Amor y teatro en buena compañía
Día Mundial del Teatro. ·
Compartir vida y escenario es una apuesta que renuevan artistas de distintas generacionesPocos oficios mueven tantos sentimientos como el teatro, incluido el amor. Entre bastidores se forman parejas artísticas y sentimentales que comparten riesgos y alegrías, como ... si se embarcaran en una gira de por vida con su futuro en una maleta. La escena independiente no sería la misma sin pioneros como Petra Martínez y Juan Margallo, que nunca han dejado de divertirse pese a sus encontronazos con la censura. Esa mirada crítica se ha ido renovando generación tras generación, crisis tras crisis, con compañías como la bilbaína La Pacheca Collective, donde Bea Insa y Ángel Mirou se reparten todas las tareas para levantar sus producciones. Hoy celebran el Día Mundial del Teatro con la sensación de que el escenario es su casa.
«El teatro sin Juan no me apetece hacerlo», dijo Petra Martínez cuando les concedieron el Premio Nacional de Teatro en 2022. Ese mismo año ganó un Goya y es muy conocida por series como 'La que se avecina', pero tiene claras las diferencias. «En cine y televisión me dicen lo que tengo que hacer. El teatro me cuesta mucho si no puedo decidir», asegura. «En inglés 'to play' es interpretar y es jugar y yo siempre he pensado que el teatro es juguetón. No ganas mucho dinero, pero es muy divertido hacerlo».
Ha sido así desde que se conocieron en el Teatro Estudio de Madrid (TEM), mientras aprendían el oficio con William Layton y Miguel Narros. «Yo me enamoré perdidamente, a él le costó más», confiesa ella. Y Juan enseguida salta: «A lo mejor es que tú eres más expresiva». Forman equipo desde 1969, el año en que nació su hijo mayor. «La primera vez que se hizo 'Castañuela 70', que tuvo mucha repercusíón, yo estaba embarazada y actuó Rosa Montero, aunque ella lo que quería era escribir. Tuvimos suerte. La familia de Juan tiene muchas hermanas y nos ayudó muchísimo con el niño». Tampoco les frenó la prohibición de 'Castañuela 70', que parodiaba los últimos años del franquismo. Todo lo contrario. «Eso nos permitió actuar para los trabajadores españoles que habían emigrado a Europa. Francia, Alemania, Holanda, Bélgica... Allí no había censura. En España para hacer una obra tenías que presentar tres libretos, y todos los días había que reservar dos butacas por si venían los policías». El contacto con el exilio fue un gran aprendizaje. «Hablábamos de cosas que yo no había oído nunca, porque en las casas no se hablaba de política», recuerda Petra Martínez.
La dictadura franquista y la Transición que ellos vivieron son fuente de inspiración para La Pacheca Collective. La compañía bilbaína lleva a escena temas como la represión en las cárceles de mujeres, la carga policial del 3 de marzo en Vitoria, los niños robados y las andanzas del Rey emérito, a quien convierten en monologuista con Froilán como representante. Siempre con una mirada crítica y con humor, «buscando lenguajes que conecten con el público». Cuando se conocieron en Pabellón 6 hace ocho años, ambos tenían un camino recorrido. Bea Insa, valenciana, se curtió en el 'Ship of Fools', un barco holandés con el que navegó por el Mediterráneo ofreciendo espectáculos, y estaba «en una etapa de transición» para afincarse en Bilbao. Ángel Mirou siempre se había dedicado a escribir, sobre todo guiones. Pronto se dieron cuenta de que miraban en la misma dirección. «La conexión personal y la profesional surgieron casi a la vez», cuentan. «Las ventajas de trabajar juntos son muchas: la confianza y la complicidad, poder decir claramente 'esto yo no lo veo' sin que haya egos. La obra sobre el emérito, por ejemplo, surgió en una sobremesa. Lo malo es que a veces es difícil desconectar».
En 2017 estrenaron su primera producción, 'Paradigma', y ya tienen siete obras en cartel. En salas pequeñas se bastan ellos dos. Bea Insa suele actuar sola, dando vida a varios personajes, y Ángel Mirou se encarga del vídeo y el sonido. Los dos escriben y se alternan en la dirección. ¿Y las cuentas? «Somos autónomos y hay un fondo común para nuestras producciones, pero cada uno tiene trabajos independientes», explica ella. «Yo doy cursos y talleres, doy clases en la BAI, y Ángel lleva un año potente con guiones y ha empezado a hacer cómic. Si creemos en algo no nos cuesta poner el dinero, nos lanzamos».
La precariedad es algo que no ha cambiado en todos estos años. En Tábano hicieron una película con Adolfo Marsillach y Petra y Juan aprovecharon el dinero «para dar la entrada de un piso que era muy barato, por el barrio de El Pilar. Pagábamos una hipoteca mínima y eso nos ayudó mucho, nos acostumbramos a vivir como podíamos. Alicia Sánchez y yo hemos hecho arroz blanco con huevos y tomate muchísimas veces para el grupo entero». Además de en Tábano han estado en El Búho y El Gayo Vallecano y en los ochenta fundaron Uroc, una cooperativa familiar. «Ha habido momentos de muchas dificultades económicas. Tenemos un público limitado pero fiel». Un día preguntaron a sus hijos, Juan -compositor y especialista en iluminaciòn y sonido- y Olga -directora de escena- si de niños habían sentido que faltaba dinero en casa y les contestaron «que todo lo contrario, porque viajaban con nosotros los fines de semana».
Han hecho muchos kilómetros quedándose en casas de compañeros. Esa red de apoyo se ha debilitado pero aún hay «complicidades», asegura La Pacheca Collective. Lograron mantenerse activos en la pandemia, primero con «teatro confinado», con el público conectándose desde casa, y luego «viajando con mascarilla y certificado sanitario». Han actuado en Colombia y han hecho minigiras en teatros rurales. Lo mejor es que empiezan a recibir emails y llamadas de gente que no conocen. «Yo creo que el teatro es insustituible», concluye Juan Margallo. «Esa presencia no se iguala con la televisión, con el cine ni con nada. Siempre se ha dicho que el teatro está en crisis y creo que esa es la prueba de que no se va a acabar nunca».
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