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'Braindead', la comedia gore superlativa.
Breve historia del cine zombi

Breve historia del cine zombi

El género de no-muertos, al que pertenece 'Orgullo y prejuicio y zombies', ha dado algunas de las mejores películas de horror, debido a su capacidad para elaborar metáforas sobre la condición humana

Borja Crespo

Jueves, 31 de marzo 2016, 15:37

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"Cuando no haya más lugar en el infierno, los muertos caminarán por la tierra", una frase premonitoria, apocalíptica y escalofriante, escupida por algún predicador de verborrea encendida. Los cuerpos sin vida salen de sus tumbas para comerse a los vivos a causa de una extraña epidemia cuyo origen poco importa. En un mundo sumido en el caos, donde cualquiera puede incubar el mal, el ser humano lucha por la supervivencia de una amenaza que es él mismo. El género de no-muertos ha dado algunas de las mejores películas de horror de la historia del cine, debido a su capacidad para elaborar metáforas sobre la condición humana. Corría el emblemático año 1968 cuando 'La noche de los muertos vivientes' revolucionó las constantes del celuloide terrorífico gracias a su renovador planteamiento, estético y expresivo. La cinta lanzó al estrellato a los zombis apocalípticos, alejados de ritos vudús, más cercanos a nosotros, mientras planteaba una exquisita parábola social. Desde entonces son numerosas las propuestas que han empleado a este indiscutible icono del fantástico actual para lanzar un grito de alarma ante la sinrazón, el egoísmo y la violencia que nos embriaga.

El éxito de 'The Walking Dead', la serie de televisión basada en el cómic, con guión de Robert Kirkman e ilustraciones de Charlie Adlard (excepto el primer tomo, dibujado por Tony Moore), ha insuflado energía a una moda que parece imparable, que contamina la literatura y otras disciplinas, además del medio audiovisual. Una tendencia extendida en el terreno de las letras es convertir cuentos clásicos de siempre en un festín caníbal de muertos vivientes. La novela imperecedera 'Orgullo y prejuicio', de Jane Austen, tiene su versión macabra, un bestseller escrito por Seth Grahame-Smith que ha pasado a imagen real bajo la dirección de Burr Steers ('Siempre a mi lado'). La sanguinolenta adaptación cinematográfica, 'Orgullo y prejuicio y zombies', se estrena precisamente este fin de semana en nuestra cartelera, con Lily James ('Cenicienta') y Sam Riley ('Maléfica') a la cabeza del reparto. Jack Houston ('Boardwalk Empire'), Bella Heathcote ('Sombras tenebrosas'), Douglas Booth ('Noé'), Matt Smith ('Dr. Who') y Charles Dance ('Juego de tronos') completan el casting de una obra cuya banda sonora viene firmada por el compositor bilbaíno Fernando Velázquez ('El orfanato'). La historia, salpicada de excesos, transcurre en un universo alternativo a la Regencia Británica de 1819, asolada por una plaga de no-muertos. Existen en nuestro mercado libros en esta línea que manchan con vísceras a Don Quijote y el Lazarillo de Tormes.

Los comienzos

Los muertos vivientes están más vivos que nunca, por ello se antoja indispensable elaborar un cumplido repaso a su trayectoria cinematográfica. Escarbando en los antecedentes cinematográficos de la mentada 'La noche de los muertos vivientes' (Night of the Living Dead, 68), la ópera prima de George A. Romero, un film realizado con escasos medios, es inevitable caer en otro título de cabecera del género fantástico, 'The last man on Earth' (Ubaldo Ragona/Sidney Salkow, 1964), con la soberbia interpretación de Vincent Price como reclamo. Basada en el libro 'Soy leyenda', de Richard Matheson, la historia de este film, que volvería a ser rodada por Boris Sagal en el 71 bajo el título 'El ultimo hombre... vivo', con Charlton Heston, narra el acoso que sufre el único superviviente sobre la tierra que no ha sido contagiado por una implacable plaga que convierte a sus víctimas en unos chupasangres andrajosos que asedian el refugio del protagonista al anochecer, recordando los torpes andares de los muertos que caminan.

'La legión de los hombres sin alma' (Victor Halperin, 32) fue la película que, bebiendo de las fuentes de la Universal, inauguró la tradición del despertar de los muertos en el cine, con la aparición estelar del gran Bela Lugosi como malvado de la función. Procedente de las lenguas nativas de Haití, la palabra zombie designa a aquellos seres inertes reanimados mediante los ritos del vudú, culto secreto de origen africano que se práctica generalmente con la insana intención de controlar la mente de tu adversario, o eso dicen. Películas como la poética 'Yo anduve con un zombie' (Jacques Tourneur, 43) cumplen con esta premisa.

Son varios los largometrajes de los años 50 que muestran cadáveres resucitados. Algunos cuerpos inertes son poseídos por mentes extraterrestres en 'Invisible Invaders' (Edward L. Cahn, 1959), o en uno de los mayores bodrios entrañables de la historia del cine, la archiconocida 'Plan 9 from Outer Space' (Ed Wood, 59), una chaladura de serie ultra-Z encumbrada por Tim Burton que es superada en infamia por 'The Astro Zombies' (Ted V. Mikels, 68), otra impagable cult-movie cuya trama deleita al personal con un grupúsculo de humanos mecanizados, ataviados con máscaras de esqueleto, creados esta vez por un decadente John Carradine en el papel de imposible mad doctor.

El éxito de 'La noche...' propició sugestivas secuelas, las más claras 'Zombi' (Dawn of the Dead, 1979) y 'El día de los muertos' (Day of the Dead, 1985). Ambas producciones completan una trilogía de culto harto comentada, y un subgénero, el de las películas de zombis, convertido en un fenómeno sanguinolento ('La noche...' también sufrió un olvidable remake realizado en 1990 por Tom Savini, el rey de los FX). El film de Romero fue imitado en producciones baratas como 'Children Shouldn't Play with Dead Things' (Bob Clark, 72) o 'Dead People' (Willard Huyck & Gloria Katz, 74), pero sus secuelas sentaron un precedente aún mayor y propiciaron la aparición de multitud de pastiches en busca de su porción de taquilla. Italia, país del canibalismo cinematográfico, no tardó en subirse al tren de excesos, quedándose con el lado más truculento, sin tener en cuenta su poder metafórico. La lista de exploitations en este sentido es muy amplia, brillando con luz propia entre tanto oportunista el enfermizo Lucio Fulci, que tuvo el valor de bautizar su primera incursión en el universo no-muerto como 'Zombi 2', por aquí 'Nueva York bajo el terror de los zombi' (79). Se salva también la divertida 'Virus' (Antonio Margheriti, 79), entre engendros del averno cinéfago como 'Zombi holocausto' (Mario Girolami, 80), 'Apocalipsis caníbal' (Bruno Mattei, 80) o, agárrense, la festiva 'Las noches eróticas de los muertos vivientes' (Joe D'Amato). En ocasiones estas magnas obras compartían capital español, dato que aprovechamos para rescatar la estupenda 'No profanar el sueño de los muertos' (Jorge Grau, 74), una de las películas más interesantes que ha parido el cine de terror autóctono (también cabe citar a la saga de los Templarios de Amando de Ossorio).

Los sangrientos años 80

Tras el empacho de espagueti zombie-movies y otros sucedáneos, la única salida que parecía quedarle al subgénero mortuorio era la parodia, esbozada por el propio Romero en la reivindicable 'Creepshow'. El mismo año del estreno de 'El día de los muertos', coincidiendo en cartelera, llegaba a las pantallas 'El regreso de los muertos vivientes' (Dan O'Bannon, 85), una historia disparatada que inauguró la vertiente más hilarante del espectro no-muerto. Como era de esperar, no tardaron en aparecer otras propuestas de similares planteamientos, entre ellas una secuela de peor acabado titulada 'La divertida noche de los zombis' (Ken Wiederhorn, 87). Esta infame producción tenía el aliciente de carcajearse del famoso videoclip de Michael Jackson (máximo culpable, por otra parte, de la pérdida de siniestra entidad de los monstruos resucitados). Un año antes pudimos disfrutar con otra locura bastante más inteligente, 'El terror llama a su puerta' (Fred W. Dekker, 86), un ejercicio de cinefagia que entretiene de principio a fin, mostrando un ramillete de guiños al cine fantástico de lo más ocurrentes.

En el camino nos hemos saltado 'Re-animator' (Stuart Gordon, 85), un clásico del cine de horror de los años 80, repleto de purulentos seres que vuelven de la muerte gracias al científico loco de turno, interpretado por Jeffrey Combs. En su momento batió el récord de sangre sobre celuloide, un mérito pulverizado años más tarde por 'Braindead' (Peter Jackson, 92), la película de zombis más salvaje hasta la fecha, la comedia gore superlativa que rompe todos los varemos de la repugnancia en busca del chiste cómplice y la más absurda diversión (el splastick, género a medio camino entre el slasher y el slastick). Esta hemoglobínica producción compartía objetivos con la saga 'Evil Dead', inaugurada años antes con 'Posesión infernal' (Sam Raimi, 82). 'Terroríficamente muertos' (87), la segunda parte del tríptico de Raimi finalizado con 'El ejército de las tinieblas' (92), proponía un delirante festejo de humor negro, con posesiones diabólicas y resurrecciones monstruosas. Los cartoons de la Warner llevados al cubo de la pura hemorragia.

Menos suerte en este campo lo ha tenido la Troma, productora reina del trash cinema que ha atentado en varias ocasiones con películas de muertos vivientes. 'Redneck Zombies' (Pericles Lewnes, 88), la más conocida del pringoso lote, decepciona por repetitiva, aunque puede contentar a los amantes de las exóticas chapuzas fílmicas. Se antojan bastante más digeribles los trabajos de Brian Yuzna, productor de 'Re-animator' y máximo responsable de su secuela 'La novia de Re-animator' (90), un homenaje a 'La novia de Frankestein' convenientemente triturado con mano de carnicero. El romanticismo de ultratumba de esta iniciativa sería recuperado por el mismo director en 'Mortal Zombie' (93), tercera entrega de 'Return of the Living Dead', con menos humor pero mayor impacto visual.

Los demonios de 'El Caballero del Diablo' (Ernest Dickerson, 95) o los vampiros de 'Abierto hasta el amanecer' (Robert Rodríguez, 96) deben mucho al particular estilo marcado por Romero, por no hablar de títulos más allá de la zombimanía, con la orgía chupasangres del final de 'The Addiction' (Abel Ferrara, 96) o, atrás en el tiempo, el 'Asalto a la comisaría del distrito 13' (John Carpenter, 76), por tomar dos ejemplos. Otra elogiable propuesta es 'Dellamorte Dellamore' (Michele Soavi, 94), una surrealista historia de necrofilia, de exquisita factura -vagamente inspirada en el personaje de cómic Dylan Dog-, que gira en torno a un guardián de cementerio encargado de devolver a sus tumbas a aquellos que resucitan.

Última cosecha roja

Títulos recomendables de reciente hornada son 'La Horde', de Yannick Dahan y Benjamin Rocher, o 'Zombis nazis', de Tommy Wirkola, una producción noruega de serie B que se paseó por numerosos festivales especializados y dio mucho de qué hablar, más por su punto de partida, mezclar zombis y parafernalia nazi, que por su resultado final. De hecho, cuenta con una secuela superior, que se toma menos en serio. En la película original una cuadrilla de amigos con ganas de pasar unas buenas vacaciones en la montaña, entre la nieve, acaban siendo víctimas de un ataque singular: una jauría de cadáveres andantes en busca de cerebros frescos que en su día obedecían las órdenes del mismísimo Hitler. Los momentos de pasadas de rosca, de pirotecnia cárnica y anatomía desatada, léase desmembramientos porque sí, son lo más destacado de un pastel no apto para estómagos débiles.

Diez millones de euros, y un plantel de actores desconocidos por aquel entonces, permitieron al escocés Danny 'Trainspotting' Boyle filmar '28 días después', largometraje de horror rodado en formato digital que remitía sin pudor a las películas clásicas de muertos vivientes. Su excusa para entretejer una hábil parábola sobre el fin del mundo, uno de los puntos fuertes del macabro subgénero de no-muertos, giraba en torno a una epidemia que convertía a los hombres en depredadores sin alma. El virus que extendía el mal, creado sintéticamente, alteraba el comportamiento humano, dando pie a escenas terroríficas con un fuerte componente metafórico. Citamos 'Resident evil', el salto a la gran pantalla del popular videojuego, una franquicia que parece incombustible, y 'Amanecer de los muertos', el potente remake debut en el campo del largometraje de Zack Snyder, en el candelero por su particular (y polémica) 'Batman v Superman'. Cerramos con una aclamada aportación zombi al cine patrio, la saga '[REC]' de Jaume Balagueró y Paco Plaza. Su primera entrega era una cinta de guerrilla, rodada como si fuese un falso documental, cámara en mano, antes de la fiebre del género por el found footage, dando pie a una mayor identificación del espectador con lo que esta ocurriendo en pantalla. La invasión del cine zombi es inmensa, aquí dejamos varios títulos esenciales y damos la puntilla recomendando la genial 'Shaun of the Dead', aka 'Zombies Party', del británico Edgar Wright, un festival de anatomía desatada y humor absurdo que explora los tics de esta corriente extendida poniéndolos patas arriba.

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