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Elisa, la interiorista que pinta cuadros, abre su refugio creativo en Algorta. Nerea Moreno

Elisa, la interiorista que pinta cuadros, abre su refugio creativo en Algorta

Esta emprendedora ha creado un espacio luminoso y acogedor donde combina su pasión por la pintura abstracta y el interiorismo

Silvia Andrés

Miércoles, 15 de octubre 2025, 19:49

Durante años, Elisa Beltrán de Heredia soñó con tener un espacio propio. Un lugar con luz natural donde desplegar sus dos pasiones: la pintura ... abstracta y el interiorismo. No era solo una cuestión práctica, sino un deseo íntimo: encontrar un refugio que reflejara su forma de entender el arte y la vida. Ese sueño se ha hecho realidad con la reciente apertura de su estudio en el número 5 de la calle Villaondoeta, en Algorta. Más que un taller, este nuevo espacio es la extensión natural de su universo creativo y el punto de partida de una nueva etapa.

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Nerea Moreno

«Llevaba meses mirando locales, sin buscar demasiado, solo dejándome llevar. En septiembre del año pasado vi este y tuve esa sensación inconfundible de que era el lugar adecuado», recuerda. Elisa necesitaba un sitio para almacenar pedidos, recibir clientes o pintar sus cuadros sin que todo invadiera su piso de 30 metros cuadrados. «Trabajar en casa ya era inviable, empezando por los cuadros, que ocupan un montón de espacio», dice riendo. El local estaba cerca de su casa, algo que también le pareció una señal. «Cuando fui a visitarlo, entraba una luz preciosa; me acuerdo perfectamente. Me vi trabajando en este lugar. Mi madre estaba conmigo y me dijo: 'No lo dejes pasar'. Exactamente lo mismo que me dijo cuando compré mi piso. Y, como entonces, le hice caso», recuerda Elisa.

Nerea Moreno

A partir de ese momento, todo fue una pequeña locura. Elisa comenzó la reforma al día siguiente. «Me ha ayudado algún amigo. Estuvimos haciendo la reforma fines de semana, noches… En aquel momento trabajaba con dos obras a la vez y, muchas veces, después de trabajar, venía aquí a dibujar planos. Fue intenso, pero también muy bonito». Durante los meses siguientes, el espacio se fue transformando a su imagen: cálido, luminoso, sobrio y lleno de alma. «Cuando por fin terminé, me di cuenta de que había quedado justo como lo había imaginado. Es algo distinto a lo que suelo hacer, una mezcla entre estudio de interiores, galería y casa, pero sin parecer ninguno de los tres. Entro y siento paz. Estoy encantada».

Nerea Moreno

Nacida en Valladolid y afincada en Bilbao desde hace más de seis años, esta treintañera ha recorrido un largo camino hasta llegar aquí. Su historia con el arte comenzó muy pronto. Con apenas cinco años ya pintaba, y poco después empezó a fascinarse con las revistas de decoración. Entre los diez y catorce años asistía a clases de pintura, aunque más adelante se desvió temporalmente del camino artístico. «Me matriculé en Derecho, pero solo duré un curso. Necesitaba hacer algo que realmente me hiciera feliz», explica. Esa claridad la llevó a Madrid para estudiar Diseño de Interiores, donde redescubrió la pintura y su lenguaje más libre: la abstracción.

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Nerea Moreno

Suiza, Nueva York y Miami

Desde entonces, su trayectoria se ha desplegado entre la creación artística y los proyectos de interiorismo. Tras trabajar en estudios de Madrid y Bilbao, decidió emprender por su cuenta. «Quería trabajar a mi ritmo, ser dueña de mi tiempo», dice. Aquella decisión marcó un antes y un después, pero el verdadero impulso llegó mucho antes, gracias a la Beca de la Fundación Antonio Gala para jóvenes creadores, que obtuvo con solo 22 años entre más de 1.400 aspirantes. «Fue una experiencia que me cambió. Antonio Gala me dijo algo que nunca olvidaré: 'Tú no pintas con los ojos, pintas con el corazón. Tus cuadros necesitan tiempo'. Esas frases me enseñaron a vivir y a crear con calma». Ahora, sus cuadros están presentes en colecciones de Suiza, Nueva York y Miami, y, por supuesto, en casas de Bizkaia.

Nerea Moreno

Desde su apertura hace unos meses, Elisa ha convertido su estudio en su refugio y en un lugar de encuentro con clientes y amigos. «En mayo celebramos aquí un pequeño concierto para cuarenta personas. Fue muy especial. Ahora estoy pensando en organizar puntualmente talleres de meditación, nutrición…», explica. Además de un espacio de trabajo, el estudio es para ella una declaración de intenciones: la unión entre lo que crea y cómo vive. «He ganado calidad de vida. Aquí trabajo con luz natural, puedo moverme con libertad, recibir a mis clientes y tenerlo todo ordenado. Aunque es un arma de doble filo, porque nunca me quiero ir de aquí y, al final, acabas trabajando muchas horas», dice riendo.

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