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Con más de 25 años de andadura, se dedica a la instalación, mantenimiento y reparación de sistemas de calefacción, climatización y ACS

Cuando se habla de familia, se habla de las personas que la forman. Es ese lugar donde los valores se aprenden y son una práctica diaria, aunque nadie esté mirando. Hay quienes intentan enseñar a sus hijos todo lo que a ellos les enseñaron. Otros no tuvieron esa suerte, pero se rodean de personas que les muestran el valor de los principios y los transmiten con el corazón. Y también están quienes han sido educados en valores, pero no ven la importancia en aplicarlos ni contagiarlos…
Cuando los buenos valores de la familia se trasladan al trabajo, se crea una cultura empresarial basada en la importancia de las personas, en la unión del equipo de trabajadores, en la lealtad, el compromiso… La visión cambia, la familia se vuelve equipo y las personas se vuelven familia.
Los valores han sido la raíz para que la empresa Servical Euskadi, nacida en el corazón de Bizkaia, siembre la tierra de la que se ha sabido sacar fruto, haciendo frente a los cambios del tiempo y a la incertidumbre…
Era el año 1999, en Bilbao, la gran revolución industrial había pasado, se empezaba a notar una pérdida de empleo en el sector industrial, aunque éste seguía siendo parte importante del tejido empresarial de la ciudad y comenzaba la necesidad real de una transición hacia los servicios avanzados. Es entonces cuando una familia decidió emprender un proyecto empresarial, basado en la confianza, la cercanía y la calidad, y en el esfuerzo de que saliese adelante.
Así nació Servical Euskadi, una pyme dedicada a la instalación, mantenimiento y reparación de instalaciones térmicas de calefacción, climatización y ACS. Desde el primer día el objetivo fue claro: ofrecer a sus clientes servicios de Kilómetro cero de la mejor calidad, con soluciones adaptadas a cada cliente, servicios a medida, sin copias o modelos importados. Los comienzos no fueron sencillos, pero detrás del proyecto había un equipo humano unido, como una familia, y los desafíos se convirtieron pronto en oportunidades.
Uno de los pilares que determinaron los principios de la compañía fue el arraigo territorial a la ciudad de Bilbao, que siempre será el origen. La cultura de la ciudadanía vasca sirvió de impulso para la compañía, por la mentalidad honesta, transparente, tecnológica e innovadora de la población.
Con esfuerzo, ilusión y mucho trabajo, el equipo fue ganándose la confianza de los clientes, paso a paso, demostrando que el esfuerzo en el trabajo diario, el interés por hacer las cosas bien y el compromiso con las personas era lo más importante para la compañía.
Lo que empezó con un grupo de 9 integrantes en una oficina del barrio de Las Arenas, con una furgoneta y una caja de herramientas, fue tomando forma. Con el tiempo, las pequeñas instalaciones se convirtieron en proyectos más complejos, hasta convertir a Servical Euskadi en una referencia en el sector de la climatización y la eficiencia energética. Pero el crecimiento nunca supuso perder la esencia. Al contrario, cada paso adelante reforzó los valores que estaban presentes desde el principio: honestidad, transparencia, esfuerzo, empatía, compromiso, profesionalidad, calidad…
Hoy, 26 años después, la empresa cuenta con más de 30 profesionales, dotados de los valores de Servical Euskadi, que han aprendido de la experiencia de los mayores y han aportado sus conocimientos para crecer juntos. Es el equilibrio entre tradición y renovación lo que ha permitido a la empresa evolucionar sin perder su identidad.
Hablar de Servical Euskadi es hablar de las personas que lo forman, otro pilar fundamental que sujeta la empresa. Las que comenzaron, las que se fueron, las que llegarán y las que están hoy, día a día, dando lo mejor de sí mismas para dar el mejor servicio a cada cliente, y para que la compañía siga creciendo con paso firme. En Servical, cada persona es un integrante indispensable del equipo, de la familia… Cada nombre cuenta: Abdel, Amado, Ana, Andoni, Ane, Antonio, Begoña, Carlos, Dana, David, Diego, Gerardo, Gorka, Iker, Iñigo, Jero, Jesús, Joana, Jorge, Jose, Jose Ignacio, Jose Luis, Julen, Julio, Kevin, Lourdes, Luis, Manu, María, Maribel, Mariano, Marta, Mikel, Mohamed, Mónica, Pedro, Salva, Santi, Sendoa, Sergio y Vanesa.
El compromiso define a Servical Euskadi, con sus clientes, a quienes ofrece atención cercana, transparente y personalizada; con su equipo, al que cuida y forma; y con su entorno, apostando por prácticas sostenibles que respetan el medioambiente. Las personas, lejos de ser un número, son la parte más importante de la cadena de valor de la compañía.
Los clientes impulsan a Servical cada día a afrontar distintos retos enfocados en el uso de la tecnología más moderna del sector para poder ofrecerles proyectos de ingeniería, de la mejor calidad, personalizados e innovadores. Teniendo claro el enfoque hacia la eficiencia energética, buscando optimizar el consumo y teniendo en cuenta el medioambiente.
Servical Euskadi sigue escribiendo su historia con la misma pasión del primer día. Ha crecido, se ha modernizado y se ha adaptado al cambio, pero nunca ha dejado de ser lo que siempre fue: una empresa hecha en Bilbao, hecha en equipo, en familia. La empresa se enfrenta hoy a grandes retos, la competencia abunda en un sector en auge, el cambio climático, el cumplimento de las normativas de eficiencia energética, sin olvidar la llegada de grandes grupos de inversión externos que está haciendo mella en la pequeña y mediana empresa de aquí.
Sin duda, un reto bonito, seguir creciendo sin perder la esencia, con la responsabilidad y el orgullo de continuar con el proyecto que comenzó en la mesa de aquella pequeña oficina… Esta historia no es una historia de empresas que empiezan y acaban. Continuará, mientras el equipo continúe, mientras la familia continúe.
«Cuando era pequeña, recuerdo ir muy pronto a casa de mis aitites, que amama me diera de desayunar y llevarme al cole, para que mis padres se fueran con mi aitite a trabajar, recuerdo ver a aita y a ama de aquí para allá todo el día, comidas familiares que eran reuniones de empresa, unas cuantas broncas, mucha alegría cuando salía algo bien, imponer la norma de no hablar del trabajo en casa, el crecimiento de la empresa, no irse a la cama enfadados por el trabajo, ir a la oficina a estudiar y tener que ponerme los cascos para no escuchar el jaleo diario, admiración por el trabajo del otro… Ahora que estoy dentro, solo espero llegar a la altura de las personas que han construido pieza a pieza una historia que continuará», concluye Ane Cuesta Prieto, siguiente generación.
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