Carlota, la novia de la capa de organza que se ha hecho viral

Nunca habrían podido imaginar aquel día, cuando se prometieron en el Puente Vecchio de Florencia, todo lo que en los meses posteriores iba a acontecer. Suerte que contaron con la ayuda de Itziar Ortuondo, la 'wedding planner' vizcaína que se convirtió en su particular ángel de la guarda. «Fue una de las mejores decisiones que tomamos. Un verdadero lujo contar con alguien tan optimista, profesional, cercana y con gran sentido de la estética. Nos entendimos a la perfección y nos dio mucha paz. Nos apoyó durante el duro proceso y los difíciles momentos marcados por los nervios y acentuados por la complicada situación», explica Carlota.

Una situación que los llevó a posponer su boda tan solo una semana, manteniendo el deseo de la novia de casarse en vísperas de Navidad. Sin embargo, fue inevitable cambiar las localizaciones de la ceremonia y el banquete, que inicialmente se iban a celebrar en la basílica de Elorrio, donde residen los abuelos de Carlota, y en el Palacio de San Joseren de Getxo. En su lugar, contrajeron matrimonio en la Iglesia de las Recoletas de Pamplona, tierra natal de los novios, y celebraron el banquete restaurante Alhambra, el 19 de diciembre de 2020 y ante muchos menos invitados de los esperados. «Fue una ceremonia íntima y especial, muy diferente a lo que siempre habíamos imaginado. Aunque nos faltaron muchas personas, saboreamos cada instante de una manera muy emocionante», reconoce.

Si hay algo que hemos aprendido en las últimas temporadas es que los volúmenes vuelven por la puerta grande a la industria nupcial. Por eso, ha sido inevitable que el look elegido por Carlota se haya hecho viral. «Fue un regalo de mi abuela Jima que no pudo asistir a la boda. La tuve muy presente». Su espectacular diseño tiene nombre propio y se llama Jorge Vázquez. El diseñador, ahora al frente de la legendaria casa Pertegaz, es un maestro a la hora de moldear este tipo de piezas arquitectónicas de Alta Costura. Ella lo tenía claro. «Para mí es un grande de la costura y un referente en el sector», asume, desvelándonos que también vistió a su madre y a la madrina. Dedicándose a la moda, Carlota sabía perfectamente cómo quería que fuera el concepto de su vestido.

Al ser una boda de invierno, su look nupcial se estructuró en torno a una imponente capa en organza de seda doble trabajada con volumetrías. Una pieza de influencia Balenciaga que se convirtió en la protagonista del look. El vestido, por el contrario, era de corte más clásico y estaba trabajado en crepe de lana. Tenía reminiscencias retro, miraba directamente a los años 40 y 50, y reflejaba cierta esencia a Valentino y al Dior 'vintage' que Kate Moss llevó en 2007 a una fiesta organizada en el Victoria & Albert Museum de Londres. Una combinación que Vázquez y su equipo entendieron a la perfección, consiguiendo el deseado 'efecto wow'.

Carlota e Iñigo decidieron casarse por el rito de la velación, utilizando un antiguo velo francés que perteneció a la abuela de él y con el que han contraído matrimonio muchas generaciones de su familia. Los reconocibles mules bicolor eran de Chanel, un tesoro de hace dos temporadas que pudo encontrar en una web de segunda mano. En cuanto a las joyas, apostó por estilo Art Decó con unos pendientes de brillantes y platino de su abuela María José y también llevó el anillo de pedida, diseñado por Iñigo junto a las artistas y dueñas de Agurcho Iruretagoyena. Completó su look con maquillaje de Bobby Brown que le hizo Arturo Núñez y un recogido en moño bajo de bailarina que cedía el total protagonismo a su vestido.

El cielo encapotado no concedió tregua, pero, como dice el refrán, «novia mojada, novia afortunada». Carlota entró a la iglesia del brazo de su padre, con violines sonando de fondo y una soprano navarra cantando en directo 'Adeste Fideles', al que siguió un repertorio de villancicos solemnes en línea con la época del año. Ningún detalle quedó al azar. Las vestiduras de los bancos de la capilla pertenecían a la familia del novio y eran unas piezas antiquísimas con un intrincado trabajo artesanal.

La decoración floral se centró en la flor del algodón y fue un guiño al abuelo de Carlota, que dedicó toda su vida al sector textil en el que ahora trabaja ella. «En su casa siempre se ha puesto a la Virgen esta flor y era una manera de tenerle presente», nos explica. Fue obra de Floreale, que consiguió crear un clima navideño mágico, además de encargarse también de elaborar el ramo de novia con los mismos motivos. La cinta que lo envolvía estaba bordada con una frase por Villalegría Home Linen, al igual que los ramos que entregó a su madre, a su hermana y a su mejor amiga. Esta empresa textil también bordó 3 pañuelos con mensajes especiales que Carlota entregó a su marido, a su padre y a su suegro.

El convite se realizó en la más absoluta intimidad. «La familia Idoate nos hizo sentir como en casa. Consiguieron que la velada fuera perfecta y nos sentimos especiales y cuidados» asegura. Presidía el salón un árbol de Navidad, montado también por Floreale, en el que Itziar Ortuondo integró el 'seating plan' en forma de bolas. El menú estaba elaborado en papel artesanal, con caligrafía y acuarela de 'Deplumayletras'.

Otro detalle que inundó de ambiente navideño el banquete fueron los llamados 'christmas crackers', una especie de regalos sorpresa en forma de caramelos propios de la tradición anglosajona. «Después de pasar varias navidades en Londres por motivos familiares, me hacía mucha ilusión ponerlos», reconoce. Estos caramelos están hechos con un cilindro de cartón y se rellenan de lo que cada uno quiera. En este caso, los 'crackers' para los hombres llevaban calcetines y miniaturas de «Laguiole», mientras que los de las mujeres tenían tallas de viaje de Joe Malone, Narciso Rodríguez o Charlotte Tilbury. «Compré los envoltorios en una tiendecita de un pueblo cercano a Manchester y los llené junto con dos amigas la noche antes de la boda mientras nos tomábamos una botella de champagne. ¡Un momentazo!».

Hubo baile y lo abrieron con Embassy Waltz (la banda sonora de My Fair Lady) a petición del padre de la novia, pero faltaron muchos amigos y familiares a la fiesta. Sin embargo, prometen nueva celebración al ritmo de 'third floor' en cuanto las restricciones lo permitan. «No todo es negativo. Esta situación nos ha permitido hacer doblete y celebrar dos veces nuestro matrimonio». Nunca hay mal que por bien no venga.

No te pierdas todas las fotografías de la boda, obra de Liven Photography, en nuestra galería de imágenes.