
Quesería artesana en Bilbao, de dos amigas emprendedoras
Dos amigas dejan sus carreras para abrir esta quesería artesana en BilbaoGentzane Landa y Olga Viña han dado un giro a su vida para apostar por su propio proyecto. En su nueva tienda de quesos con alma y otras especialidades, dan salida a sus ganas e inquietudes gastronómicas
«Póngame cuarto y mitad». Así se llama la nueva tienda de quesos y otras especialidades que ha abierto en el número 22 de la calle Licenciado Poza: 'Cuartoymitad'. En este templo quesero se ofrecen hasta 60 referencias nacionales e internacionales de quesos artesanos que varían según la temporada. Pero detrás del mostrador destacan dos mitades, Gentzane Landa y Olga Viña, dos amigas emprendedoras, «una pareja ideal, como el queso y las uvas». Su proyecto es el resultado de una metamorfosis profesional y un ejercicio de fuerza, autoestima y fe en ellas mismas. Ambas han dado un giro a su vida para dar salida a sus inquietudes gastronómicas y ser felices vendiendo quesos artesanos.
Gentzane se iba a llamar Paz, como su «amuma», pero eligieron su equivalente en euskera. Esta emprendedora de 37 años recuerda cómo cada verano su abuela embotaba bonito en la buhardilla de Mundaka. Era un proceso que duraba varios días y que a aquella niña a la que no le dejaba subir a verlo le parecía «casi mágico». «Tenía unas marmitas enormes y un ejercito de botes listos para llenar con este manjar bañado en oro líquido. Y no solo llenaba nuestras despensas, sino también nuestros corazones, porque este es uno de los mejores recuerdos de infancia que tengo», cuenta Gentzane, orgullosa de llevar «la cocina en las venas». Su padre fue cocinero en un atunero, y sus tíos regentaron bares y restaurantes.

Ella estudió Magisterio de Educación Primaria, pero en 2012 abrió un blog de cocina, 'Mangiare a mesa puesta', donde compartió sus recetas durante una década. «Cocinar, comer, publicar y fotografiar comida fue durante muchos años mi pasatiempo preferido. Mi abuela Paz se sentiría orgullosa si supiese que cocino mucho y que, además, lo hago pensando en ella». Gentzane también desarrolla su creatividad bordando, una práctica que le enseñó su madre. En 2019, montó en su dormitorio su propio taller y creó su firma homónima, que reunía sus preciosos bordados y piezas textiles. Llegó a tener una página web donde vendía sus creaciones, que fascinaban a su «tribu fiel», es decir, a sus casi 8.000 seguidores en Instagram.
Pero llegó la pandemia y la vida se paró, sobre todo, para ella y su familia. A su hija Amaia, que entonces tenía dos años, le diagnosticaron una leucemia linfoblástica aguda. «Nuestros corazones hicieron 'crack' y la vida nos puso en pausa», recuerda. Una pausa que ha durado «dos años, dos meses y 16 duros días». Hasta que el 22 de septiembre del año pasado, su 'Amaia politxe', como llama cariñosamente a su pequeña, pudo tocar con fuerza la campana del Hospital de Cruces para celebrar que ha superado el cáncer. ¿Y después qué? «A vivir, respirar más tranquilos y curar las heridas, esas que no se ven a simple vista».
Gentzane, que había aparcado su firma para cuidar de su hija, empezó a trabajar en la agencia de turismo especializada en Urdaibai que dirige su hermano. Pero hace unos meses le llamó su amiga Olga, que ha tenido un puesto de quesos durante cinco años en el Mercado Labayru, para proponerle abrir juntas una tienda de quesos y otras especialidades fuera de la plaza de abastos. «Es la primera vez en muchos años que he pensando en mí, en lo que yo quiero hacer y en lo que me gusta. Estoy muy orgullosa de esta Gentzane, que no hubiera sido capaz de imaginarse en una situación así mientras transitaba aquellos pasillos del hospital», dice esta emprendedora, que tiene otro hijo, Asier, de diez años.

Este proyecto no se entiende sin la otra mitad, sin Olga, que en 2018, a sus 45 años, decidió «llevar hacia adelante esa loca idea de cambiar de vida y abrir una tiendita dentro de un gran mercado». Esta emprendedora, que estudió Secretariado de Dirección en la Universidad de Deusto, ha desarrollado toda su carrera en una correduría de seguros y en la administración del Igualatorio Médico Quirúrgico (IMQ). Amante de la gastronomía y del mundo del queso, hace cinco años dio carpetazo a su vida para apostar por un proyecto propio. «Un amigo de León, que era ingeniero agrónomo, lo había dejado todo para abrir una pequeña quesería. A raíz de ahí, empecé a darle vueltas. Fue una decisión muy pensada, pero ahora estoy muy contenta haciendo lo que me gusta», asegura.
Hace un año empezó a rondar por su cabeza la idea de trasladar Cuartoymitad a otro lugar. Y soñaba con hacerlo de la mano de Gentzane. Con «muchos nervios y una ilusión tremenda», el pasado 2 de noviembre inauguraron su quesería «con alma», en el número 22 de la calle Licenciado Poza. Su especialidad son los quesos artesanos, principalmente, de pequeñas queserías familiares que los elaboran con leche cruda. «Tenemos variedades vascas, nacionales e internacionales, como quesos holandeses, italianos, alemanes, ingleses y franceses. Defendemos muy bien el producto, porque creemos en él y ponemos cara a los productores», cuentan.

También ofrecen las especialidades de otros emprendedores vizcaínos, como las famosas hamburguesas de Black Label y las pinsas de Casa Leotta. Su clientela ya sabe que los martes y viernes venden el pan de masa madre que elabora Aida y su equipo en Orozko; que los lunes llega desde Gatika la verdura ecológica de Marcela y Gorka; y que los miércoles Lourdes les trae su tarta de queso. «Cada mes nos la hace con un queso diferente, en noviembre toca gorgonzola», cuentan. Para acompañar sus quesos, también venden desde vinos o cervezas artesanas hasta mermeladas, mieles y chocolates.

La ilusión de Gentzane y Olga es crear «una cultura quesera»: «Que la clientela vaya mucho más allá de un Manchego o un Idiazabal, que se deje aconsejar por nosotras». Ya están seleccionando novedades para pasar con nota la campaña navideña, y de cara al nuevo año quieren organizar catas, degustaciones y actividades en su tienda. 'Cuartoymitad' nació como un sueño con el que estas emprendedoras buscaban ser felices y, al final, están haciendo felices a todos los demás. «Llego a casa muy tarde, cuando los niños se van a meter en la cama. Pero el otro día, Asier, mi mayor, al ir a acostarle me dijo: 'Amatxu, ¡qué bien lo estás haciendo!», se emociona Gentzane.
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