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Llena de mensajes el escaparate de su tienda en Bilbao harto de que el exterior sea un campo de juego.

Tienda en Bilbao (mensajes en el escaparate)

Llena de mensajes el escaparate de su tienda en Bilbao harto de que el exterior sea un campo de juego

Ramón Ezkerra lamenta que los pequeños y sus padres utilizan de portería la fachada de su comercio en el Casco Viejo y que los fines de semana «inundan la entrada de desperdicios»

Lunes, 2 de diciembre 2024

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A Ramón Ezkerra, el artesano de Bilbao que confecciona las mejores cazadoras de cuero de la ciudad, el turismo le ha provocado un quebradero de cabeza. Su tienda, situada al final de la calle Correo, justo casi antes de la trasera del Portal del Ángel, en un tramo donde confluyen hordas de turistas, ha perdido gran parte de su visibilidad. ¿La razón? Que entre los críos y padres de chavales que juegan al fútbol delante de su negocio, los adultos que ocupan la vía pública consumiendo a todas horas los fines de semana botellines de cervezas y vinos, y los miles de transeúntes que pasean por esta zona, le han dejado sin vistas. Y, obviamente, su negocio se resiente de lo lindo.

Puede que Ezkerra se resigne, pero se queja. Y ante quien haga falta. Ha remitido varios escritos quejándose al Ayuntamiento de las pérdidas sufridas y para que le encuentren una solución. E incluso ha tratado con los agentes de la Policía Municipal acerca de la posibilidad de que le echen una mano. Pero, claro, los agentes le dicen que ellos no pueden hacer nada y que todo está en manos del Consistorio.

El diseñador ha recurrido a todas las vías posibles y no está dispuesto a que sus súplicas caigan en saco roto. Mientras, se las apaña como puede. ¿Cómo? Ha empapelado su escaparate con proclamas en las que muestra su malestar. No se ha cortado un pelo. Con los clásicos 'pósit' amarillos, ha compuesto un 'collage' que llama la atención del público en el que exhibe su malestar.

'No soy una papelera'

'No soy una papelera' (de la cantidad de desperdicios que dejan a la entrada del establecimiento), 'No soy una portería' (la mar de pelotazos que soporta todos los fines de semana la cristalera de su exitoso comercio), 'No soy una mesa de terraza' (pese a parecer el exterior de un bar), 'Soy un escaparate para ver' y un 'Gracias'. Ironía, como ven, no le falta.

Ramón Ezkerra, que fía toda su apuesta al diseño y las tendencias, considera que de jueves a domingo sufre lo que «no está escrito». Entiende que opera en una de las zonas más «emblemáticas y turísticas» de la capital vizcaína, si bien esgrime que no puede «seguir trabajando así. Me invaden todo el espacio público. Han convertido una calle peatonal muy transitada en un parque. Es una invasión total», se queja.

El extraordinario tiempo otoñal ha agravado la situación. Con «mogollón de gente en las calles», sostiene que algunos días la fachada de su establecimiento recuerda a la «festividad de Santo Tomás con la vía pública totalmente 'okupada'. Todo el mundo tiene derecho al disfrute, del mismo modo que la gente tiene que reconocer mi derecho a ejercer un trabajo como comerciante que ahora no puedo ejercer», reivindica.

Intuye Ezkerra que mucha gente se le echará encima con sus protestas y que habrá quien le tache de lo que «no soy. Cada uno puede hacer lo que quiera y yo no me meto con nadie», advierte. Lo que no le gusta nada es el comportamiento de un Ayuntamiento que, de momento, ha hecho oídos sordos a todas sus peticiones.

«Esto es un suplicio los viernes a la tarde y lo sábados», lamenta. De nada le ha servido la instalación de alarmas y cámaras para combatir esta situación. «Hay domingos que saltan dos y hasta tres veces pero nadie viene aquí», explica Ramón, que mantendrá durante «todas las navidades» su fachada, tal y como está, pese a haberse presentado al concurso municipal de escaparates.

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