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Antes se vendían en Bilbao por 20 duros y ahora cuestan 400 euros

Hablamos de los chupetes de la suerte, un 'amuleto' que arrasó entre los jóvenes de los 90' y que hoy Balenciaga ha intentado colarlos en el selecto sector del lujo

Lunes, 5 de abril 2021

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Llevamos tiempo advirtiendo que la industria de la moda se encuentra en su momento más nostálgico. Lejos de idear tendencias que miren al futuro, los diseñadores se afanan por reinventar, una y otra vez, iconos del pasado cargados de recuerdos. Ahora, las prendas, los accesorios y los peinados para mujer se reflejan en la infancia, empeñándose en endulzar una imagen que en los últimos 10 años se ha intentado por todos los medios sofisticar. Lo vimos el pasado año con la llegada de los 'baby hairs', una tendencia capilar que promueve una vuelta a la niñez destacando los pelitos cortos que nos crecen sobre la frente, algo especialmente visible cuando somos pequeños. También ocurrió con las camisas de cuello bobo, los vestidos con nido de abeja, los chándales del colegio, los coleteros o las horquillas de colores. Y después llegaron las joyas, un tema que merece un capítulo aparte.

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Quince años es tiempo suficiente según los expertos para que una tendencia olvidada vuelva a instalarse en primera plana. Todo comenzó con la reaparición de los collares de cuentas, esos de mil colores que todas hicimos alguna vez cuando éramos pequeñas. A este 'boom', que en los últimos años florece siempre en verano, se suma la llegada inesperada de los chupetes de la suerte, esos pequeños amuletos de plástico a los que se les atribuía poderes diferentes según el tono escogido: el rosa daba suerte en los estudios, el morado en el trabajo, el azul en los estudios, el naranja en dinero, el amarillo en la salud, el rojo en el amor y el blanco era un comodín que valía para todo. Decían además que para cumplir el rito había que recibirlos como regalo, solo así atraerían la fortuna. Ocurrencias bizarras de los 90'…

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Esta moda llegó de Italia y se instaló durante una larga temporada en los colegios e institutos de cada rincón de nuestro país allá por 1992. En menos de un mes no hubo niño ni adolescente - ni adulto si te descuidabas - que no llevara unos cuantos colgados del cuello, de la muñeca, del llavero o la mochila. Los comerciantes locales lo confirman. «Los compraban todos, los abuelos, los padres y los niños. Se los ponían de collar, de pulsera… en todas partes», recuerda Yolanda Romeo de Galdotxa, una tienda de gominolas de Santutxu que regenta desde hace 28 años con su hermana Nieves. En aquellos tiempos, no había ni un niño del barrio que no se gastara parte de su paga en estos pequeños talismanes.

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Se compraban en quioscos y puestos de chucherías, pero nunca se adquirían de uno en uno, sino que su suculento precio incitaba a llevarse un buen puñado en el bolsillo. Aproximadamente, por 20 duros (unos 0,60 euros), podías conseguir una media de 5 chupetes. «Algunos salían de regalo en las bolsas de patatas», nos confirma Miguel Ángel, propietario desde hace más de 32 años de Confitería Piper, en Uríbarri, junto a Ana, su mujer. Y es que marcas de 'snacks' como Tosfrit tuvieron la idea de esconder estos chupetes en el interior de sus paquetes. Lo curioso del caso es que ahora, el director creativo de Balenciaga, Demna Gvasalia, ha rescatado estos chupetes como accesorio para esta primavera y los ha puesto a la venta por la friolera de 425 euros.

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«¿Cómooooo? ¿400 euros un chupetito? Espera, que voy a buscarlos, a ver si encuentro alguno por aquí», espeta con sorna Yolanda, de Galdotxa. Una reacción de asombro lógica, y más teniendo en cuenta que aún se pueden conseguir en plataformas de venta online por pocos céntimos. La única diferencia es que los de Balenciaga se han engastado en unos pendientes de latón y, según explican desde la web, están elaborados en resina de mármol. Estas piezas de bisutería, bautizadas como 'Dummy', se han puesto a la venta en su colección primavera-verano 2021 en dos colores, amarillo neón con acabado plateado y negro con latón dorado y el nombre de la firma grabado. Además, están creados en Italia, como los originales. «¡La gente está fatal!», exclama sorprendida Ana, de Confitería Piper, al enterarse de la noticia.

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En aquellos tiempos en los que no había redes sociales, el boca a boca era la mejor herramienta de marketing. Ahora, desde que Balenciaga los publicara en su lookbook de nueva temporada, no hizo falta mucho tiempo para que se convirtieran en la comidilla de las redes sociales. Además, junto a estos chupetes, Gvasalia ha ideado otras joyas hechas con ositos 'Gummy' y 'stickers' de gatitos, corazones y estrellas, sumándose a esa oleada infantil de herencia noventera que, de momento, se niega a abandonar.

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