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Shailene Woodley, junto a su compañero de reparto en 'Divergente: leal'.
Todas las batallas futuras

Todas las batallas futuras

La ficción distópica adolescente busca nuevos héroes que recojan el testigo de Tris Prior y Katniss Everdeen

Josu Eguren

Jueves, 10 de marzo 2016, 18:32

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"No hay más maestro que el enemigo. Sólo el enemigo te enseña tus puntos débiles. Sólo el enemigo te enseña tus puntos fuertes. Y las únicas reglas del juego son qué puedes hacerle y qué puedes impedir que te haga"

Scott Card, Orson (1986), El juego de Ender, Nova, Ediciones B.

Tras el punto final a la saga de 'Los juegos del hambre', de Suzanne Collins, y con la adaptación cinematográfica del último capítulo de la serie 'Divergente', de Veronica Roth, en su última curva, la ficción distópica adolescente busca un nuevo héroe/heroína que recoja el testigo de Tris Prior y Katniss Everdeen en la batalla por conquistar al público trasvasado a las salas de cine desde los caladeros de la literatura 'Young Adult'.

Con un público objetivo en una horquilla de edad entre los 14 y los 20 años (aunque cada vez son más los treintañeros fascinados por los best sellers de un género de géneros que ocupan los primeros puestos de un escalafón en el que antes reinaban clásicos como 'Alicia en el País de las maravillas' o 'Los Robinsones suizos') y una masa de fans que crece exponencialmente catapultando al éxito a autores desconocidos, el boom de la literatura para 'jóvenes adultos' es un punto de referencia fundamental para los grandes estudios de Hollywood, en un momento en el que las estimaciones más conservadoras apuntan a un hipotético pinchazo de la burbuja. El trozo del pastel es suculento ('Los juegos del hambre: Sinsajo - Parte I' amasó 211 millones de dólares de beneficio neto en 2014), pero administrar los ingredientes de la fórmula del éxito exige prudencia y un análisis exhaustivo de fracasos como 'The Host' (Andrew Niccol, 2013) y 'The Giver' (Phillip Noyce, 2014).

Las vidas futuras

Son décadas las que nos separan de los que fueron protagonistas de las distopías cinematográficas de los 60 y 70, donde héroes encarnados por actores maduros como Vincent Price ('El último hombre sobre la Tierra', de Sidney Salkow y Ubaldo Ragona), James Caan ('Rollerball', de Norman Jewison), Charlton Heston ('Cuando el destino nos alcance', de Richard Fleischer ) o Yul Brynner ('Nueva York, año 2012', de Robert Clouse) sobrevivían en el vertedero de sociedades post apocalípticas.

El cambio de paradigma en el horizonte estético de la distopía -véase un primer borrador en 'La isla', de Michael Bay- tiene que ver con una interpretación desviada del modelo platónico de ciudad-estado ideal especialmente notable en lecturas como 'The Giver', de Lois Lowry, donde se aprecia la herencia de tres de las obras más influyentes del género: 'Un mundo feliz', de Aldous Huxley, 'La fuga de Logan', de William F. Nolan y George Clayton Johnson, y 'Farenheit 451', de Ray Bradbury.

Obviando algunas particularidades, es incuestionable la uniformidad en el diseño de mundos futuros en los que la paleta cromática se abre a un rango limitado de blancos y grises fascistas, con una notable fijación por el choque visual entre estructuras industriales decadentes y una arquitectura orgánica en la órbita de Zaha Hadid. Los sistemas de castas, comunes a sagas como 'El corredor del laberinto', 'Divergente' o 'Los Juegos del hambre', pronuncian el clima de alienación contra el que se rebelan héroes y heroínas adolescentes enfrentados a rígidos gobiernos (gerontocráticos) en un pulso intergeneracional que opera como alegoría del tránsito a la edad adulta.

El rito de paso -una de las etapas del viaje del héroe descritas por el mitógrafo Joseph Campbell en 'El héroe de las mil caras' (1949)- es otra de las claves de un género que sufre el pulso entre la influencia de la ciencia ficción militar y la literatura romántica juvenil, reproduciendo el esquema de los clásicos triángulos amorosos -con el componente sexual bajo cero- en escenarios tan improbables como el de un ataque alienígena. Villanos sobreactuados, secundarios masculinos cortados por un patrón simplificador que los hace indistinguibles, y comentarios sociales y políticos sobre el presente que, a excepción de 'Los juegos del hambre', no hacen sino camuflar los clichés que sostienen una formulación arquetípica de la vida futura. En ese sentido, es especialmente reseñable que en su solución la práctica totalidad de las distopías adolescentes converjan hacia un modelo de sociedad indirectamente inspirado en la filosofía colectivista de los kibutz.

Los nuevos héroes

Mujer, blanca, 16 años La feminización del perfil del héroe adolescente (la diversidad racial no aparece contemplada en ninguna hoja de ruta) es consecuencia directa del desembarco en el género de una abrumadora mayoría de escritoras (hasta el 68% de la producción literaria) que han atraído a una legión de fieles que demandan personajes con los que sentirse identificadas. Jóvenes fuertes (como Cassie Sullivan y Katniss Everdeen) con problemas para integrarse en sistemas patriarcales y en permanente conflicto con su identidad, protagonistas de una narrativa que pone el acento en la independencia respecto a los viejos roles de la mujer en escenarios de conflicto bélico. En ellas se funde la herencia de personajes como el protagonista de '2024: Apocalipsis nuclear (Un muchacho y su perro)' (L.Q. Jones, 1975) con el ADN de gladiadoras de la talla de Sarah Connor o la teniente Ripley. Sin duda, este es un conjunto de rasgos que se deja notar en el diseño del personaje interpretado por la que está llamada a ser la gran protagonista de 'Star Wars': Daisy Ridley. Estos son algunos de los nuevos héroes:

Katniss Everdeen, de 'Los juegos del hambre', es la protagonista absoluta de la saga de referencia dentro del género. El personaje de Katniss se sacude la influencia de 'Rollerball' y 'Battle Royale' para enfatizar un discurso sobre la representación política, propaganda e identidad que crece en paralelo a una reinterpretación contemporánea del 'Coriolano', de William Shakespeare. Es reivindicada como icono feminista por una generación que crece lejana a Imperator Furiosa y George Miller.

La alternativa a Katniss Everdeen es Beatrice 'Tris' Prior. En 'Divergente' los temas centrales son la forja de la identidad y la rebelión contra la estructura social establecida, si bien en la narración subyace una profunda fe religiosa de la que se alimenta la protagonista.

Thomas, por su parte, es un héroe adolescente para un mundo postapocalíptico que debe renacer de las cenizas de la pandemia que ha azotado al planeta. En su adaptación cinematográfica, 'El corredor del laberinto' toma la forma de una odisea circular asaltada por continuos giros de la trama que sustraen la posibilidad de articular una alegoría política.

En su adaptación, 'The Giver', el clásico de Lois Lowry, que protagoniza Jonas -la elección de Brenton Thwaites para interpretar a un chaval que en el libro tiene 12 años es cuanto menos discutible-, queda reducido a una simplista denuncia de la eugenesia como método de saneamiento y control de una sociedad utópica de la que se ha borrado la memoria de las emociones más primitivas. Una aventura iniciática en la que las decisiones en lo relativo a perspectiva y el raccord (la película alterna imágenes en blanco y negro con fotogramas a todo color, al estilo de 'Pleasantville') agotan una propuesta entonada sin el menor pulso narrativo.

De la pluma de Stephenie Meyer -autora de la multimillonaria saga 'Crepúsculo'- nace un drama adolescente proyectado sobre el lienzo de una fábula distópica protagonizada por dos personajes encerrados en un mismo cuerpo y enamorados de personas distintas. El diálogo interior entre Melanie Stryder y Wanda (la simbionte extraterrestre que ha tomado el control de sus funciones motoras) es el eje central de una película que fracasa al no superar las dificultades que plantea la puesta en escena del texto de referencia.

¿Próximas adaptaciones?

  • 'Corazón de fuego', de Moira Young

  • 'El sermón de fuego', de Francesca Haig

  • 'Panic', de Lauren Oliver

  • 'Mentes poderosas', de Alexandra Bracken

  • 'The Walled City', de Ryan Graudin

  • Trilogía 'Chaos Walking', de Patrick Ness

  • 'The Bone Season', de Samantha Shannon

  • Trilogía 'Legend', de Marie Lu

  • Trilogía 'Pure', de Julianna Baggott

  • 'Traición', de Scott Westerfeld

Un clásico de la ciencia ficción militar que en su tratamiento fue reinterpretado y aligerado resultando en un híbrido adolescente de 'La chaqueta metálica' y 'Starship Troopers'. Sin el alcance de la novela original (cuasi intraducible a cualquier otro formato) lo mejor de la película es el fuera de campo mental que se intuye en la mirada abismal de Asa Butterfield, que interpreta a Andrew Ender Wiggin.

Fruto de una perezosa búsqueda de un sustituto artificial para Katniss Everdeen, 'La quinta ola' administra al espectador una receta de tópicos que se aplican con la sutileza del gotelé en grano duro. Su gran baza es Chloë Grace Moretz dando vida a la heroína Cassie Sullivan, y su mayor defecto es la incapaciad de Rick Yancey de imaginar un mañana alternativo con unas reglas e iconografía propias más inspiradas que las de cualquier jornalero de la fan fiction.

Planes de jubilación

Omnibuses del marketing, mundos futuros en los que una larga nómina de actores prestigiosos invierte sus planes de jubilación (Donald Sutherland, Kate Winslet, Patricia Clarkson, Harrison Ford, Julianne Moore)... Las ficciones distópicas adolescentes son una apuesta a corto y medio plazo para los grandes estudios que han activado opciones para la traslación a la gran pantalla de borradores aún sin publicar. Es pronto para saber cuál de ellas gobernará el destino del género, pero conviene familiarizarse con títulos como 'Mentes poderosas', de Alexandra Bracken, y 'El sermón de fuego', de Francesca Haig.

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