La marca de joyas catalana que arrasa en Instagram abre tienda en Bilbao con colas kilométricas (y pizzas de regalo)
Nacida tras un viaje a India, la firma de Carolina Álvarez y Borja Pundik aterriza en la calle Ercilla
La calle Ercilla de Bilbao amaneció distinta el pasado 19 de septiembre. Decenas de personas formaron una cola kilométrica para asistir a la apertura, en ... el número 29, de la tercera tienda de San Saru, una marca de joyas catalana que en apenas diez años ha pasado de ser el proyecto personal de Carolina Álvarez y Borja Pundik a convertirse en un fenómeno con más de un millón de seguidores en Instagram, la plataforma donde comenzaron a vender sus joyas de plata de ley 925 hace ya una década. La inauguración fue toda una fiesta: las cerca de 300 personas que esperaban en la cola disfrutaron de juegos, premios, pizzas, palomitas, bebidas y un 'welcome pack' exclusivo para las 200 primeras clientas, que incluía incluso una pulsera de plata. «Todavía seguimos emocionados. La energía, el cariño… fue increíble. Nos sentimos muy arropados», cuenta Carolina con una sonrisa.
La elección de Bilbao no fue casual. Carolina mantiene un vínculo personal con la villa: «Para mí, Bilbao siempre ha sido especial. Tengo lazos muy fuertes aquí con Naiara Usabiaga, creadora de Arizona Vintage y The Pop Up Store, y desde hace tiempo quería traer San Saru al norte. Es una ciudad vibrante, llena de vida, y la gente nos ha recibido con los brazos abiertos. Ha sido un sueño hecho realidad», asegura. Con esta apertura, San Saru suma su tercera tienda física, tras la de Barcelona, que abrió en 2023, y la de Madrid, en 2024. Pero, como reconocen sus fundadores, «esto es solo el comienzo. Cada ciudad tiene su energía propia y nos emociona pensar en seguir creciendo y llevando nuestra filosofía a más rincones».
Un viaje a India
Para entender lo que hoy significa San Saru hay que retroceder a febrero de 2015. Carolina y Borja acababan de regresar de un viaje a India que, como ella misma explica, les cambió la vida: «India me cargó de inspiración. Me enamoré de su esencia, de su belleza, de su riqueza y de su forma de vivir, un lugar lleno de luz y color. Volví conectada, llena de energía y con unas ganas enormes de crear algo que me permitiera compartir esa esencia con el mundo». De ese viaje nació la idea de la marca. Amante de la plata desde siempre -en cada viaje conserva una joya como recuerdo-, Carolina encontró en este material el lienzo perfecto para plasmar su visión. Y de sus cuadernos de viaje surgió también el logo: los tres monos sabios (San Saru en japonés). «Esa figura estaba presente en todos nuestros viajes. Para mí simboliza proyectar lo bueno: decir, ver y escuchar lo positivo. Me representa mucho y me conecta con mis valores».
Desde el principio, la marca apostó por el diseño propio y la creación artesanal, cuidando cada detalle y transmitiendo una filosofía clara: piezas únicas que acompañen a cada persona en su propio viaje vital. «Queremos que nuestras joyas no sean solo un complemento, sino un recuerdo, una parte de la historia de quien las lleva», explica Carolina. La sostenibilidad también ha estado presente desde el inicio, priorizando la producción en talleres cercanos. «Nos ocupamos de todos los procesos de forma artesanal, desde el boceto hasta la joya final, pasando por el diseño en 3D», detalla. Hoy por hoy, sus colecciones más exitosas son la de huellas y la de piedras de nacimiento, a las que se suman sus básicos, ya convertidos en imprescindibles, como el collar Mahatma, el collar Bahut o los pendientes Aravinda, con su inconfundible toque boho. «Todo lo que hacemos se adapta a cualquier estilo y está pensado para perdurar en el tiempo, para ser algo más que moda pasajera. Queremos inspirar a soñar en grande, a confiar en que los sueños se cumplen cuando se hacen con amor y esfuerzo», afirma Carolina.
Con la tienda de Bilbao recién inaugurada, la marca mira ya hacia adelante: «Nuestra visión es llegar al mundo y permanecer en él, acompañando a las personas en todas sus etapas. Este es un viaje que no ha hecho más que empezar», aseguran los fundadores. Y es que San Saru no solo vende joyas: comparte un estilo de vida, una forma de ver el mundo. «Soy amante de la vida, de la naturaleza, de los animales… San Saru es todo lo que soy y todo lo que quiero transmitir. Ojalá podamos inspirar a más personas a vivir con pasión, a soñar en grande y a rodearse de belleza y valores», concluye Carolina.
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