«A la moda debería pesarle más ser la segunda industria más contaminante»
Reconoce que la sostenibilidad dispara los costes de producción y los precios de las prendas pero advierte de que «no queda otra alternativa»
Natalia Culebras se siente a gusto con sus sandalias de Balenciaga combinadas con calcetines de la misma marca, rival de la firma para la que ... ella trabaja desde hace casi 17 años. «Desde pequeña he tenido un sentido estético bastante particular», concede. La madrileña podría pasar por una turista extranjera más de paso por Bilbao, si no fuera porque incorporó la sostenibilidad a la división masculina de Dior. Ha conseguido renovar el denim y la camisería, pero, sobre todo, concienciar a la industria del lujo de la necesidad de trabajar con una mayor ética, pese a reconocer que esta estrategia encarece, a corto plazo, los costes de producción y dispara un 40% los precios de las prendas. Forma parte del jurado que hoy falla la novena edición del concurso de creadores emergentes, el más importante del mundo, promovido por la plataforma Bilbao International Art& Fashion (BIAAF).
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- ¿Lujo y sostenibilidad son compatibles?
- Sí, porque la sostenibilidad se puede enfocar desde muchas perspectivas.
- ¿Cómo cuáles?
- Cada marca debe establecer un diálogo sobre lo que es y qué desea ofrecer. En Dior hemos buceado en todos los archivos históricos de la casa. Las marcas de lujo son las que tienen dinero para protagonizar este cambio.
- Pero la moda necesita vender.
- Sí.
- Y, además, vender mucho.
- Por eso hemos empezado desarrollando tejidos diferentes para los clientes más exclusivos de la firma que consumen piezas muchísimo más caras.
- ¿Les pesa ser la segunda industria más contaminante del mundo?
- Nos debería pesar más. Como has dicho, las marcas quieren vender y dar una buena calidad, pero siempre vender y vender, a toda costa. Pero, como consecuencia del cambio climático y las obligaciones impuestas por ley, no les queda otra que cambiar. Es un poco tarde, pero siempre mejor tarde a no hacer nada. La industria no tiene conciencia suficiente de las cantidades que venden.
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- También los clientes podrían echar el freno.
- Hay demasiados artículos para el tiempo que tenemos de consumir.
- ¿Se pueden crear productos con menor impacto ambiental?
- El menor impacto ambiental sería comprar menos.
«Vestirme es lo más divertido que hago cada día. Soy una persona diferente sin dejar de ser yo»
- ¿De qué vivirían entonces?
- Se puede producir de una forma diferente y apostar por la reutilización. Se hacen colecciones muy grandes, pero los clientes deberían consumir de una forma más responsable.
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- Dirige la sección de denim, que es la que más agua necesita. Hacer un vaquero implica el empleo de miles de litros.
- Hace 5 años, cuando vino Kim Jones (director creativo de Dior Men), aproveché que teníamos que cambiar toda la línea y tomé conciencia de que se podía hacer mejor. Investigué un poco...
- ¿Y?
- Me di cuenta de que estábamos muy atrasados, que había que echar mano de la tecnología.
- ¿Qué pasó?
- Descubrí que la tecnología permitía cosas que desconocía como diseñadora. Contacté con Jeanologia, una empresa de Valencia que trabaja el láser, y allí me fui. Cuando te explican que utilizan ozono y cómo hacer los lavados... Pasé de utilizar 13.000 litros de agua para hacer un pantalón a gastar... ¡un vaso de agua!
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- ¿Solo?
- A mí no me gustaba nada lo de los láser y pensaba que con esos lavados no quedarían auténticos. Trabajando junto a las empresas que hacen las telas y las más avanzadas en tecnología logramos hacer un producto mejor.
«Sin bajar la calidad»
- El 96% de algunas colecciones que hace ya son sostenibles.
- Nadie te lo impone, pero es cuestión de conciencia. Es como cuando separamos la basura en casa, ¿no?
- ¿La sostenibilidad dispara los precios y costes de producción?
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- Absolutamente. Sí, sí.
- ¿Un problema más, no?
- Colaboramos con Parley for the Oceans, una ONG que elabora tejidos a partir de hilos de fibras de plástico reciclado y rescatado del mar. La clave pasaba por transformar todo ese plástico en un tejido de gran calidad. En marcas como Dior no cabe otra. Decíamos 'hay que hacer moda, pero un tejido sostenible no tiene por qué repercutir en la calidad'.
- ¿Qué sucedió?
- La primera colección nos costó un 40% más y, claro, hubo un miedo enorme. El CEO decía 'esta es una apuesta muy grande, puede salir bien o puede salir mal, pero, venga, vamos a probar'. Había miedo también a que dentro de la compañía nos señalaran con el dedo por lo que hacíamos.
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- ¿Por qué?
- Pensábamos en la sostenibilidad, pero también en que había que mantener los estándares de calidad. Arriesgamos...
«Me basta un vaso de agua para hacer unos vaqueros, cuando antes necesitaba 13.000 litros»
- ¿Y ganaron?
- Sorprendentemente, el impacto fue súper bueno. Toda la colección se vendió en unos días, pese a costar un 35% más.
- ¿Han rebajado los precios?
- Sigue costando más pero no tanto como hace unos años. Si educas al cliente, él también quiere participar de esta cadena, que es algo más que 'eco-friendly'.
- ¿Qué sintió en 2007 cuando la reclutaron para Dior Men?
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- Acababa de graduarme en Amberes y sentí una enorme responsabilidad. También pensé 'me acaban de coger aquí, a ver cuánto tiempo duro'.
- Lleva ya casi 17 años.
- Me siento muy privilegiada. Me gusta disfrutar de la moda. Lo más divertido que hago todos los días es vestirme. Me permite ser otra persona sin dejar de ser yo.
- Se ha especializado en denim y camisería. ¿Hay algo más original y complejo que una camisa blanca?
- La forma del cuello, los volúmenes, la talla del puño, la calidad de la tela, la distribución de los botones... Todas son iguales y todas son distintas, ¿no?
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