parecían como su reina, todos eran blancos. Ya sabes, en Italia, todos eran italianos. Yo venía de un barrio donde la gente era blanca y negra y hablaba 20 idiomas porque emigraron de muchos países. Esa es la diferencia . Lo que está sucediendo ahora es un desmoronamiento de lo que en realidad fue y es la fuerza de Estados Unidos. Y la culpa es, en parte, de gente demasiado arrogante como para no ver lo astuto, inteligente y gran comunicador que es Trump. No es que esté de acuerdo con lo que dice, evidentemente, pero es un buen vendedor y sabe hablar. Y los demócratas del centro no saben cómo vender sus ideas.
La 'machosfera'
- ¿Qué le revuelve estos días?
- Estoy interesada en el día a día y en sus repeticiones. Es ir a eventos lo que no me gusta. Me levanto, no tengo ayuda, nunca la tuve Solo soy yo haciendo mi trabajo, tengo suerte de tener mucho ahora. Me levanto y miro por la ventana. Estoy contenta de haber despertado, de haber desayunado, de estar pensando cosas, de darme cuenta de que el mundo se está descomponiendo de una manera horrible. Pero no hago arte sobre lo que está sucediendo, sino sobre quiénes somos como especie, lo cual resulta bastante temible.
- El poder le pone nerviosa.
- No, solo soy muy consciente de cómo funciona, de que en EE UU el centro y la izquierda cedieron su poder a la derecha por su ingenuidad y por la necesidad de que la gente piense que vota según su conciencia, lo cual es lo más narcisista que se puede hacer, porque el mundo es más grande que tu conciencia narcisista. Hay que pensar y votar estratégicamente.
- Una de sus frases más famosas, 'Tu cuerpo es un campo de batalla', surgió cuando iba a participar en una manifestación pro-aborto. Aunque no se considera una artista feminista sino una feminista artista, ¿qué piensa de la evolución del feminismo?
- No creo que haya un solo feminismo. Creo que hay feminismos, en plural, que hay muchas formas de ser mujer y de ejercer desde la autonomía y el poder. Y esos feminismos varían en términos de clase, de color, de género. Cada persona puede intentar ejercer esa autonomía y poder de forma diferente. Y, por supuesto, estamos viendo una enorme resistencia a nivel mundial con el auge de la 'machosfera', que es enorme y lo que domina la política global.
- ¿Puede poner algún ejemplo?
- En Reino Unido estamos viendo cómo Nigel Farage dominará al partido conservador con su partido reformista, al igual que Trump dominó a los republicanos con MAGA. Y observo lo que ocurre en España, por supuesto, y lo que ocurre en Europa, con Viktor Orbán en Hungría. O lo que pasa en Italia. Todo esto es una resistencia a ciertas medidas más facilitadoras para la igualdad. Y también tenemos la resistencia a la inmigración global, un problema enorme.
«No me gustan las fiestas, las inauguraciones, las cenas...»
La muestra 'Another day, another night' (Otro día, otra noche) dedicada a Barbara Kruger en el Guggenheim supone un repaso a cinco décadas de su arte y puede contemplarse hasta el 9 de septiembre.
- ¿Cómo ha sido instalar la muestra en Bilbao?
- Fue una alegría hacerlo allí. El equipo fue maravilloso, el espacio fue tan... Fue genial trabajar con ellos. La instalación es mi parte favorita del trabajo. No me gustan las fiestas, las inauguraciones, las cenas... No me encuentro a gusto con eso. Pero instalar allí fue un placer. Soy afortunada de tener estas oportunidades a mi avanzada edad.
- En el Guggenheim, ha traducido algunas de las piezas al español y el euskera. ¿Siempre hace este trabajo cuando no está en un país anglosajón?
- Sí, siempre intento hacerlo. En Alemania, lo hago en alemán, aunque la gente allí dice '¡Oh, no, podemos hacerlo en inglés!'. Si voy a Dinamarca contemplo parte de la obra en danés; en Corea, en coreano; en Brasil, en portugués... Y, por supuesto, el tren de Ucrania está en ucraniano.
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