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Pastelería en Bilbao (sin gluten y sin leche)
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Pastelería en Bilbao (sin gluten y sin leche)
Izaskun, la repostera que ha abierto una pastelería sin gluten y sin leche en Bilbao «por amor» a sus hijas«Magora Bakery no es una idea que soñé una noche y en la que me puse a trabajar para crear un negocio. Magora es el resultado del amor a mis hijas». Este mensaje da la bienvenida a la nueva panadería y pastelería sin gluten y sin leche de Deusto. Lo ha escrito Izaskun García, que sufre ambas intolerancias. «Cuando me diagnosticaron tenía 22 años y ya llevaba tiempo soportando muchos dolores, sobre todo, de cabeza. Por fin encontraron la causa, pero tuve que aprender a comer de nuevo». Con el nacimiento de sus dos hijas, Gorane, de 17 años, y Matxalen, de 13, llegó el mismo diagnóstico. También son celiacas e intolerantes a la lactosa. «En ese momento, empezó a crecer en mí la semilla de este proyecto. Decidí que iban a comer igual que el resto, que tendrían sus tartas, sus magdalenas, sus pasteles y su pan del día», cuenta desde su nuevo obrador y tienda en el número 1 de la calle Sancho Azpeitia, frente al batzoki de Deusto. Como esta aventura comenzó con sus hijas, Izaskun decidió unir sus nombres para bautizar el negocio.
Fue su hermana quien se adentró primero en el mundo de la repostería. «A mí no me gustaba cocinar, así que fue ella quien empezó a hacer pruebas con las niñas en casa. Hemos tirado kilos y kilos de masas, modificado recetas, insistido mucho... hasta conseguir la calidad y el sabor que buscábamos». En 2013, Izaskun pensó en abrir un obrador en el garaje de su casa, en Carranza, pero temía dejar su empleo. «Yo trabajaba para un distribuidor de Repsol, en el departamento de calidad y medio ambiente. Llevaba 13 años, con trabajo estable, me gustaba y ganaba bien». Pero llegó 2015, «un año muy duro laboralmente», y decidió dejarlo y presentarse con sus panes y sus dulces en el festival Enkarterri Fest de Zalla. «Me recomendaron que vendiese en ferias para darme a conocer y seguimos yendo a todas las que podemos. De hecho, acabamos de estar en el mercado navideño del Muelle de Ripa, una cita que nunca nos perdemos, porque nos da mucha visibilidad».
Finalmente, Izaskun se animó a montar el obrador en el garaje de su casa. «Los comienzos fueron muy muy duros. Me costó mucho acostumbrarme a trabajar sola y, además, no me veía de comercial. Buscar puntos de venta, clientes... me parecía un mundo. Pero, al final, cuando crees en lo que haces y el producto que tienes, venderlo es mucho más fácil». Sus panes, pasteles y tartas sin gluten y sin leche empezaron a conquistar los paladares más exigentes y a endulzar la vida de quienes sufren intolerancias alimentarias. Pero en septiembre de 2023 su vida volvió a dar un giro. «Mi hija Gorane siempre ha querido estudiar Bellas Artes, así que tenía que empezar el bachillerato artístico, pero cerca de Carranza no encontrábamos ninguna opción». La encontraron en Galdakao, donde se mudaron su marido, Joseba, y Gorane.
Izaskun y la pequeña, Matxalen, se quedaron en Carranza. «Fue un año muy duro y el pasado mes de marzo ya no pude más. Sentía que estaba sacrificando mi vida personal por el trabajo. Ya no me compensaba y le dije a mi marido que este 7 de enero, después de navidades, cerraría la pastelería». Pero el destino quiso que un proveedor le hablase de un local que se había quedado libre en Deusto. «Estaba muy baja de ánimo, pero me lancé». En septiembre se trasladó a vivir a Galdakao con Matxalen para estar juntos los cuatro miembros de la familia. Y el 15 de octubre abrió su pastelería de Deusto, donde elabora sus dulces y atiende a la clientela. «Está siendo muy gratificante, porque la gente te agradece mucho que tengas pan y bollería fresca cada día, te dicen que está riquísimo, se alegran por ti... Aunque estoy temblando, porque ha sido como empezar otra vez de cero, me están dando mucho apoyo».
También es un gran apoyo Joseba que, aunque es conductor de Bizkaibus, le echa una mano en su tiempo libre. «Tuvimos un pastelero que nos enseñó y me quedé con todo. Las masas son mi especialidad», asegura. Pero el secreto de Magora Bakery no solo está en la masa. «Es un proyecto familiar y somos un equipo. Nuestras hijas también nos ayudan mucho, porque saben cómo lo hemos pasado. En Navidad la pequeña ha estado metiendo todos los roscones en cajas, la mayor atendiendo al público...». Y ese mimo que le ponen se nota en sus productos. Triunfan la persiana de mantequilla, las palmeras, los donuts, los 12 tipos de galletas, los rollos de canela, los bizcochos por raciones, las tartas... «De pequeña, Gorane se fijó en una carolina al pasar por una pastelería y le prometí que las haría. Y hace un par de años, me dijo que le daban mucha envidia las napolitanas. Me tuvo que ayudar un pastelero, porque no me salían». Hoy ambos dulces forman parte de su variada oferta. «También gustan muchísimo los roscones. En nuestros dulces usamos siete tipos de harina diferentes, como la de maíz, de arroz o de tapioca, y cremas vegetales», explica Izaskun.
Pese a que se levanta cada día a las tres de la madrugada y tiene jornadas maratonianas, esta emprendedora se siente orgullosa de haber continuado con su proyecto y de haber afrontado un cambio de vida. «Ha sido un año de miedos, de dudas, de toma de decisiones... pero ha merecido la pena». Tanto que ya piensa en su siguiente reto: «Mi sueño sería abrir mi propia degustación».
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