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Los interiores de la película 'Las Barracas', distribuida por Cifesa.
La antorcha de los éxitos

La antorcha de los éxitos

Durante tres décadas Cifesa marcó la pauta de la industria cinematográfica en España, por su dilatada trayectoria, por una producción superior al medio centenar de películas y por su ambición industrial

Boquerini .

Martes, 29 de diciembre 2015, 13:55

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Cifesa (Compañía Industrial de Film Españoles, S.A.) fue la productora y distribuidora española más popular de la historia. Aunque tuvo su eclosión en la primera mitad del franquismo con los grandes melodramas históricos de cartón piedra, Cifesa nació con la República y fue la censura franquista la que le dio la puntilla definitiva en 1967.

Fundada en 1932, con los años fue considerada como el Hollywood español, creó su propio star system a imagen y semejanza del modelo americano y durante tres décadas marcó la pauta de la industria cinematográfica en España, por su dilatada trayectoria, por una producción superior al medio centenar de películas y por su ambición industrial. Cifesa se creó en Valencia un 15 de Marzo de 1932 con un capital de un millón y medio de pesetas con el famoso Miguelete como logotipo y con el lema de la antorcha de los éxitos. Nació como una sociedad anónima de la familia Trénor, pero un año después pasaron a manos de la familia Casanova que fueron quienes le dieron todo su esplendor. Nació como distribuidores exclusivos para España de las películas de uno de los grandes de Hollywood, la Columbia, a la vez que comenzó a producir películas con una mínima potencia industrial. Los Casanova crearon un decálogo que marcaría durante décadas la línea de la compañía: 1.-Complacer al público sobre todas las cosas. 2.-No ofrecerle buenas películas en vano. 3.-Solemnizar las fiestas con programas selectos. 4.-Honrar el espectáculo y el arte. 5.-No matar de aburrimiento al resignado público. 6.-No fastidiar al público con films soporíferos. 7.-No hurtar a la admiración de tus clientes las incomparables películas Cifesa-Columbia por raras que sean. 8.-No levantar falsos testimonios ni mentir en la propaganda. 9.-No desear las películas de tus contrincantes si tiene contratadas las de Columbia. Y 10.-No codiciar los éxitos ajenos y preocuparte de aumentar los tuyos con material Cifesa. Estos mandamientos se resumían en dos: Cuidar y atender al público sobre todas las cosas y ofrecerle constantemente películas nuevas.

El primer éxito de taquilla de Cifesa llega en 1934 con La hermana San Sulpicio, de Florián Rey. En aquellos años de la II República, Cifesa logra un lugar predominante del cine español con películas muy conservadoras pero de innegable éxito popular como La verbena de la Paloma y Es mi hombre, ambas dirigidas por Benito Perojo, Nobleza baturra, dirigida por Florián Rey, o Morena Clara, también de Florian Rey. Poseía una plantilla propia compuesta de profesionales cualificados, para la producción y creación de películas, lo que facilitaba la gran capacidad de producción propia de la empresa.

La Guerra Civil trunca los planes de la empresa, creándose tres Cifesa, una en Valencia, otra en Madrid y una tercera, en el bando de los sublevados, en Sevilla. Las tres empresas coinciden en esos años produciendo documentales de guerra y noticiarios cinematográficos. Cuando finalizó el conflicto, pese a los orígenes republicanos de los Casanova, la familia simpatizó con el nuevo régimen y reanudó su actividad, primero con los noticiarios, hasta la aparición del Nodo, al que se le concedió el monopolio de las noticias de actualidad en los cines, y después de nuevo en la producción de largometrajes de ficción, apoyándose en una serie de medidas que el nuevo Estado dictó para proteger al cine español. Así surgen títulos como 'Locura de amor', 'Alba de América', Huella de luz', 'El clavo', 'Currito de la Cruz', El beso de Judas o 'Don Quijote de La Mancha'.

Grandes estudios

Cifesa buscó el modelo de los grandes estudios de Hollywood y, aunque no lo consiguió a largo plazo, sí que logró crear unos equipos de trabajo estables, contratando en exclusiva a técnicos, actores y directores, teniéndolos en plantilla, a los que empezó a cuidar, a pagar bien y promocionarlos en los estrenos. Siguiendo el modelo americano, se contrataba a los intérpretes por un tiempo fijo y se escogían los guiones que se iban a rodar en función de las estrellas, a las que ponía siempre en manos de sus mejores directores. Cifesa nunca escatimó medios para promocionar sus estrenos, repartiendo en las puertas de los cines, en los comercios y en los colegios, programas de mano con el cartel de sus películas, con fotos de sus estrellas, muchas veces con caracteres más grandes que el título de la película que protagonizaban, En nómina de Cifesa estaban actores y actrices como Rafael Durán, Amparito Rivelles, Antonio Casal, Paquito Rico, Aurora Bautista, Fernando Fernán Gómez, Imperio Argentina, Francisco Rabal, Juanita Reina, Alfredo Mayo, Luchy Soto, Manuel Luna, Conchita Piquer o Arturo Fernández. Cifesa se encargaba de distribuir sus fotografías muchas veces sin hacer referencia a alguna película concreta. Además, la empresa contaba con los mejores escritores de comedia del momento como Enrique Jardiel Poncela, Edgar Neville, Carlos Arniches o Wenceslao Fernández Flórez, cuyos textos llevaron a la gran pantalla directores como Rafael Gil, el más representativo de la casa, Florián Rey, Benito Perojo, Juan de Orduña, Luis Marquina, o Luis Lucía. Y gracias a su red de distribución en Iberoamérica, Cifesa difundió todos sus filmes, al otro lado del mar.

La decadencia de Cifesa fue lenta, pero ya había comenzado al finalizar la II Guerra Mundial cuando la crisis y las restricciones eléctricas de los años de aislamiento forzaron a la empresa a replantar a la baja su sistema de producción y a tener muy mermada la capacidad de importar películas extranjeras. Además una serie de escándalos económicos llevaron a sus responsables a juicio (que nunca fueron públicos y que la justicia franquista ocultó todo lo que pudo). Además muchas de las películas Cifesa de los años 50 no lograron las ayudas estatales prometidas, sumiendo a la empresa en una profunda crisis. Y en 1956 Cifesa cierra como productora, permaneciendo unos pocos años más como distribuidora.

El final llegó cuando en 1961 Cifesa intentó importar La Dolce Vita de Federico Fellini, la película del momento, y para contar con la exclusividad del estreno, adelantó una importante cantidad de dinero. Contra todo pronóstico y por motivos aun hoy muy difíciles de entender, la censura franquista prohibió totalmente el filme (La dolce vita fue prohibida cada vez que se presentaba a censura, no pudiéndose estrenar hasta el fin de ésta, ya en democracia), y Cifesa, que ya tenía toda la promoción montada y hasta los carteles impresos, perdió todo el dinero que había adelantado. Y definitivamente, en 1965 la antorcha de los éxitos se apagó definitivamente.

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