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Las hernias afectan a hombres y mujeres de todas las edades y, aunque puedan parecer una molestia menor, no conviene ignorarlas porque no desaparecen solas y, si no se tratan, pueden crecer o complicarse

Las hernias abdominales son más comunes de lo que creemos. Afectan a hombres y mujeres de todas las edades, aunque son más frecuentes a partir de los 50 años. Aunque pueden parecer una molestia menor, no conviene ignorarlas: no desaparecen solas y, si no se tratan, pueden crecer o complicarse.
El doctor Carlos Emparan, especialista en Cirugía General y del Aparato Digestivo del Hospital Quirónsalud Vitoria, explica que una hernia no es más que «un defecto en la pared abdominal, una especie de grieta por la que se escapa hacia fuera algo que debería estar dentro, como grasa o incluso parte del intestino».
Estas hernias pueden aparecer en distintas zonas del abdomen. Las más frecuentes son las hernias inguinales (en la ingle), umbilicales (alrededor del ombligo) y las hernias incisionales (que aparecen tras una cirugía). Aunque en ocasiones no provocan síntomas evidentes, suelen manifestarse como un bulto abdominal que aumenta con el esfuerzo físico, al toser o al estar de pie, y que puede ir acompañado de molestias o dolor.

Según la Asociación Española de Cirujanos, las hernias inguinales afectan a aproximadamente al 27% de los hombres y al 3% de las mujeres a lo largo de su vida, lo que las convierte en una patología muy frecuente. El diagnóstico suele comenzar con una exploración física por parte del médico, que valora la presencia de un bulto o zona débil en la pared abdominal. En muchos casos es suficiente con la palpación, pero si hay dudas, se pueden solicitar pruebas de imagen como una ecografía o una resonancia magnética, especialmente en hernias pequeñas o poco visibles. Estas pruebas ayudan a confirmar el diagnóstico y planificar el mejor tipo de intervención.
El momento adecuado para realizar una operación de hernia depende, principalmente, de si causa molestias. «Si una hernia da síntomas, aunque sea pequeña, lo razonable es plantear su reparación antes de que aumente o genere complicaciones. No es necesario esperar a que se agrave, es mejor operar cuando se puede elegir el momento y no cuando ya no hay más remedio», explica el doctor Emparan.
Además, aunque algunas hernias no duelen al principio, pueden hacerlo con el tiempo o tras ciertos esfuerzos físicos. En personas activas o deportistas, incluso hernias pequeñas pueden limitar la actividad y empeorar progresivamente.
Existen dos formas principales de realizar una cirugía de hernia abdominal: la cirugía abierta tradicional y la cirugía laparoscópica. En ambos casos se utiliza una malla quirúrgica para reforzar la pared abdominal y reducir el riesgo de que la hernia vuelva a aparecer. Sin embargo, la principal diferencia está en cómo se accede a la zona afectada.
En la cirugía tradicional se realiza una incisión amplia (de varios centímetros) directamente sobre la hernia. Esto implica una cicatriz mayor, más molestias en el postoperatorio y un tiempo de recuperación algo más lento.
En cambio, la laparoscopia es una técnica mínimamente invasiva. «Hacemos pequeñas incisiones de apenas unos milímetros, por donde introducimos una cámara y los instrumentos necesarios para trabajar desde dentro del abdomen», explica el doctor Emparan. Esta técnica permite una intervención más precisa, menos dolorosa y con menor riesgo de infección. Además, al tener una visión más completa del interior del abdomen, la laparoscopia permite detectar y reparar otras posibles hernias en la misma intervención. «A veces el paciente solo nota un bulto en un lado, pero al explorar vemos defectos también en el otro lado o en el ombligo. Con laparoscopia podemos solucionarlo todo de una vez», añade el especialista.
Una de las grandes ventajas de la laparoscopia es la recuperación. Muchos pacientes pueden volver a casa el mismo día o al siguiente. «Desde el primer día les pedimos que se muevan, que caminen. A la semana pueden hacer vida prácticamente normal, evitando solo los esfuerzos importantes como levantar peso», explica el doctor Emparan. Eso sí, se recomienda evitar actividades físicas intensas durante las primeras cuatro a seis semanas, que es el tiempo que tarda el cuerpo en integrar bien la malla y consolidar la reparación.
«No hacer nada no es una solución», advierte el especialista. Las hernias no tratadas pueden crecer, generar molestias crónicas, limitar la actividad física o, en el peor de los casos, provocar una estrangulación del contenido abdominal, una situación que puede comprometer seriamente la salud del paciente.
La experiencia del doctor Emparan en cirugía laparoscópica de la pared abdominal, con más de 1.500 procedimientos realizados desde 2007, le permite afirmar que «la mayoría de los pacientes que se operan por laparoscopia están encantados de haberlo hecho. Es una intervención segura, eficaz y con una recuperación muy agradecida».
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