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Los pendientes 'arrantzales' de un joven de Llodio a la conquista de Rusia
Impresos en 3D e inspirados en los pescadores vascos, los pendientes que crea Mederi Ferreño en una antigua sastrería familiar convertida en laboratorio traspasan fronteras
Mederi Ferreño siempre supo que seguiría los pasos de su abuela paterna, Amparo, que siendo muy joven dejó su tierra natal para abrir una sastrería masculina en Llodio. Esta gallega inquieta y valiente decidió establecerse en este municipio alavés para dedicarse a un oficio tradicionalmente asociado a los hombres. «Mi bisabuelo era sastre y transmitió sus conocimientos a sus seis hijos», cuenta este diseñador de 28 años. Sastrería Patiño cerró hace ya un tiempo, cuando Amparo y sus hermanos se jubilaron, pero hoy se ha convertido en el taller de su orgulloso nieto. Tradición e innovación conviven en este acogedor espacio, donde Mederi conserva el mobiliario antiguo, pero ha incorporado una nueva herramienta de trabajo: una impresora 3D. De este dispositivo, que está transformando el mundo de la moda, salen los exclusivos y originales pendientes que concibe este joven creativo. Lo suyo es artesanía digital hecha con mimo. «Disfruto al cien por cien de mi trabajo, pero para seguir adelante en esta industria hay que tener muchísima paciencia», reconoce.
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Tras licenciarse en Bellas Artes por la UPV/EHU, decidió irse de Erasmus a Milán por un periodo de seis meses, pero su estancia se prolongó cinco años. Allí curso el máster de Diseño de Moda y descubrió su interés por el mundo de la joyería y la bisutería. Por eso, de vuelta a su pueblo, quiso probar suerte creando su marca homónima sin ningún tipo de pretensión más que fabricar piezas con sus propias manos. Pero llegó una pandemia mundial y el confinamiento alteró sus planes. «Durante la cuarentena, me compré una impresora 3D y realicé un curso con la conocida firma vasca Mrlaspiur, cuyos coloridos pendientes están impresos en 3D. Fue como hacer otro máster, porque esta máquina es muy inteligente, pero a la vez es muy tonta, comete muchos errores, me ha costado mucho trabajo conseguir unas piezas tan pulidas», explica este emprendedor.
Con mucha paciencia y un método ensayo-error nacido del entusiasmo, el pasado mes de mayo vio la luz su primera colección, 'Olatu' ('ola' en euskera). Su propuesta incluye nueve modelos de pendientes atrevidos y especiales que se desvinculan de la discreción y apuestan por un sello de identidad tan potente como vanguardista. «Esta colección pretende ser un homenaje a nuestros arrantzales y, sobre todo, a las mujeres del mar, cuya labor fue invisible pero imprescindible», cuenta Mederi. Sus diseños, en tonos blancos y azules, evocan las olas de la costa vasca. Son verdaderos tesoros hechos a mano de los que es imposible encontrar dos exactamente iguales. Y, además, a un precio asequible: cuestan entre 30 y 35 euros.
Mederi trabaja hasta doce horas diarias en su taller dando forma a sus creaciones. Primero, las bocetea en un papel, después las pasa al ordenador mediante un programa de diseño 3D y, finalmente, salen de su impresora. Pero el proceso creativo no termina ahí. «Fabrico los pendientes con un polímero vegetal llamado PLA que además es biodegradable y los hace ultraligeros. Después, les aplico pan de oro y una resina no tóxica para que no pierdan el color», cuenta. Perfeccionista y autoexigente, reconoce que aún no ha conseguido «distinguir si sus piezas son de bisutería o joyería». «Cada par de pendientes lleva tres horas de trabajo manual y otras tres de impresora. Y no solo son únicos, también tienen calidad. Por ejemplo, el perno o la base está bañado en oro de 24 quilates», explica.
Además de comercializar sus piezas en la cuenta de Instagram de la marca, las vende en la tienda Nina Life Styling de Llodio. Y también se pueden encontrar en su propio taller, ubicado en el número 28 de la calle Nervión de esta localidad alavesa, donde el cliente puede conocer mejor a Mederi y ver cómo trabaja. En un mes, pretende lanzar la página web de la firma y una nueva colección de pendientes, «más atrevida que la anterior», que estará inspirada en el glamour setentero de la mítica discoteca neoyorkina Studio 54. Crear local para vender global es el mantra de este joven creativo. «Unos inversores rusos se han interesado por mis diseños, de hecho, me han comprado todos los modelos para empezar a venderlos en su país», cuenta emocionado. Eso sí, no hay que irse tan lejos para encontrar a la mayor fan de sus creaciones. «A mi ama le cuesta entender el mundo de la moda, tiene una relación de amor-odio, le frustra ver que estoy todo el día trabajando y no produzco o vendo todo lo que querría. Pero también es mi mayor apoyo, no se quita los pendientes, yo creo que duerme con ellos», bromea. Mederi ya aprendió de su abuela que detrás de los oficios artesanos hay una labor minuciosa y muchas horas de trabajo. Las luces de Sastrería Patiño seguirán encendidas mientras mantenga viva su pasión por la moda y conserve la paciencia para seguir aunando lo antiguo con lo nuevo, lo clásico con lo innovador.
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Una exposición de sus diseños este fin de semana en Llodio
Mederi Ferreño mostrará su trabajo de bisutería y moda durante este fin de semana en los contenedores marítimos instalados en el parque de Lamuza de Llodio. La iniciativa se enmarca en la propuesta del colectivo Kulturlab, que aspira a crear en el pulmón urbano de esta localidad alavesa un parque de la cultura, abierto y creativo. Se inaugurará la muestra con un 'lunch' este viernes 29 a las 20.00 horas. Y durante todo el fin de semana, el artista estará accesible en la exposición, en horario de 18.00 a 21.00 horas, para intercambiar opiniones con el público. «También voy a mostrar un adelanto de mi siguiente colección de pendientes», avanza Mederi.
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