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XVI PREMIOS BBVA FRONTERAS DEL CONOCIMIENTO

Partha Dasgupta: Economía, Finanzas y Gestión de Empresas

El jurado le ha premiado por sentar las bases de la economía medioambiental al incorporar el valor social de la naturaleza

EL CORREO

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Las investigaciones de toda una vida le han valido a Partha Dasgupta, profesor de la Universidad de Cambridge, el Premio Fundación BBVA Fronteras del Conocimiento en Economía, Finanzas y Gestión de Empresas. Como señala el jurado, Dasgupta sentó las bases «para definir y medir el desarrollo sostenible«, recogiendo como una variable determinante «el valor social de la naturaleza. A diferencia de las medidas de bienestar basadas en los flujos como el PIB, Dasgupta propuso medir el desarrollo sostenible como el cambio en el valor contable de la riqueza total», incluyendo en ese indicador el capital natural. «Estas ideas –concluye el acta– han aportado un marco para la contabilidad verde que ahora está ampliamente aceptado para medir el desarrollo sostenible».

«Es el economista de nuestro tiempo que más ha subrayado la importante interacción entre vida económica y entorno natural»

Presidente del jurado

El trabajo de Dasgupta y sus propuestas para medir el bienestar económico «son fundamentales en la actualidad», según Eric Maskin, presidente del jurado y Premio Nobel de Economía: «Es el economista de nuestro tiempo que más ha subrayado la importante interacción entre la vida económica y el entorno natural. En sus trabajos enfatiza que toda actividad económica tiene implicaciones para nuestro medio ambiente, casi siempre negativas (la degradación del entorno natural), y que esas implicaciones deben tenerse en cuenta para formular y llevar a cabo una política económica que realmente tenga sentido no sólo para las personas del mundo actual, sino también para las generaciones futuras».

Ya en sus primeras investigaciones en la década de los setenta Partha Dasgupta se preguntaba sobre si se podían sustituir los recursos agotables por otros bienes. A lo que se respondió, en un artículo firmado junto a Geoffrey Heal en 1974, que esa sustitución no era posible y que una economía debería conservar y repartir los recursos naturales a lo largo del tiempo, ya que el capital generado por la explotación de los bienes naturales no podía reponer el stock ni siquiera en términos contables, mucho menos en términos materiales. Por ejemplo, el beneficio empresarial no puede reponer los árboles talados para el proceso de creación del papel.

Frente al pensamiento económico tradicional, basado en la sustitución de un bien cuando empieza a escasear por otro similar, el científico llegó a la conclusión de que la naturaleza provee de algo que es mucho más importante e insustituible que los bienes: los procesos o servicios. «Mi propia comprensión de la economía –explica– se ha alejado de los bienes para acercarse a los procesos. Esas son las cuestiones fundamentales en las que los economistas deberíamos fijarnos. Claro que nos importan los bienes de la naturaleza, porque sin ellos no estaríamos aquí: agua, comida, ropa, etc. Pero nada de esto existiría sin los procesos subyacentes en la naturaleza». La regulación del clima, como el ciclo del agua, es un ejemplo de servicio, o proceso. «Si trastornas demasiado el clima también estarás alterando el ciclo del agua. Si se deforesta demasiado, si se elimina la biodiversidad del Amazonas, se va a exacerbar el sistema climático. Mi trabajo se ha centrado en incorporar esas cuestiones a la economía», aclara.

Dasgupta considera que la economía se ha dejado influir demasiado por la idea de que se puede resolver la escasez sustituyendo un bien por otro. «Pero esto tiene sus límites, cuando alteras los procesos. Pensemos en el caso del cuerpo humano: el proceso del metabolismo te mantiene en un estado saludable, por lo que es absurdo pensar que puedes sustituir un proceso por otro. Sería como decir: quiero tener menos capacidad digestiva y más capacidad para correr, o algo así. Sería una estupidez, porque estas dos cosas van juntas». El problema al que actualmente nos enfrentamos es que algunos de esos procesos de la naturaleza están amenazados por el cambio climático o la reducción de la biodiversidad derivados de la acción humana.

Medir la riqueza

La propuesta de Dasgupta es que los indicadores tradicionales que sirven para medir la evolución económica, como el PIB, no son capaces de dar una medida real del valor que tiene una economía, en primer lugar, porque son indicadores de flujos, es decir, miden los bienes producidos o servicios prestados en esa economía en un periodo de tiempo determinado (en el caso del PIB, un año): «El problema con un flujo es que no te dice nada sobre lo que puede pasar mañana –desarrolla Dasgupta–. Para eso se necesitan stocks».

Por tanto, su propuesta es realizar esas mediciones de riqueza y bienestar tomando en consideración la evolución de la acumulación del capital, las variaciones que presenta a lo largo del tiempo, en todos sus bienes y servicios: «Del mismo modo que las empresas tienen balances, además de la contabilidad de pérdidas y ganancias, deberíamos tener balances que incluyeran la evolución de la naturaleza, del capital natural, no sólo las fábricas, las personas formadas, las máquinas, etc., que ya figuran en las estadísticas nacionales, sino también la naturaleza».

Una segunda razón que esgrime para desechar el PIB como un indicador válido es que al no incluir la depreciación del capital, se podrían dar altas tasas de crecimiento mientras en realidad se está degradando la naturaleza. «Y eso es muy peligroso porque puedes encontrar dificultades, como ahora con el cambio climático. El cambio climático es un problema, pero el PIB no lo refleja porque la concentración de carbono no forma parte del cálculo de ese indicador. Por lo tanto, en las mediciones sobre la riqueza se debe incluir la naturaleza como parte de esa riqueza, es decir, los ecosistemas que se están utilizando», advierte.

Dasgupta destaca que en países como el Reino Unido ya se están creando nuevas fórmulas para contabilizar la riqueza que contemplan esas nociones, así como la Oficina de Estadística de las Naciones Unidas, que lleva tiempo intentando estimar los stocks, o China, que también lo está haciendo. En nuestro país, el programa de investigación socioeconómica que desarrollan la Fundación BBVA y el Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas (Ivie) ha elaborado recientemente estimaciones del capital natural para España, con la metodología que utiliza Naciones Unidas, inspirada en Dasgupta. Según el director del Ivie, Francisco Pérez, «las estimaciones indican que el avance del PIB y de la población en las últimas décadas no se acompasa con el mantenimiento de las dotaciones de capital natural por habitante. Atender a este tipo de evidencia al valorar el desarrollo es un ejemplo de lo que el profesor Dasgupta señala: necesitamos medidas adecuadas para poder interpretar la realidad correctamente, para valorar si avanzamos o retrocedemos y para «definir bien las políticas».

Esta íntima interrelación entre las esferas de la economía y la naturaleza es una constante en la investigación de Dasgupta, menos explícita en sus primeros trabajos, pero absolutamente central en la última década: «La contribución que considero más importante es reconocer que la economía humana no es algo separado de la naturaleza, sino que forma parte de ella, está completamente integrada en la naturaleza. Y esta distinción entre ser algo externo a la naturaleza y estar entretejido en ella es absolutamente fundamental». Desde esta óptica, ha reescrito y reconstruido la macroeconomía, la economía del desarrollo y la economía de la pobreza. «De lo que más orgulloso estoy es de reconciliar la economía con la ecología. Creo que los dos campos están profundamente entrelazados», concluye.

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