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Las otras carolinas de Bilbao
No es una pastelera pero se está hinchando a vender carolinas en BilbaoNo es una pastelera, pero se está hinchando a vender carolinas. Se las han quitado de las manos las pasadas navidades, aunque las lleva realizando desde hace casi cuatro años. La sombrerera Jasone Lavín reproduce uno de los dulces bilbaínos más típicos en forma de colgaderos, pines y pendientes, que han hechizado por igual a hombres y mujeres. La propietaria de Masquegorros, en el número 28 de Iparraguirre, cambia la 'masa' de sus creaciones y, en vez de merengue, emplea madera y PLH, un producto biodegradable en la fabricación de sus exitosas piezas.
A veces la vida tiene unos giros inexplicables. Su éxito ha derivado, curiosamente, de «un error» que ha convertido, para su suerte, en su seña de identidad. Trabajaba en la fabricación de sus 'carolinas perchero', de un tamaño mayor que el de sus pendientes e insignias, pero se equivocó al calcular la medida.
Sin embargo, en vez de llevarse un berrinche de órdago y tirar a la basura las figuras a las que estaba dando forma, decidió hacer con ellos unos pines. Empezó a ponerlos de adorno en los paquetes de regalos y sucedió lo que ni por asomo imaginaba. «Que la gente venía a la tienda a pedírmelos. En lugar de hacerlas del tamaño que debí hacerlas, me encontré con que en la base de la impresora aparecieron minicarolinas. Me dije '¿qué hago con esto?' Desde luego, no tirarlos», explica.
Este fenómeno se ha vuelto a repetir estas navidades. La cantidad de paquetes que ha podido adornar con los pines. «Los ponía de regalo como detalle». Junto al típico 'Zorionak' o 'Feliz Navidad', iba un pin que se ha convertido en uno de los productos estrella de la temporada. «A los clientes les hace una ilusión que no veas», detalla.
Un éxito inesperado al que ha contribuido, sin duda, su hermano. «Cuando abrí la primera tienda, en Pozas, Iñaki, que es escultor, se encargó de decorarla. Le dije que quería algo muy mío y que tenía que ser algo muy de Bilbao». Y qué mejor que la famosa carolina. «Cuando llegué, Iñaki, el único escultor que tiene una estatua en la catedral de Bilbao, me enseñó unos 'percheros carolina'. Me los hizo en madera, no así los pines, que realizo con un PLA biodegradable. ¿Qué pasó? Realizaron un reportaje en televisión y la tienda se inundó de clientes en busca de las carolinas. Yo decía 'pero si son percheros'. Iñaki lo tuvo más claro. Me dijo 'Jasone, empieza a diseñarlas ya'».
Y lo hizo en formato 3D. «Las imprimo primero en una máquina, luego las pulo y después las pinto de una en una». Una factura artesanal. Las piezas más difíciles de trabajar son los pendientes. «Son los peores para pintar al ser más pequeños. Necesito tener mucho y muy buen pulso porque todo va a mano. Por eso salen distintos y cada pieza es única, ¿no?», aclara.
– ¿Por qué vende tantas carolinas?
– Porque es un pastel muy de aquí, y a la gente le hace mucha gracia. He descubierto una gran cantidad de personas a la que le gusta este pastel, no soy la única. Yo me considero una experta en carolinas. ¡Me encantan! Las que más me gustan son las de la Pastelería Don Manuel. Hay muchas panaderías que las hacen muy ricas, pero si hay que establecer un ranking...
No solo las come. Jasone considera la carolina el «pastel más bonito. Ese color marrón, amarillo, blanco... Estéticamente es preciosa. Yo no hago pasteles, hago figuritas. Me parece que le dan un punto maravilloso a mis complementos». La carolina casa con todo. Viene a ser lo más parecido a una fiesta, salvo que a uno se la estampen en la cara.
Lavín lleva casi cuatro años elaborándolas. Recuerda que el otro día se acercó un chico a por un perchero. «Iba a comprar solo uno, pero se llevó puesto un pin. Hay mucho hombre que compra mis carolinas», asegura. Ayudan los precios. Los pines cuestan 3 euros, los percheros salen 15 y los pendientes los vende a 18, «porque los pongo de plata para que no den problemas de alergia. Yo ahí no escatimo», explica esta artista que, sin meterse en los obradores, se ha especializado en despachar regalos muy dulces. Sus carolinas, además, no engordan.
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