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La capital alavesa ofrece una rica oferta gastronómica, rincones para recorrer el patrimonio y la historia vasca, y una tupida red de sendas para disfrutar, a pie y en bicicleta, de paseos por la naturaleza
Pasado y presente unen sus extremos en Vitoria-Gasteiz, una ciudad que conserva vivos numerosos fragmentos de su historia medieval, como su trazado casi intacto desde que se fundó en el siglo XII, mientras vibra de actividad en sus plazas, museos, terrazas y restaurantes. El verde domina la paleta de colores de la capital alavesa, que ha apostado por cuidar y potenciar sus recursos naturales; el Anillo Verde abraza la ciudad con sus 33 kilómetros de senderos y humedales para disfrutar, a pie o en bicicleta de la naturaleza sin salir de los límites urbanos.
La ciudad fue la primera en ser reconocida como destino urbano ecoturista en España. Para escapadas breves, son de parada obligada los humedales de Salburua, uno de los parques del Anillo Verde. En caso de disponer de más tiempo, también destacan el Jardín Botánico de Olarizu y el bosque de Armentia.
La capital alavesa se ha consolidado como exponente de la cocina vasca, con una gran oferta de pintxos, platos típicos y propuestas sofisticadas. Es también la carta de presentación de algunos de los mejores productos de Álava: la sal del Valle Salado de Añana; el queso Idiazabal de Ayala; el goxua de Gorbeialdea, uno de los principales postres vascos… Una visita enogastronómica a Vitoria-Gasteiz es toda una invitación a continuar el recorrido por las diferentes cuadrillas (comarcas) del territorio y por el resto de Euskadi.
Trece años después de haber ostentado el título de Green Capital, Vitoria-Gasteiz también invita a dar una vuelta por sus calles y callejones, a dejarse llevar por los olores que despiden su fogones, a recorrer una ciudad llena de historia y de historias ligadas a su gastronomía. El visitante no puede perderse el Mercado de Abastos, un escaparate para asomarse a los mejores productos de las huertas, queserías y cuadras alavesas, un edificio singular y dinámico que cuenta también con gastrobares para seguir disfrutando de la excelente cocina vitoriana.
La Catedral de Santa María es uno de los principales reclamos turísticos de la ciudad. Está ‘abierta por obras’ y se puede recorrer cada rincón del edificio, desde la cripta hasta la torre, pasando por el triforio.
El Palacio de Bendaña, un edificio renacentista que alberga el Museo Fournier de Naipes, es otra construcción de obligada visita, donde poder visitar la mejor colección de naipes del mundo. El edificio, de tres plantas y realizado en piedra de sillería, tiene la organización y las formas decorativas del renacimiento, especialmente en las galerías del patio. También pueden observarse algunos elementos del gótico tardío, como la puerta de arco apuntado de la fachada principal y la bóveda octogonal estrellada sobre la escalera interior.
El Mercado de Abastos y varias enotecas de la ciudad ofrecen catas donde apreciar el carácter de los vinos de Rioja Alavesa y del txakoli de Álava que se produce en el Valle de Ayala con las variedades hondarribi zuri y hondarribi zuri zerratie. Los viñedos de esta comarca, regados con las aguas del Nervión, surten las bodegas locales que llevan elaborando txakoli desde el siglo XI, tal como recogen diversos documentos de la época.
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