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La interiorista Raquel González ha transformado este piso de los años 70, ubicado en el corazón de Algorta y con vistas a la playa de ... Ereaga, en una vivienda actual, alegre y luminosa, perfecta para disfrutar en familia. «Hemos creado un hogar muy especial gracias a que los clientes son atrevidos y nos han dado libertad para jugar con colores y texturas», cuenta Raquel, que fundó su estudio homónimo hace una década. Pese a que se trata de un piso grande, con 150 metros cuadrados, su distribución no satisfacía las necesidades de los propietarios, una pareja con tres hijos que necesitaba cuatro dormitorios, uno más. Además, la cocina estaba demasiado alejada del salón-comedor y ellos querían disponer de una zona de día semiabierta para disfrutar todos juntos. Pese a las dificultades iniciales, Raquel ha logrado invertir el plano original y crear una vivienda mucho más actual y funcional.
El mayor reto ha sido separar la zona de noche de los hijos (con tres habitaciones y un baño) de la del matrimonio para dar un punto de privacidad a ambas partes. «La inspiración creativa llega muchas veces en el lugar y el momento más inesperados, así que después de darle mil vueltas a cómo sacar cuatro dormitorios de donde solo había tres, la distribución ideal se me ocurrió en un aeropuerto camino a Barcelona», reconoce la interiorista. Decidió ubicar la cocina en medio de la casa, abierta al salón-comedor; y repartir los dos extremos de la vivienda en «zona de padres y zona de hijos». «La de los niños ha quedado a la izquierda de la entrada y la de la pareja en el extremo opuesto, junto a la zona de día. De esta manera, los hijos pueden entrar y salir de casa sin molestar ni tener que pasar por la zona de día. Una solución muy cómoda en familias con adolescentes», explica.
El gusto exquisito, las inquietudes artísticas y el amor por las piezas antiguas recuperadas de la propietaria han sido las claves para conseguir una decoración ecléctica y personal, con mezclas atrevidas y combinaciones arriesgadas. Una de las grandes apuestas ha sido la mezcla de papeles pintados y textiles que recorre la vivienda, partiendo de una carta de color inspirada en el tono verde azulado empolvado de la cocina, al que se ha añadido el dorado en aplicaciones y accesorios y toques mostaza en los textiles. Las molduras clásicas de escayola o la maravillosa chimenea de mármol son otros de los detalles que forjan el carácter de esta casa desenfadada y relajada, pero con un punto decorativo sofisticado.
Desde el hall se accede directamente al salón-comedor, comunicado mediante puertas correderas de cristal; y, a la izquierda, a las habitaciones de los hijos. Desde el primer momento, saltan a la vista las molduras, las cornisas y los baquetones en techos y paredes, escogidos meticulosamente para el proyecto y repartidos por toda la vivienda. La propietaria quería aprovechar alguna de las piezas de mobiliario que tenía, como el espejo y la cómoda estilo Louis XVI en madera de nogal, que ahora presiden el recibidor junto a una maravillosa lámpara de Manises, adquirida en un anticuario con el asesoramiento de Raquel.
La zona del salón-comedor se ha distribuido en tres espacios abiertos: zona de estar, zona de chimenea y comedor. La nueva chimenea de mármol ha ayudado a crear un ambiente contemporáneo que encaja a la perfección con las piezas clásicas del mobiliario. A nivel decorativo, se ha jugado con los colores mostaza y el azul verdoso empolvado, que predominan en toda la vivienda.
En la librería de madera, se han incluido piezas de cerámica blanca de la Navà para dar ligereza al conjunto. En el salón, destaca el cuadro sobre el sofá, los cojines y la lámpara de sobremesa de cerámica de Manises, que incluye pantalla con toque en negro y marrón, a juego con la butaca y la chimenea. Otras de las piezas de la clienta que se han actualizado han sido la mesa auxiliar tipo velador y las butacas retapizadas con un estampado Cavalier muy en tendencia, de Pepe Peñalver.
Una de las peculiaridades de la zona de día es la curva del muro que conecta el salón con el comedor. «Nos acogimos a la tendencia actual de la curva para aportar un toque contemporáneo y, como no hay más elementos curvos destacables en el mobiliario ni la decoración, decidimos hacer un guiño a esa curva en la perfilería de madera de los cerramientos», explica la interiorista.
La mesa de comedor y la vitrina de madera lavaba se han acompañado de sillas tapizadas que aportan textura y calidez, pero son las dos lámparas Kyoto sobre la mesa las que adquieren todo el protagonismo. Pequeños detalles como el arreglo floral, situado en el centro de la mesa y creado por la floristería Garden & Nostalgia, ayudan a acentuar la simetría de las piezas de mobiliario del comedor. «Se ha añadido varias ramas secas para crear líneas sinuosas siguiendo las líneas curvas de la carpintería y las formas orgánicas de las lámparas», cuenta Raquel. El diseño de las puertas correderas, de cristal y con perfilería muy fina, ayuda a maximizar visualmente el espacio reducido del comedor conectándolo con la cocina.
En cuanto a la cocina, la clienta buscaba reflejar la esencia del estudio de Raquel González: el uso del color y la mezcla de papeles pintados y textiles. Se escogió un color verde azulado empolvado para los muebles lacados de la cocina, que ha sido el hilo conductor que ha marcado la decoración en el resto de la vivienda. Distribuida en U con una península central, se ha equipado con muebles bajos y módulos de columna en las paredes enfrentadas para aligerarla. La isla permite una zona de apoyo y de desayuno con taburetes, comunicada con el salón-comedor mediante puertas correderas, además incorpora cerramientos de cristal que delimitan también el pasillo.
Desde la zona de estar se accede a una pequeña terraza en la que disfrutar de las vistas a la playa de Ereaga. Para el pavimento, se ha escogido una cerámica de aspecto madera que sigue la estética del interior. Además, se ha diseñado un banco corrido para aprovechar el espacio. La mesa y las sillas de exterior las ha diseñado la interiorista.
El aseo de cortesía destaca por el factor sorpresa que consigue tanto el llamativo papel pintado como la original pila de cerámica con grifos de estética retro dorados, un diseño inspirado en los fregaderos americanos de hierro fundido de principios de siglo.
El dormitorio en suite se ha ideado como si fuese un apartamento solo para la pareja. Un armario empotrado y diseñado a medida con molduras recorre toda la habitación y las dos paredes del vestidor para conseguir el máximo espacio de almacenamiento. En cuanto a los textiles, se han combinado rayas y cuadros negros con mostaza, en contraste con las molduras clásicas de paredes y techos. El color mostaza se ha arrastrado desde la zona de día hacia la suite principal para seguir una misma línea decorativa en toda la casa.
El vestidor se separa del dormitorio por un tabique abierto a ambos lados, decorado con un gran cuadro por la parte del dormitorio y un gran espejo antiguo, heredado por los propietarios, en la zona del vestidor que ayuda a ampliar visualmente el espacio y potencia la luz natural que entra por los dos ventanales. La butaca del vestidor, una de las piezas antiguas de la clienta, se ha decorado con un cojín de color negro, buscando el efecto inverso que en la butaca del dormitorio, tapizada en negro y con el cojín amarillo. Las cortinas se han confeccionado con una tela de caída elegante en tono neutro con un filo negro a juego con los acabados y la tapicería de la suite.
En el baño principal, en los mismos tonos que el dormitorio, destaca el suelo de madera, el papel pintado con estampado dorado y una amplia ducha de porcelánico con grifería también dorada.
El dormitorio de uno de los hijos destaca por sus molduras y sus piezas de arte. El aplique de lectura de la pared, adquirido en un anticuario, aporta personalidad y un toque 'vintage' a la habitación.
El dormitorio del otro hijo destaca por la combinación y fusión del estampado del papel pintado y los textiles de James Malone, en los mismos colores que el resto de la casa. La mesita de noche y la lámpara son piezas recuperadas de la clienta.
El baño de los hijos, con cierto aire 'boho chic', se ha diseñado como un espacio con personalidad propia dentro de la vivienda. La pasión de la propietaria por los suelos hidráulicos llevó a la interiorista a incorporarlos en esta estancia, eligiendo un diseño en verde azulado empolvado que conecta con la paleta cromática predominante en la casa. Combina con el mueble lacado y el revestimiento cerámico geométrico de la zona de la ducha. Además, destaca el papel pintado de sisal natural en un matiz similar al fondo del suelo, y el friso de madera lacada en blanco en la zona del lavamanos.
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