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Tienda de velas en Bilbao
Irene, de ganar un Goya a hacer velas y venderlas en su nueva tienda de Bilbao La ViejaIrene Río fue una niña curiosa y creativa que ya en la infancia disfrutaba haciendo cosas con sus propias manos. «Mi madre me enseñó a ... coser, bordar y pintar cuando era pequeña, porque veía que me encantaba. Siempre estimuló mi parte artística», recuerda. Esta joven bilbaína de 32 años llegó a montar con un socio una empresa de efectos especiales que le dio unas cuantas alegrías, pero sobre todo una que no olvida: en 2020 ganó un Goya en esta categoría por la película 'El hoyo'. «Iba a ser una gran oportunidad, nos iba a dar proyección a nivel nacional, pero en marzo llegó el confinamiento y toda esa promoción se cortó de golpe. El mundo del cine es inestable y duro, así que no me vi con fuerzas y ganas para continuar», reconoce.
Esta emprendedora decidió entonces tomar otro rumbo y buscar un nuevo camino profesional que le hiciese feliz. «Trabajé de dependienta, camarera... pero quería coger las riendas de mi vida y crear algo propio con la ilusión de ponerle un montón de cariño». Y así, un día cualquiera, se encendió la chispa. «Mi compañera de piso, Arantza, era consumidora de velas artesanas y me fascinaba cómo olían, así que quise descubrir cómo se hacían. Aprendí con un vídeo de Youtube de 10 minutos y, a partir de ahí, todo ha sido ensayo y error», cuenta. También le sirvió la experiencia adquirida en su ocupación anterior. «En nuestra empresa, hacíamos monstruos, cadáveres, heridas o prótesis para cortos y películas, así que tenía conocimiento sobre materiales, diseño, procesos de creación... me dio un montón de bagaje».
La técnica la tenía, pero quería que sus velas también contasen una historia. Irene buscaba reconectar con sus raíces y poner en valor la cultura popular. «Con 11 años me mudé con mi familia a Medina de Pomar y no volví a Bilbao hasta los 19. De alguna manera, perdí mis orígenes, el contacto con el euskera y toda la cultura con la que me había criado». Hoy condensa sus raíces e inquietud creativa en las velas de cera de soja 100%, libres de tóxicos, que hace ella misma en Altaflama, la tienda que acaba de abrir en el número 9 de la calle Hernani, en Bilbao La Vieja. «La apertura coincidió con una nueva edición del mercado Dos de Mayo, así que vino muchísima gente a conocer la tienda. Y también se están acercando muchos comerciantes del barrio y vecinos a desearme suerte».
Sus velas están inspiradas en «los seres mitológicos que habitan en los montes vascos, en las cartas del tarot y en los signos zodiacales». Irene ha creado un aroma diferente para cada vela, ya que cada una cuenta una historia. «Basajaun recuerda a un bosque después de que haya llovido, con el olor a pino; sorginak huele a violeta y fuego, en honor a las brujas quemadas en la Inquisición; cada signo del zodiaco lleva la fruta y la flor del mes al que corresponde...». La reina de todas es Eguzkilore que con aroma a galletas recién horneadas y naranja dulce envuelve el hogar de energía positiva y protección. Las vende en dos tamaños: el pequeño (de 29 gramos y 10 horas de encendido) cuesta 5,50 euros y el grande (de 269 gramos y 60 horas de encendido) sale por 16,50 euros.
Irene emplea varias horas al día en su elaboración. Y lo curioso es que los clientes pueden ver cómo las hace, porque las fabrica allí mismo, a la vista de todos. Todo el trabajo recae en sus manos, desde el proceso de alquimia, donde decide el aroma, hasta el etiquetado. «Preparo todos los botes, pego la mecha en cada uno, derrito la cera en las ollas eléctricas, vierto las esencias en una temperatura concreta, dejo que se enfríen y, al día siguiente, realizo el etiquetado. Eso sí, después hay que dejarlas macerando durante dos semanas para que cojan bien el olor y se puedan poner a la venta», detalla.
Su firma de velas, Altaflama, nació en noviembre de 2023 gracias a una campaña de crowdfunding. Aquello le permitió lanzar su página web y crear una fiel comunidad de amantes de las velas a nivel nacional. Hace un año estableció su estudio en Deusto, en una oficina de 20 metros cuadrados ubicada en un primer piso. Hasta allí iba su clientela para comprar sus velas y recibir talleres. Y ahora ha dado un paso más recalando en Bilbao La Vieja, a pie de calle, con un gran escaparate dedicado a sus velas artesanales. «No te imaginas la cantidad de gente que entra preguntando si son mermeladas», ríe.
Irene está feliz en su nueva tienda, donde también ofrece talleres de dos horas los fines de semana, sobre todo, los viernes y sábados por la tarde y los domingos por la mañana para aprender a crear una vela aromática. «Los dos próximos talleres son el viernes 14 y el domingo 16 de marzo. Imparto una clase teórica de una hora para enseñarles a identificar los aromas y en la siguiente hora fabrican su propia vela, que se llevan a casa», cuenta esta artesana. Su ilusión es hacerse un hueco en Bilbao La Vieja y desde ahí crear «una familia de amantes de las velas». «Me encantaría construir algo que permanezca, que no se quede en un sueño pasajero. Ojalá consiga abrir más tiendas algún día y pueda contar con un equipo que ame las velas tanto como yo».
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