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La presidenta del Parlamento vasco, Bakartxo Tejeria, recogió el premio Denon Artean en nombre de la institución, destacando que «es un auténtico privilegio entrar a formar parte de los galardonados con este premio» y agradeció este reconocimiento poniendo en valor que «desde el mismo momento de su constitución, el Parlamento vasco ha estado implicado con el movimiento cooperativo vasco».
No en vano, una de las primeras leyes aprobadas por la Cámara vasca, tras su creación en 1980, fue precisamente la que dio lugar al propio Consejo de Cooperativas, una entidad singular por su composición mixta público-privada. Tejeria incidió en que la Cámara vasca «como depositaria de la soberanía popular, refleja el sentir del pueblo vasco; y, consecuentemente, siente la responsabilidad de dar respuesta a las necesidades y demandas del mundo cooperativo. Y eso es lo que ha venido haciendo durante su ya medio siglo de existencia».
El apoyo constante del Parlamento al desarrollo y consolidación del cooperativismo en Euskadi es una referencia dentro del movimiento global de la economía social, que estos días se reúne en Donostia con motivo del Primer Foro ASETT (Arizmendiarrieta Social Economy Think Tank).
El Premio Denon Artean no es un galardón convencional. Como explicó Olabarria en su discurso, «nace del compromiso con lo que somos, con lo que hemos sido y, sobre todo, con lo que queremos seguir siendo». En esta cuarta edición, el reconocimiento ha querido poner el foco en la dimensión institucional del cooperativismo vasco, subrayando el papel clave que ha jugado el Parlamento en su consolidación legal y social. En ediciones anteriores, José María Arizmendiarrieta (in memoriam, 2019), la International Cooperative Alliance – ICA (2021) y la Comisión Europea (2023) han sido reconocidos por su impulso al cooperativismo.
El Consejo Superior de Cooperativas de Euskadi es una entidad de mandato público con personalidad jurídica propia, y desde la pluralidad del movimiento cooperativo, promueve y difunde el cooperativismo, entre otros, con el reconocimiento Denon Artean. «Lo que muchos han destacado como una singularidad –la naturaleza público-privada del Consejo– es, en realidad, un reflejo de nuestra cultura. Una cultura donde lo diverso nos une», subrayó Olabarria. En su intervención, recordó que el marco normativo vasco no solo reconoce a las cooperativas como un modelo económico, sino también como una herramienta que genera cohesión social y justicia redistributiva.
El acto tuvo también un fuerte componente simbólico al coincidir con la declaración por parte de Naciones Unidas de 2025 como Año Internacional de las Cooperativas, bajo el lema ‘Las cooperativas construyen un mundo mejor’. Se trata de la segunda ocasión en que la ONU otorga esta distinción al modelo cooperativo, en un momento global marcado por la polarización, la desigualdad y la necesidad de modelos más sostenibles y humanos.
Euskadi cuenta hoy con más de 2.500 cooperativas, más de 63.000 empleos directos y más de 1,5 millón de personas vinculadas a ellas. Según los datos del Instituto Orkestra, las comarcas con mayor presencia de empleo cooperativo presentan mejores indicadores de igualdad, menor pobreza y más cohesión social. «No hablamos de intenciones: hablamos de resultados», insistió Olabarria.
Durante su intervención, hizo un llamamiento a no acomodarse en los logros del pasado: «No basta con haber sido; hay que seguir siendo. Nuestro legado no es una postal del pasado, es una guía para navegar el presente y construir el futuro». También apeló a conectar con las nuevas generaciones, ofrecer respuestas a los desafíos actuales –transición ecológica, envejecimiento, digitalización– y «seguir demostrando que hay otra forma de hacer empresa y de hacer país».
El cooperativismo como brújula colectiva
El lehendakari Imanol Pradales clausuró el acto, elogiando el modelo del cooperativismo vasco. «Es un modelo centrado en la persona, que ve la riqueza no como un fin en sí mismo, sino como un medio para el bienestar y la justicia social». Y por ello, el lehendakari animó a «mantener nuestra competitividad en un contexto global marcado por cambios demográficos, tecnológicos y sociales de gran magnitud. Ejerciendo y cultivando cada día los valores, el propósito, el sentido y el espíritu cooperativo». Por ello, Imanol Pradales hizo mención al nombre del premio, para entre todos seguir adelante con una hoja de ruta basada en la proactividad, la cercanía y la colaboración público-privada. «Instituciones que damos cauce a lo mejor de la iniciativa social y comunitaria. Un país de personas, agentes, asociaciones, empresas e instituciones públicas que cooperamos por el bien común», añadió. La ceremonia culminó con un mensaje compartido: que el cooperativismo, más que una forma de producir es una forma de vivir. Y que, como recordó Olabarria, «el futuro no se improvisa. Se construye. Y nosotros lo hacemos cooperando».
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