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La artista de uñas con lista de espera: Jessy revoluciona Santutxu con sus diseños únicos
Convierte cada uña en un lienzo y tiene clientas que esperan semanas por sus diseños: desde películas como 'La Sirenita' o 'El rey león' hasta homenajes personales, Jessy ha hecho del 'nail art' su forma de vida
De pequeña, Jessica Marcos no se despegaba de su cuaderno ni de su estuche de rotuladores. Dibujaba sin parar, plasmando en cada trazo su forma de ver el mundo. Esta emprendedora de 41 años, criada en el barrio bilbaíno de La Peña, empezó a buscarse la vida desde joven como camarera y dependienta. «Yo he hecho de todo: he limpiado casas, he trabajado en bares, tiendas, en una pastelería… Estoy reinventadísima», ríe. Hace cinco años, mientras otra manicurista le hacía las uñas, se interesó por un oficio que le ha permitido reencontrarse con su vena artística. «Me recomendó hacer un curso que ofrecía el salón La Kupula, en Santutxu. Allí aprendí todas las técnicas: manicura rusa con torno, uñas de gel, acrigel, acrílicas, decoraciones...», recuerda.

Coincidió con la pandemia, Jessica estaba en el paro, con dos hijos pequeños y sin rumbo claro. Pero, después de terminar la formación, le ofrecieron trabajar en el mismo centro. «No quería volver a la hostelería, así que aquella oportunidad me abrió las puertas del trabajo de mi vida», agradece. Hace tres años decidió ponerse por su cuenta y abrir su propio salón, Efecto Sirena, en el número 26 de la calle Luis Luciano Bonaparte, en Santutxu. Lo bautizó así por una tendencia de manicura que imita la apariencia brillante y mágica del mundo marino, parecida a las escamas de una sirena. «Poner nombre a tu negocio es difícil, ¿eh? Es casi como elegir el de tus hijos», bromea mientras hace a una clienta justamente ese efecto sirena en las uñas, con suaves tonos perlados y nacarados.

Jessica trabaja sola, no tiene dependientas, así que muchos días su jornada se alarga hasta las nueve de la noche. Sus clientas acuden en busca de diseños originales que las identifiquen para lucir unas manos a la última. Todas sus creaciones las hace a mano alzada, usando esos pocos milímetros de las uñas como lienzo. Y no hay deseo que se le resista: películas como 'El rey león' o 'El Grinch'; las míticas 'Supernenas' o 'Los Pokémon', motivos de Halloween, Navidad o incluso diseños inspirados en el Athletic. Jessica convierte cada uña en una obra de arte en miniatura gracias a su destreza con los pinceles. «La gran mayoría de mis clientas se hace alguna decoración, aunque sea en una uña. Para los diseños más elaborados puedo tardar hasta cuatro horas y media», cuenta esta emprendedora, que estuvo recibiendo clases de pintura y escultura, pero tuvo que dejarlas por falta de tiempo. «Yo creo que ahora mismo no sabría pintar en un lienzo, me parecería demasiado grande», ríe.
También realiza uñas con nail art personalizado, algunas imposibles de olvidar. «Una clienta me pidió unas uñas en homenaje a una amiga a la que le habían diagnosticado un cáncer. La dibujé como una superheroína y, en las otras uñas, pinté eguzkilores de colores, representando al resto de amigas», recuerda. Aunque han vuelto las manicuras clásicas, con uñas cortas y tonos discretos, Jessy asegura que no da abasto: «Antes atendía a seis clientas al día y ahora estoy cogiendo a diez, pero estoy saturada. Me da mucha pena no poder recibir a más gente, pero prefiero ofrecer un buen servicio y que mis clientas sigan contentas». Algunas viajan desde Castro, Berango o Larrabetzu, y siguen confiando en ella desde que abrió. «Me emociona cuando les da igual el color que les ponga, vienen aquí a hablarme. Me abren su corazón y me cuentan cosas que no comparten ni en casa».

«Es el trabajo de mi vida»
Jessy, que está aprendiendo a tatuar para trasladar su arte a la piel, encuentra en su familia su mayor apoyo. «El año pasado ahorramos mucho para irnos de vacaciones a Miami, y mi marido y mis dos hijos me pidieron que les hiciera un diseño especial en las uñas. Les dibujé palmeras, una maleta, una camiseta de fútbol... ¡Mi hijo no quería quitárselas al volver!». Este verano ya ha avisado a sus clientas de que se va a Dubái, así que cerrará quince días en julio, aunque a muchas no les haga demasiada gracia. «Me está costando una ansiedad cuadrar la agenda e intentar buscarles un hueco antes... Les digo que aprovechen y se las hagan en su lugar de vacaciones, pero no quieren», cuenta entre risas.

Inma, una clienta jerezana afincada en Bilbao -aunque no en Santutxu-, lo confirma: «Es verdad, tendríamos que ser más consideradas, pero es que diseño que le pides, diseño que te hace. Todo el mundo me pregunta dónde me hago las uñas. Les digo que sigan a Jessy en Instagram, pero que la pobre está muy llena...». Y, al mismo tiempo, está muy feliz, porque aquella niña que siempre llevaba su estuche de rotuladores ha encontrado, años después, su lugar: un pequeño estudio en Santutxu, un puñado de pinceles y decenas de clientas que no quieren irse a ningún otro sitio. «Este es el trabajo de mi vida. Aunque no me paguen millones, estoy súper feliz. Y mira qué clientas tengo, son lo más. He tenido una suerte...».
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