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Las relaciones de poder entre Tony, tendido, y su sirviente Hugo Barret.
'El sirviente', la caída de la clase alta británica

'El sirviente', la caída de la clase alta británica

Joseph Losey, Harold Pinter y Dirk Bogarde son los tres pilares de una cinta que supuso la entrada del cine británico en la modernidad

Boquerini .

Jueves, 21 de abril 2016, 11:50

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Tres son los puntos de apoyo de 'El sirviente' (1963), una de las grandes películas británicas de los 60 y un título clave en el cine moderno que invadió las pantallas de la década: Joseph Losey, un cineasta norteamericano perseguido durante la caza de Brujas, exiliado en Gran Bretaña; el guionista y futuro Premio Nobel de Literatura Harold Pinter, que escribió el libreto a partir de una novela de Robin Maugham que durante años había fascinado a Losey, y, finalmente, la presencia de Dirk Bogarde como protagonista, elegido personalmente por Losey y en contra del criterio del momento que solía colocar a Bogarde como un galán ligero, papel en el que se estaba encasillando.

La conjunción de las tres personalidades dio lugar a una de las películas más subyugantes e inquietantes de los maravillosos años 60, la 'década prodigiosa', de la que estos días se cumplen los 50 años de su estreno en Gran Bretaña. En España la censura no la autorizó hasta finales de la década, convirtiéndose en un título imprescindible de la salas 'de arte y ensayo', que por entonces empezaban a funcionar.

Con Sarah Miles, Wendy Craig, James Fox, Catherine Lacey y Richard Vernon completando el reparto, la película se sitúa en una gran mansión del barrio londinense de Chelsea. Tony (James Fox en su primer papel protagonista), un londinense soltero de fortuna y de clase alta, que vive solo, contrata a Hugo Barret (Dirk Bogarde) como su criado. Al comienzo, Barret parece tomar con tranquilidad su nuevo trabajo, y él y Tony forman un vínculo tranquilo, manteniendo ambos sus respectivas posiciones sociales. Sin embargo, el vínculo comienza a cambiar con la aparición de Susan (Wendy Craig), la emocionalmente forzada novia de Tony, que sospecha de Barret y aborrece todo que él implica. Barret presenta a Vera (Sarah Miles), de quien dice es su hermana, para optar a un trabajo como criada del dueño de casa, pero resulta que en realidad Vera es su amante. Cuando Tony descubre la relación, echa de casa a los dos. Se vuelve a quedar solo, abandonado también por Susan, y la soledad le sume en una profunda depresión. Un fortuito encuentro con Barret hace que Tony le tome de nuevo a su servicio. Ambos comienzan un juego perverso de maquinaciones, que poco a poco van transformando sus papeles de una manera tan sutil como enfermiza, hasta reemplazar de hecho los de Tony y Susan. Barret ejerce como dueño de la casa y como tal maltrata a Tony. Éste, totalmente dominado por su sirviente, camina por la mansión como un demente, inclinándose lentamente hacia la más completa abyección.

Joseph Losey (1909-1984) había abandonado Estados Unidos en 1951 tras haber firmado allí películas excelentes ('El muchacho de los cabellos verdes', 'El forajido'), cuando el senador MacCarthy pretendía acusarle de actividades antiamericanas y de pertenencia al Partido Comunista. Losey se integra de tal modo en su país de adopción que pronto es considerado como un cineasta británico más. Sus películas 'El criminal' (1960), 'Estos son los condenados' (1961) y 'Eva' (1962) le colocan en un lugar preponderante por la crítica, pero sería precisamente 'El sirviente' la película que le consagra internacionalmente como un directo heredero de los jóvenes airados del 'free cinema' y que provoca que el cine británico se haga mayor de edad. Sin mostrarlo abiertamente, Losey escoge el sexo para mostrar las relaciones de poder. El erotismo está muy insinuado, aunque en aquel momento no se podía decir más que lo que se intuye en el filme. Tras 'El sirviente', Losey seguiría firmando obras maestras como 'Accidente' o 'El mensajero', todas ellas con una marcada disección psicológica de los personajes. En 'El sirviente' Losey muestra como nunca el desmoronamiento de la clase alta británica cuyos privilegios se hunden tras la Segunda Guerra Mundial, y el empuje imparable de los jóvenes rebeldes de los primeros 60, con una nueva clase social, obrera, accediendo al poder.

'El sirviente' también supuso la primera colaboración de Pinter (1930-2008) con Joseph Losey, que se prolongaría durante bastantes años en diferentes películas. Su guión aporta silencios, pausas, atmósferas amenazantes, identidades difusas y una turbadora ambigüedad de los dos protagonistas. Pinter hace un guion en el que se incide en lo que no se dice, en la voladura en la tradicional sociedad británica clasista, mostrando la lucha de clases, una visión decadente de los más privilegiados y una toma del poder de los proletarios emergentes. Además se puede intuir una relación homosexual y sadomasoquista entre el dueño de la casa y su sirviente. En 1963 la homosexualidad estaba terminantemente prohibida y penada con cárcel en Inglaterra, por lo que esta confrontación entre señor y criado es sutil, ambigua, turbadora y muy malsana, sin abandonar el ambiente claustrofóbico en el que se desarrolla la acción, aunque Losey nunca quiso reducir el filme a una simple anécdota homosexual.

Por su parte, Dirk Bogarde (1901-1999) fue uno de los grandes intérpretes británicos del siglo XX, iniciando además una brillante trayectoria como escritor y novelista a partir de 1977. La primera película de Bogarde a las órdenes de Joseph Losey fue 'Doctor at Sea' (1955), en la que también estaba Brigitte Bardot en uno de sus primeros trabajos en el cine. Pero a Bogarde el cine británico solo le ofrecía personajes de aburridos galanes o comedias intrascendentes, por lo que buscó trabajó en Hollywood siempre que pudo, convirtiéndose en el actor británico más popular en la Meca del Cine. Sin embargo, tanto en Gran Bretaña como en América su carrera estaba constreñida a una serie de personajes irrelevantes. Cuando Losey le propuso protagonizar 'El sirviente', el actor se implicó mucho en el filme, sabedor que le iba a proporcionar un cambio de imagen. Incluso llegó a dirigir algunas secuencias cuando Losey cayó enfermo de neumonía. Bogarde inició con 'El sirviente' una trayectoria fulgurante: 'Darling' (1965), 'Accidente' (1967), 'La caída de los dioses' (1969), 'Muerte en Venecia' (1971), 'Portero d noche' (1974), 'Providence' (1977)

La película cuenta además con una excelente fotografía en blanco y negro de Douglas Slocombe que muchas veces muestra a acción distorsionada a través de espejos deformantes para reflejar la corrupción moral y el universo decadente donde se mueven los personajes. La cámara de Slocombe explora todos los espacios claustrofóbicos de la casa, convertida en una especie inquietante de prisión para todos los personajes. Con 'El sirviente' el cine británico entró en la modernidad. Con motivo de los 50 años de su estreno, el filme se ha repuesto en Gran Bretaña.

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