La galería de arte que se estrenó en Arco hace 30 años en un pequeño almacén y llegó en furgoneta
CarrerasMugica, la única en sección oficial, vendió nada más abrir sus puertas tres obras de June Crespo por 16.000 euros a un conocido coleccionista belga
Ignacio Múgica ya está acostumbrado a que el Guggenheim haga una parada en su galería cada año. Conocía a Vidarte pero también a Miren Arzalluz: «Nos llamaron al ser la única galería del País Vasco, y quisieron, de alguna forma, hacer aquí la presentación con Miren. Es verdad que tenemos un espacio grande y prevén una avalancha de fotógrafos y periodistas. Entonces, para nosotros fenomenal, pues es hacer más ruido, haces un esfuerzo con tu trabajo y lo que quieres es que la gente lo vea. A Vidarte lo conozco mucho y con Miren coincidimos cuando fue la directora del Instituto Etxepare, siempre muy atenta. La verdad es que nos hizo mucha ilusión cuando la eligieron, y todo son expectativas favorables con ella».
Hoy, CarrerasMugica, como dice su propietario, tiene un amplio espacio, y nada más abrir sus puertas esta mañana, un coleccionista belga bastante conocido en el mundillo adquirió por 16.000 euros una obra de June Crespo expuesta in situ junto a otras dos que eligió en foto, además de llevarse también dos piezas de Mar de Dios, por 2.000 y 4.000 euros. El galerista llega a esta feria con piezas vendidas ya al Reina Sofía, concretamente una proyección y otras dos esculturas de Jon Mikel Euba, una instalación compleja a un precio elevado, 90.000 euros.
«Jon Mikel está obsesionado con el espacio, el cuerpo y la relación entre ellos, y una de las cosas que más le interesa es el mundo de la magia. Esa magia de los años 30, cuando metían en una caja a una señorita y un tío con un serrucho la cortaba en dos. Pero es que realmente había una caja, un espacio donde había dos personas en diferentes posiciones y demás. Entonces él consiguió manuales de aquella época y estudió esa relación entre el espacio, la persona, las diferentes posturas... Estaba obsesionado con cómo sacaban la mano por un sitio, el pie por otro...».
Sabe muchas historias Múgica. «Mira, este cuadro de Juan Pérez Agirregoikoa, con el caballo del saludo fascista. Juan siempre tiene una crítica social, una crítica política». Y si uno se fija, entre los coloridos caballos hay uno blanco con la pata levantada. Pero una de las mejores anécdotas es la que relata cómo empezaron Ignacio y su socio, Pedro Carreras, que abrieron hace ya 30 años un pequeño local en Bilbao, en la calle Colón de Larreategi: «Y en tres meses no vendimos ni una obra». Ambos tenían sus trabajos 'alimenticios' y hasta el año 2002 así siguió siendo porque aquello no daba. Sin embargo, «entre 2002 y 2008, las cosas fueron espectaculares, no como ahora», confiesa. Aun así, la galería hoy está llena.

En aquellos inicios pensaron que sería buena idea formar parte del espectáculo de Arco, y llamaron para participar. «Nos dijeron que el único hueco que les quedaba era un almacén de electricidad y les dijimos que sí, claro. Así que allá nos fuimos en una furgoneta». ¿Y qué obras llevaron? «Pues como no teníamos contactos, cogimos el tomo de las antiguas páginas azules de Telefónica y conseguimos el número de Chillida. Porque Eduardo fue siempre extremadamente generoso y de apoyar a los jóvenes. Y llamamos a su casa y hablamos con Pili (Pilar Belzunce), y le dijimos 'somos una galería joven de Bilbao que acaba de abrir y nos gustaría colaborar con Eduardo y tal'. Yo creo que Pili alucinó un poco«, recuerda divertido Múgica, que estudió en la Comercial y trabajó en Iberia, la Disney y en la Price Waterhouse Coopers, siempre en optimizador de procesos, informática. Hasta que su pequeña galería empezó a tirar.
La familia de Chillida lo habló con el artista: «Y yo creo que él pensó que estábamos locos porque el momento era muy malo, el 94, con otra de estas crisis periódicas que tenemos. Y Eduardo dijo, 'mira, estos chavales están locos, pues yo también'. Y nos dejó un hierro que yo me hacía cruces. Valía 15 millones de pesetas. Yo decía, '¿a quién voy a vender este hierro de 15 millones? Pero lo vendimos a un coleccionista fantástico«. Que a fecha de hoy, después de 30 años, sigue comprándoles piezas. De hecho, está por aquí. Y por esta gran historia de sus pequeños comienzos es por lo que destaca la necesidad de que la gente joven se atreva a montar galerías para salvar el coleccionismo y ayudar a los artistas.
En las paredes de Arco ha colgado hoy cuatro obras de su admirado Chillida, a precios entre 140.000 y 180.000. Muchos otros artistas venden gracias a la exhibición que de sus piezas hace una galería que hoy es reconocida internacionalmente: además de todos los citados, exponen en este stand Armando Andrade Tudela, Ángela de la Cruz, Oier Iruretagoiena, Asier Mendizabal, Ignacio Sáez, Jorge Satorre, Richard Serra, Susana Solano, Antoni Tàpies...
Insiste Múgica en que no hace falta gastarse mucho dinero para empezar a coleccionar arte, y para ello muestra el catálogo que ofrece aquí. El abanico es muy amplio, va desde los 2.000 euros de un cuadro de Ignacio Saez o los 3.000 de una obra de Rafael Ruiz Balerdi, hasta los 360.000 de una pieza de Richard Serra. Pero aquí, como en todo, hay muchos tonos intermedios.
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