Secciones
Servicios
Destacamos
Edición
Es curioso que algo tan inútil sea tan prevalente, alguna razón debe existir para que se viva de una forma tan común.
Dándole vueltas a encontrar una explicación coherente a la frecuencia de esta, llamémosle, costumbre, llegué a la conclusión teórica de que estábamos en presencia de un atavismo, de un resto heredado de nuestros ancestros más antiguos. Para ellos tenía una razón poderosa y, realmente les era imprescindible.
Imaginemos un tiempo muy pretérito en el que una tribu, una familia, un grupo de individuos de todas las edades camina por el bosque llanura u otro entorno y llega la hora de acostarse, de dormir.
En ese momento el jefe, el de más edad del grupo comienza a roncar de una forma desaforada que ríanse de los roncadores actuales. Ese estruendo brutal en medio del silencio de la noche se extiende dando a entender a cualquier animal que lo oiga que detrás de ese tremendo ruido nocturno debe haber un animal fiero y descomunal. Ese sistema de defensa protegía a la tribu hasta que el roncador fallecía o su ronquido perdía potencia. Entonces aparecía otro roncador, generalmente la madre de los menores y sustituía al roncador habitual.
En nuestro medio ese sistema de defensa, aunque inútil, se ha perpetuado y, de hecho, las mujeres desarrollan esa capacidad en la edad madura. Digo capacidad por respeto a nuestros ancestros.
«Yo de un tipo que no ronca, no me fío». Así suelo comenzar mis intervenciones en conferencias sobre el ronquido. Aunque es una broma, tiene un sentido de respeto hacia nuestros ancestros.
Yendo al efecto que el ronquido, ese atavismo, tiene en la vida actual, puede producir y produce muchos efectos adversos en la vida cotidiana sobre todo en las noches. Efectos que pueden ser simplemente condicionantes de la relación social, con parejas que tienen que dormir en habitaciones separadas si tienen alguna sobrante y lejana. También influyen e, incluso, impiden los viajes con amigos si tienen que compartir apartamentos y no digamos si comparten habitación en un hotel.
Hay sistemas más o menos traumáticos que van desde la pérdida de peso hasta la cirugía agresiva como es la Uvulopalatofaringoplastia. Detrás de ese complicado nombre hay una forma de eliminar el ronquido extirpando la parte más posterior del paladar blando con la úvula o campanilla. Otros métodos menos agresivos se basan en colocación de férulas de mayor o menor éxito que basan su función en evitar el retraso del maxilar inferior.
Aparte del divorcio, el mayor y más grave problema que puede acompañar a los ronquidos es la apnea obstructiva del sueño.
El sueño es como un menú con platos desde entrantes hasta postre todo seguido. Las apneas del sueño interrumpen esa secuencia produciendo cada vez una parada y reinicio de las fases del sueño. Es como comer cuatro entrantes seguidos sin llegar al chuletón con lo que la comida es poca, nada variada y con pocos nutrientes. Esta falta de dormir sin las fases fisiológicas del sueño hace que aunque uno pase muchas horas en la cama con sensación de que ha dormido mucho no ha descansado casi nada. Durante el sueño se producen muchas de las funciones que hacen que nuestro organismo esté preparado para iniciar la actividad por la mañana y aguantar el día entero. Es el ritmo circadiano que nos permite vivir confortablemente.
Hay grados de apnea con diferente gravedad en función del número de eventos obstructivos que se tengan por cada hora. El sueño se estudia con las diferentes pruebas del sueño que miden tanto eventos obstructivos (apneas, hipopneas) como saturación-desaturación de oxígeno, frecuencia de pulso, número de ronquidos totales, respiraciones por minuto, flujos respiratorios, etc.
Cuando el número de eventos por hora supera una cifra máxima se considera que el paciente sufre una SAOS (Síndrome de Apnea Obstructiva del Sueño). Cuando la enfermedad se confirma es necesario hacer que el paciente duerma con una máquina de presión positiva (CPAP) para evitar el cierre de las vías respiratorias altas y así eliminar las apneas.
No es una cuestión baladí, al margen de riesgos de generación de enfermedad cardiovascular y otras por las apneas, se generan otros problemas que pueden llegar a ser gravísimos. La vida de una persona así no es ni productiva ni satisfactoria y, algo muy peligroso, existen estudios que afirman que uno de cada cuatro accidentes de tráfico está causado por este tipo de pacientes o que una persona con este problema tiene un riesgo siete veces mayor de sufrir un accidente que alguien que no lo tiene.
MÁS INFORMACIÓN
José María Anda Fernández. Médico especialista en Otorrinolaringología
Dirección: Plaza de la Provincia, 7 – 1º izqda. (Vitoria-Gasteiz)
Teléfono: 610 358 006 / 945 284 599
Content Service elaborado por SRB Ediciones.