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Pedro Rojo, artífice del escaparate más artístico de Bilbao, posa en su taller de Alameda San Mamés.

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Pedro Rojo, artífice del escaparate más artístico de Bilbao, posa en su taller de Alameda San Mamés. Mireya lópez
'El Cajón', escaparates artístico en Bilbao

¿Conoces 'El cajón' de Bilbao? Así es el escaparate más artístico de la villa

Las cristaleras creativas de Pedro Rojo llevan casi cuatro décadas emocionando a los transeúntes que pasan por su taller de Alameda San Mamés

Jueves, 24 de febrero 2022

La creatividad e ingenio de Pedro Rojo no tienen límites. Este bilbaíno de 62 años sigue prolongando la vida de 'El Cajón', el escaparate de su taller, situado en el número 13 de la calle Alameda San Mamés, y seguramente el más artístico y peculiar de Bilbao. En esta cristalera comenzó a mostrar en 1983 las creaciones que realizaba por amor al arte con sus amigos y compañeros Manuel Vicente y Montse Gómez. «Empezamos en el año de las inundaciones y antes de que se fundara el Museo Guggenheim», recuerda. Hoy Pedro, con la ayuda de Montse, lleva las riendas de este proyecto que sigue sorprendiendo y emocionando a la villa casi cuatro décadas después. «Manuel se jubiló hace 12 años», explica.

'El Cajón'.

Pedro comenzó a labrarse su propia trayectoria profesional en el mundo del arte cuando «era un chaval». «Empecé a hacer los recados en una agencia de publicidad de Bilbao, hasta que me pusieron una mesa e hice mis primeros dibujos. No me he formado en ninguna escuela», cuenta. El 28 de diciembre de 1983 rubricó con Manuel Vicente un contrato de honor para trabajar juntos en el que se comprometían a mostrar sus creaciones en 'El Cajón'. Finalmente, también se convirtieron en socios y artífices de todo tipo de trabajos creativos: carteles, decoraciones, esculturas... «todo lo que concierna a creatividad, ideas y construcciones», aclara. Eso sí, reconoce que hace unos años eran más famosos: «Pudimos acceder a muy buenos curros». De hecho, entre sus clientes, destaca el Athletic Club o la Hacienda Foral de Bizkaia. «Para este último, fue el trabajo más importante y estaba relacionado con la Exposición sobre el Concierto Económico». Estos amigos también estuvieron detrás de muchos escaparates comerciales que vistieron las calles de la capital vizcaína. «Antes hacíamos todos, ahora no hago ninguno. Este trabajo murió hace 15 años», lamenta.

El taller de Pedro. Mireya gómez.

Por suerte, siempre les quedó el escaparate de su taller, 'El Cajón' -llamaron así por su gran profundidad-, en el que siempre plasmaron su ingenio y creatividad de forma altruista. «Solo nos sirven ideas que tengan un trasfondo social y ético, algo que aporte», precisa. En varios libros que guarda en uno de los muebles del taller, próximo a la entrada, conserva imágenes antiguas de las primeras creaciones. Pasar las páginas de este álbum es volver al pasado en un abrir y cerrar de ojos. «En el primer escaparate que hicimos, creamos un macho cabrío que representaba al diablo y dialogaba con la luz, que podría ser Dios», explica. Impresionantes diseños que cruzan la línea entre la realidad y la ficción y en los que, en un principio, no incluían palabras. «Tampoco les poníamos título para no contagiar lo que veía e interpretaba cada persona», concreta.

Su primer escaparate artístico: 'El macho cabrío'.

Unas creaciones que en ocasiones rebasaron el cristal. «La policía nos pilló poniendo en la fachada del bloque una cara de barro de la que salían unos tubos hasta el primer piso. Tuvimos que explicar que era solo arte. Se fueron, pero nos dijeron que eso no se podía hacer», recuerda. También instalaron siluetas de madera pintadas en los balcones de los vecinos de la comunidad. «Algunos no nos dejaron. No volvimos a hacer algo parecido, ya que las casas son un lugar muy personal», explica.

Escaparates vivientes

Sus creaciones no solo fueron las protagonistas de 'El Cajón', ya que también albergó representaciones. «Solían estar hora y media ahí», precisa. Escaparates vivientes a través de los que se pudo observar al locutor Germán Lázaro dando un mitin, a un músico tocando el violonchelo o a un marionetista alemán «un poco loco». «Salió descalzo y se fue calle abajo. Tuvimos que ir a buscarle», recuerda entre risas. El poeta lebaniego Antonio Casares también tuvo su momento de gloria en el escaparate más animado de Bilbao. «Escribía en directo. Luego hacíamos fotocopias y las pasábamos por una trampilla que pusimos. Ya en la calle, gente con zancos repartía las hojas al público. Le salió una colección de poemas entera», cuenta.

Cuando Miguel y Pedro trabajaban mano a mano para dar forma a sus escaparates artísticos, las creaciones variaban cada dos meses. «Un nuevo proyecto da pie a un largo proceso de investigación y aprendizaje. Pasábamos gran parte de esos meses trabajando en él. Cuando lo terminábamos, para nosotros perdía el interés y nos poníamos a pensar en el siguiente», indica. Pero desde que Pedro está al frente del proyecto en solitario, se deja llevar: «No lo cumplo a rajatabla. He perdido hasta la cuenta de cuántos hemos hecho en total». Su obra más reciente la ha bautizado 'La búsqueda de la luz'. «Hago referencia a que no tenemos que buscar la luz fuera, sino dentro de nosotros», explica. Y, además, le ha salido el escaparate más barato de todos... y con diferencia: «He usado dos tizas y 20 gramos de pintura blanca. Hacer cosas con poco presupuesto es un reto».

Uno de los escaparates de Pedro.

En sus montajes, ha habido hueco para una amplia variedad de materiales, como gasas teñidas a mano por ellos, plastilina, estaño, paja, barro, musgo natural, papel de celulosa o hilos de nylon, entre una lista interminable que incluye libros, barras de pan o más de 1.000 cáscaras de huevos. «Solíamos poner un cartel en la puerta del taller y la gente nos traía lo que necesitábamos. En este último caso, una señora nos dejó cada día durante un tiempo la cáscara del huevo que se cenaba», recuerda entre risas. También necesitaron cazuelas y los vecinos se las llevaron: «Cada una con su etiqueta claro, porque luego había que devolvérsela al dueño». Además, incluían artículos que rescataban de la basura: «Salíamos a las noches a buscarlos. Una vez nos encontramos una ventanilla de un cine y la usamos».

Pedro en la entrada de su taller, situado en Alameda San Mamés. Mireya lópez

Un público entregado

Pedro se debe a un público entregado. «Un niño hacía que su padre cruzara de acera para ver el nuevo escaparate». De hecho, reconoce que cada día hay personas que tocan la puerta del taller para transmitirle la ilusión que le ha producido 'El Cajón'. «Tiene un hueco en los corazones de mucha gente», admite. Y recuerda especialmente una carta que recibieron en el buzón de críticas que tienen instalado en el local. «Nos escribió una señora unas Navidades para decirnos que pasaba por aquí cada día y que el cajón le animaba. Nos metió en el sobre 2.000 pesetas para que nos tomáramos algo», cuenta emocionado.

'El Cajón'. Mireya lópez

Pedro no para de imaginar. Últimamente se ha estado dedicando a elaborar la escenografía de 'Alderray', una obra de teatro del grupo Tartean que se estrenará el próximo 9 de marzo en el Teatro Arriaga. También ha invertido su tiempo e ingenio en dar forma a figuras de cartón y pintar retratos de orejas -una de ellas adorna las paredes de su taller-. Y no se olvida de las obras que ha creado a partir de una guitarra. «Me gustaría poder hacer una exposición con estas piezas», indica. Unos quehaceres entre las cuatro paredes de su taller que compagina con la obra que adornará 'El Cajón' en las próximas semanas. A sus 62 años, no tiene intención de dejar vacío este taller que tantas alegrías le ha dado: «Voy a estar aquí hasta que el cuerpo aguante».

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