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El archivo secreto de Balenciaga
El Gobierno vasco adquiere para el Museo de Getaria por 650.000 euros más de 8.000 documentos con bocetos y anotaciones que permitirán conocer el proceso creativo del modisto vasco
Cristóbal Balenciaga (Getaria, 1895-Jávea, 1972) solo dio dos entrevistas al final de su vida. Su figura siempre estuvo rodeada de misterio y hermetismo. A ... los doce años aprendió a utilizar la máquina de coser de su madre, Martina Eizaguirre, costurera de los marqueses de Casa Torres. Su padre, marinero y alcalde del Partido Liberal de Sagasta, solía transportar en su barco a la reina María Cristina y sus hijos durante el veraneo en la costa vasca. Cristóbal salió con diez años de su pueblo para para instalarse en San Sebastián y allí aprendió el oficio de sastre. En plena Guerra Civil se marchó a París, donde se convirtió en el nombre más exquisito de la alta costura.
Inaugurado en 2011 en su localidad natal, el Museo Balenciaga es el único dedicado en el mundo a un diseñador que, a pesar de cerrar sus talleres hace más de medio siglo, sigue bautizando una marca icónica de ropa y complementos que sigue siendo una de las más deseadas. Sin embargo, la firma que dirige el georgiano Demna Gvasalia, que agota zapatillas con agujeros a 1.450 euros y protagoniza polémicas al fotografiar a niños con peluches sadomasoquistas, nada tiene que ver con la figura del modisto vasco, que este año volverá a estar de actualidad gracias a la serie biográfica de los directores de 'Handia', que estrenará Disney Plus.
El museo de Getaria ha enriquecido sus fondos con la adquisición de 8.362 dibujos y documentos que serán decisivos a la hora de entender el proceso creativo del diseñador. Fechados entre los años 40 y 60, ninguno está firmado, aunque en una quinta parte se pueden encontrar anotaciones y esbozos de la propia mano de Balenciaga, que delegaba en colaboradores el dibujo de sus diseños. Hay bocetos de vestidos de colección con muestras del tejido original adheridas con un alfiler, ensayos tomados a vuelapluma en papel de hotel o de líneas aéreas, instrucciones para desfiles, órdenes de trabajo para los 'ateliers' y figurines de teatro de mediados de los años 40, una actividad de la que apenas existía documentación.
«Es un archivo que formará parte del patrimonio documental vasco, que se verá así enriquecido», se felicita el consejero de Cultura y portavoz del Gobierno vasco, Bingen Zupiria. 650.000 euros ha costado la adquisición de esta colección privada que pertenecía al diseñador italiano Lorenzo Riva, quien trabajó como director artístico de la firma Balenciaga entre 1980 y 1982. Cuando la marca negociaba su venta al grupo Bogart, Riva tuvo el buen ojo de añadir al finiquito económico una indemnización en especie: el archivo que ha acabado en el museo guipuzcoano.
Son más de 80 álbumes con la documentación que llevaban cuarenta años sin ver la luz, bien conservados, y que ya se encuentran en el Archivo Histórico de Euskadi. El primer paso es digitalizarlos para que los investigadores puedan consultarlos sin dañar los originales. Después pasarán al Museo Balenciaga, que en abril organizará una exposición con más de 150 bocetos que son, ante todo, materiales de trabajo. Curiosear entre ellos supone sumergirse en la historia de la moda. Los dibujos a tinta, lápiz y acuarela revelan algunos de los diseños más emblemáticos que cambiaron la imagen de la mujer. También son el recuerdo de una irrepetible era de glamour: papel de cartas del hotel Drake de Park Avenue, siluetas y bordados que hoy serían carne de Instagram.
Solo la Maison Balenciaga en París, que no abre sus secretos al público, dispone de un fondo mayor. «Aspiramos a ser el centro de referencia a nivel internacional sobre la figura de Cristóbal Balenciaga», afirma su directora, Miren Vives. «Nuestras colecciones dependen de la generosidad de muchas personas privadas, de clientes de Balenciaga. No teníamos prácticamente ningún material sobre el proceso de creación y producción. Y esta documentación de trabajo, bocetos de 'atelier' y de ideas previas, contienen esbozos de algunas de las líneas que van a dar lugar a sus modelos icónicos en los 50: el traje semiajustado y el modelo midi, que desembocarán en la línea túnica y saco».
Muchos de los vestidos contenidos en el archivo nunca pasaron a formar parte de las colecciones. Las pruebas caligráficas han demostrado la autoría de las anotaciones y órdenes que el maestro daba a los 'ateliers' o a su secretario personal, Gerard Chueca. «La sorpresa ha sido encontrarnos con figurines para obras de teatro que no conocíamos y que abren una interesante vía de investigación», destaca Miren Vives. Los documentos también revelan que la presentación de las colecciones no solo se hacía un par de veces al año en París, sino también en Cambridge, Londres, Nueva York, Alcalá...
«Los ámbitos de investigación y conocimiento que abre este archivo son muy importantes», señala la directora del Museo Balenciaga, que agradece a Lorenzo Riva que no hubiera subastado su legado al mejor postor. «En los años 80 todavía no existía la vertiente patrimonial del archivo de moda, no se valoraba. Gracias a ello podremos entender el proceso creativo de Cristobal Balenciaga, que está muy poco documentado. Eso no tiene precio».
Para Miren Vives, el fondo documental adquirido no es tanto material expositivo, aunque posee una clara dimensión artística. «Son estéticos y merece la pena verlos». Existen las declaraciones de las costureras que trabajaban con el modisto y que permiten conocer la organización del taller, pero no está documentado el trabajo del grupo más cercano al diseñador. Según los testimonios, Balenciaga vivía para su profesión. Así lo revelan sus anotaciones, siempre en español, que descendían al detalle.
«Decidía todo, era un obseso del control: formas, colores, el órden de la presentación, el 'atelier', la modelo...», enumera Vives. «No salía nada con la etiqueta Balenciaga que él no hubiera supervisado». La responsable del Museo de Getaria mantiene una «buena colaboración» con la marca Balenciaga, «que también está haciendo un esfuerzo de recuperación, organizando su archivo». Sabe que este año el modisto vasco se pondrá de moda con la serie de Disney Plus, que se verá en todo el mundo.
«Sus responsables han visitado el museo bastantes veces para documentarse. Nos han hecho preguntas, pero no sé de qué manera eso se ha interiorizado en el guion». Cuando Miren Vives vio las fotografías de Alberto San Juan caracterizado se quedó sorprendida del parecido. «Seguramente veré la serie después de todo el mundo, prefiero que pase el ruido mediático y así cuando me preguntéis diré que no la he visto», aventura. «Es una ficción y se tomará licencias, pero estoy convencida de que habrán sido respetuosos con la figura de Balenciaga. Habrán puesto su talento en un lugar muy preminente. En los últimos años, las polémicas de la marca pueden llegar a hacer más ruido que el propio nombre de Cristóbal. La serie le dará la vuelta a esto y contribuirá a que jóvenes vengan al museo sabiendo que no van a ver zapatillas».
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