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Candice Bergen y Peter Strauss en una escena de 'Soldado azul' (1970).
'Soldado azul'

'Soldado azul'

Joyas impopulares ·

Ralph Nelson utiliza su particular visión del western para trazar una metáfora de la época y avivar el sueño de la contracultura

Guillermo Balbona

Santander

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Jueves, 6 de septiembre 2018

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Como un torrente de luz negra. La violencia inusitada, la mirada revisionista y una encendida soflama desmitificadora. Y como una isla, entre tanta intención, la presencia de una actriz que alumbró y deslumbró, Candice Bergen, un latido de extrañeza en un paisaje de western, en una reserva de hombres. Frente al maniqueísmo y los estereotipos el cineasta de 'Lirios del valle' optó por una mirada diferente, no exenta de crudeza, donde el factor racial y la reivindicación del lugar en el mundo de los indios vertebran un filme no tanto insólito como cargado de desgarradura y aspereza, un desnudo moral frente a las fijaciones y tópicos del género.

Nelson, uno de los creadores surgidos de la generación de la televisión, dirige a Peter Strauss, muy popular después por la serie 'Hombre rico, hombre pobre', en esta inmersión en los instintos primarios que afloran tras la prepotencia, el racismo y el insaciable hambre de poder. A día de hoy, más que una joya, 'Blue Soldier' es una rareza curiosa que aplicando una óptica sociológica se antoja una obra necesaria. Una historia que lo mismo puede verse como una película de aventuras con atrevidas decisiones –incluso favorecida por ciertos aspectos de cultura vintage- que como ejemplo de metamorfosis del western y otros géneros y metáfora de una época marcada por Vietnam y su tatuaje oscuro sobre una sociedad que, en paralelo, vivía el sueño de la contracultura.

'Soldado azul' es por ello un western con indios 'buenos', matanzas y exterminio, con la masacre de My Lai de 1968 al fondo, como un paisaje bélico y sangrante que conduce a inevitables juicios finalistas. La cinta del director de 'Charly' está basada en la novela 'Arrow in the sun' de Theodore V, Olsen, escrita a partir de hechos reales, y que ahora precisamente se reedita en español por Verdemar con el título que adoptó la película. Bajo el decorado visual crepuscular, una pátina crítica con atmósfera de desmitificación y abierta a todo tipo de arrebatos violentos recorre sus entrañas, pero el filme destaca -y sigue vivo en este sentido-, por ser una fábula antibelicista muy militante e inusual en su aparente aventura iniciática con sus personajes simbólicos, fronterizos en sus dudas e incertidumbres identitarias y morales.

John Anderson, Candice Bergen y Peter Strauss en diversas escenas de 'Soldado azul' (1970).
Imagen principal - John Anderson, Candice Bergen y Peter Strauss en diversas escenas de 'Soldado azul' (1970).
Imagen secundaria 1 - John Anderson, Candice Bergen y Peter Strauss en diversas escenas de 'Soldado azul' (1970).
Imagen secundaria 2 - John Anderson, Candice Bergen y Peter Strauss en diversas escenas de 'Soldado azul' (1970).

En su construcción el filme revela inteligencia porque incide en contrastes, contradicciones, pluralidad de perspectivas y colisiones entre escenarios y criaturas. La historia de cheyennes y soldados se muestra a través de diferentes puntos de vista: el de un coronel obsesivo, que no atiende a razones, el del soldado con problemas de conciencia y enredado en los escrúpulos y el de la joven que vive entre dos querencias, civilizaciones y adscripciones. Esa ambigüedad, ese poliédrico caleidoscopio de sensaciones y deseos queda desnudado por una fotografía que persigue los efectos del claroscuro, que se recrea en la fuerza de los paisajes y, al tiempo, en la miseria humana; y que en lo musical combina el jazz con melodías convencionales, sin olvidar las baladas, el piano y lo orquestal, de modo que la banda sonora de Roy Budd opone cadencia a la brutalidad de las imágenes o a la mera violencia contenida.

Cercano en espíritu a 'Un hombre llamado caballo' y a 'La balada de Cable Hogue', el filme jugó además con esa casi moda de mezclar acción, elementos humorísticos (al estilo de lo que luego sería casi norma en las buddy movies) y, por supuesto, algunas osadías eróticas, todo ello dentro de una cierta burbuja hippie, quizás idílica, que parecía esconder utopías y distopías. 'Soldado azul' posee algunos rasgos del mejor Peckinpah; remite a clásicos por lo que Ford o Mann también asoman; debe mucho a 'Apache' de Aldrich y tiene guiños de cineastas tan singulares en el western como Sergio Leone. La película revela que en nombre de las patrias, el fanatismo y esa falaz moral que se ejerce desde el poder, el abuso y la muerte no tienen edad ni fecha, sino que responden a una crónica intemporal de lo más despreciable del ser humano. Alegorías, injusticias, reivindicaciones…el filme se asemeja a veces a una receta ajustada a las necesidades de esa transición entre los sesentas y setentas, pero en cualquier caso una de esas obras abanderadas, pesimista, combativa, escéptica, que dedica su tramo final a los subrayados y se vuelve explícita, rotunda, como si no quisiera perder en ningún momento lo diáfano de su mensaje.

Cartel promocional de 'Soldado azul' (1970).
Cartel promocional de 'Soldado azul' (1970).

Un filme denuncia que mira al pasado, las raíces del exterminio en la matanza de Sand Creek, que tuvo lugar en Colorado en 1864, y al presente (de la producción) con Vietnam como soplo al corazón de una sociedad que había dejado de entender. Al margen de experimentos e híbridos, 'Soldado azul' es uno de los westerns más violentos de todos los tiempos, a través de un permanente 'on the road', en el que la pareja protagonista y, por ende, el espectador, viaja al fin de la noche entre desvelos, revelaciones y temores hasta abrir los ojos manchados de sangre y desesperanza. Un ejemplo de cómo, a veces, desde cierta ingenuidad y oportunismo una obra se muestra eficaz y hasta conmovedora.

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