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XVII PREMIOS FUNDACIÓN BBVA FRONTERAS DEL CONOCIMIENTO

Toshio Hosokawa: Música y ópera

El composidor japonés ha sido galardonado por el extraordinario alcance internacional de su música

EL CORREO

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El Premio Fundación BBVA Fronteras del Conocimiento en la categoría de Música y Ópera ha sido concedido a Toshio Hosokawa por el «extraordinario alcance internacional de su obra» al haber «construido un puente entre la tradición musical japonesa y la estética contemporánea occidental». El compositor japonés –relata el acta del jurado– es uno de los creadores más originales y aclamados de nuestro tiempo. Su extenso catálogo, que abarca todos los géneros, está inspirado tanto por la filosofía zen como por la utilización de una escritura tímbrica de alto rigor y de una riqueza sumamente original y reconocible.

Hosokawa es uno de los compositores japoneses contemporáneos de mayor proyección internacional en la actualidad. Su capacidad para imbricar una gran cantidad de elementos de la tradición japonesa, que van desde el ‘gagaku’ (música de la corte imperial japonesa) o el teatro ‘nō’ hasta la inclusión de instrumentos fundamentales en su cultura como el ‘shakuhachi’, el ‘shō’, el ‘koto’ y el ‘shamisen’, le ha permitido escribir «hitos de la música contemporánea como sus óperas ‘Hanjo’ (2004), que recuerda los cantos rituales del Japón ancestral, y ‘Matsukaze’ (2011), que despliega un lirismo contenido, pero profundamente expresivo», destaca el jurado.

El secretario del jurado y director musical del barcelonés Gran Teatre del Liceu, Víctor García de Gomar, ha subrayado que Toshio Hosokawa continúa una línea –la que fusiona tradición musical japonesa con música clásica occidental– que comenzó con Tōru Takemitsu, pero que en este caso «va más allá, especialmente en lo tocante a la experimentación. Hosokawa se convierte él mismo y convierte a su música en este puente entre dos culturas».

Tras sus primeros estudios de piano y composición en Tokio, llegó a Alemania en 1976 para estudiar composición con el maestro surcoreano Isang Yun en la Universidad de las Artes de Berlín y continuó sus estudios con el compositor suizo Klaus Huber en la Escuela Superior de Música de Friburgo (Alemania) entre 1983 y 1986. Durante su formación en el país germano descubrió que la música a la que allí prestaban más atención no era la música occidental que tanto había admirado en su Japón natal, sino la de otros países alejados geográficamente del viejo continente, como la de Indonesia, China o Japón. Gracias a ello, volvió la mirada hacia la música de su país natal, contemplándola desde Europa con cierta añoranza y, por recomendación del maestro Yun, regresó para estudiarla en detalle: «Descubrí la música de corte japonesa o la música de los bonzos, los monjes budistas, y esas músicas que formaban parte de las ceremonias rituales, que no me habían llamado la atención anteriormente».

Denunciar las catástrofes nucleares

Su nombre empezó a adquirir relevancia internacional a principios de la década de 1990 con la serie de obras de cámara titulada ‘Landscapes’, pero fue el éxito alcanzado con su oratorio ‘Voiceless Voice in Hiroshima’ y su obra orquestal ‘Circulating Ocean’, que la Filarmónica de Viena estrenó en el Festival de Salzburgo de 2005, lo que impulsó definitivamente su música hasta alcanzar los atriles de las orquestas y salas de conciertos más importantes del mundo. En el mencionado oratorio, Hosokawa explora la devastación de su ciudad natal tras el ataque de la bomba atómica al final de la Segunda Guerra Mundial, a través del brutalismo de los metales y la percusión, y contrasta con el colorido paisaje de los acordes del coro. Su propia madre es ‘hibakusha’ –término japonés para designar a las personas bombardeadas–, superviviente a la bomba nuclear que Estados Unidos lanzó sobre los civiles de las dos islas japonesas, por lo que el desastre nuclear es un tema muy cercano a su historia personal, y del que se ha hecho eco en otras piezas. ‘Meditation. To the Victims of Tsunami’ (2012) es una elegía a todas las víctimas de este accidente. La pieza comienza siendo un canto silencioso y evoluciona hacia una estridente alarma de la inminente catástrofe, transmitida a través de la percusión y de los instrumentos de metal.

«Ha construido un puente entre la tradición musical japonesa y la estética contemporánea occidental»

Acta del jurado

Al igual que todas las artes tradicionales japonesas buscan integrarse con la naturaleza, Hosokawa hace lo propio con la música. Habla del ‘ikebana’, la tradición de arreglos florales en la que se utilizan las flores cortadas y sin raíces que solo duran uno o dos días sin marchitarse, o de la flor del cerezo, que a lo sumo dura una semana antes de desaparecer, como ejemplos de su inspiración. «En lo efímero –sostiene– reside la belleza de estos elementos, y con la música pasa lo mismo».

Además, el compositor observa el arte de la caligrafía tradicional japonesa para replicar sonido y silencio. El también compositor y director de orquesta Fabián Panisello, miembro del jurado en esta edición, considera que «sus obras parecen escritas de un solo trazo, como las letras de la caligrafía. Están repletas de elementos que buscan una complejidad técnica pero, tanto para el espectador como para los demás músicos, aparecen como una sola pieza».

Otro aspecto esencial en las composiciones de Hosokawa es la influencia del teatro japonés del’ nō’ en sus óperas. Por ejemplo, en ‘Vision of Lear’ (1998) adapta la tragedia shakesperiana con elementos de este género dramático ancestral nipón. Una de las características de estas representaciones teatrales es que los personajes son fantasmas, personas que han muerto en otra vida, y que llegan al escenario desde otro mundo. Allí cantan, se lamentan, danzan y se consuelan, antes de volver a regresar al plano de los espíritus. «Yo intento hacer algo parecido: tender puentes entre dos mundos», discurre Hosokawa.

Hosokawa es un autor muy prolífico, con una producción que se acerca a las 200 composiciones y que incluye conciertos para solista, música de cámara y música de cine, además de obras para instrumentos tradicionales japoneses y piezas orquestales. El compositor ha recibido numerosos reconocimientos: entre ellos, el primer premio en el concurso de composición del centenario de la Filarmónica de Berlín en 1982. De 1998 a 2007 fue compositor residente de la Orquesta Sinfónica de Tokio y fue nombrado miembro de la Academia de las Artes de Berlín en 2001. Además, fue compositor residente en la Bienal de Venecia (1995, 2001), la Orquesta Sinfónica de Tokio (1998-2007) y el Festival Internacional de Música de Lucerna (2000).

Actualmente es compositor residente de la Orquesta de València, una residencia que Hosokawa inició, en diciembre de 2024, con el estreno en España de su concierto para violín ‘Genesis’ una obra que tiene como solista a la brillante violinista alemana Veronika Eberle, para la que compuso la pieza.

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