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Edu cambia de vida y abre la única floristería de La Peña para que florezca el barrio
Este emprendedor, que siempre soñó con montar un negocio en el que vender flores y plantas, se ha mudado a esta zona bilbaína para crear 'delBOSQUE', un refugio verde con el que pretende acercar la naturaleza a los vecinos
Un jardín primaveral pintado por su hijo y que Eduardo Hurtado rápidamente puso en la puerta da la bienvenida a 'delBOSQUE', su nueva floristería, ... en La Peña. Es la única del barrio. Un refugio verde que aspira a convertirse en un punto de encuentro para los vecinos, que ya han empezado a llamar a Edu por su nombre. Nacido en Valladolid y criado en Tenerife, lleva media vida viviendo en Bilbao y casi un año en este barrio en el que ha encontrado su sitio. «Para mí estar en La Peña es una apuesta vital. Quería ponérselo más fácil al crío, que viene aquí a la ikastola. Y me ilusionaba trabajar a otro ritmo, más despacio, estando cerca de la gente. Los barrios se merecen negocios que los dinamicen y les den alma», reflexiona mientras corta unas ramas de eucalipto para María Jesús, del «bar de al lado, el Baserri». «Es encantadora, se jubila en diciembre, después de 44 años al frente con su marido», dice desde el número 59 de la calle Zamakola, en pleno corazón del barrio. «Al otro lado, tengo a Bego, que lleva dos décadas haciendo seguros de hogar a la buena gente», añade orgulloso.

Frente a la iglesia y el quiosco de la ONCE, sorprende a los viandantes una especie de jardín urbano lleno de macetas con plantas suculentas, cactus y hasta eguzkilores, que crecen delante de una bici roja antigua. Es la entrada a la floristería de Edu, un paraíso floral en el que este emprendedor también vende frutas y verduras, lámparas artesanales hechas con troncos recuperados de las playas y hasta pétalos comestibles. «¡Qué paz se respira aquí!', me dicen los clientes». Edu contribuye a ello, porque 'delBOSQUE' es un espacio ideado para mirar, tocar, oler, escuchar y conversar sin prisas. «Me gusta ir conociendo a la gente para saber qué tipo de planta se les da mejor, les intento asesorar todo lo posible. Me confían sus glorias y sus penas, y me hace feliz estar ahí para ellos». Pese a que abrió el Día de la Madre y solo lleva un mes, ya ha empezado a recibir los primeros encargos. «Estoy haciendo ramos de novia para varias vecinas y hasta un jardín memorial para una asociación del barrio».

Edu estudió Bellas Artes y trabajó durante muchos años en el mundo del arte contemporáneo, pero siempre le ha fascinado la naturaleza. En el jardín de su infancia, el que tenían sus padres en el patio de su casa de Valladolid, se enamoró de las higueras y las enredaderas. En su adolescencia «tropical» en Tenerife, descubrió un paisaje natural «más salvaje». Y ya de adulto, tuvo un piso con jardín en pleno Casco Viejo, en la calle Ronda. «Cuidar de ese espacio me cambió la vida. A mí siempre me ha gustado que las plantas tengan un crecimiento más silvestre, dejar que se comporten tal y como son. Y ese jardín tenía ese punto, era muy selvático, muy verde».

Este emprendedor huye de la floristería tradicional «de rosa roja y paniculata blanca». En 'delBOSQUE' se pueden encontrar plantas tropicales «sencillas de cuidar», suculentas y cáctus especiales, una colección de bonsáis y hasta kokedamas, que son plantas en la que se ha sustituido el tiesto por un 'macetero viviente' en forma de bola y recubierto de musgo. Nunca faltan las orquídeas, por las que siente debilidad. Y también ofrece flores secas, preservadas y de temporada, la mayoría cultivadas en Bizkaia. «La gente siempre me pregunta trucos para que les duren más, pero les intento transmitir que su belleza radica en que son efímeras, representan el aquí y el ahora, así que hay que disfrutarlas en el momento», dice este apasionado del arreglo floral japonés que siempre soñó con abrir una floristería.
Tallares florales
Edu quería que los vecinos pudiesen disfrutar del placer de tener flores frescas en casa, así que hace pequeños ramos por siete euros. Y también organiza talleres para transmitir sus conocimientos y crear comunidad. El próximo es este mismo lunes 2 de junio sobre sus adoradas orquídeas. «Es bonito ver que se construyen relaciones entre personas que solo se conocían de vista». Además, ha hecho un hueco especial en su floristería a pequeñas marcas artesanas que comparten su filosofía. Allí se pueden encontrar las velas que hace Irene Río en su tienda-taller de Bilbao La Vieja y las lámparas impresas en 3D que crea el arquitecto jerezano José Real en su casa de Santutxu.

Además del dibujo de su hijo, Edu ha colgado en la floristería el poema que le hizo Julen, un vecino del barrio, nada más abrir. «Lo voy a llevar a enmarcar, porque es un regalazo. La gente está siendo encantadora», dice. De momento, trabaja solo, pero se ha echado un buen ayudante. «A mí hijo le encanta coger los restos de flores que caen al suelo y hacerse sus ramos. Estamos felices y me siento tranquilo, en paz. Es un proyecto de día a día, de hormiguita, de hacer barrio, con honestidad y honradez, desde lo chiquitito».
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