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«Madre de dos hijos maravillosos y un perro llamado Pancho. Interiorista desde hace 30 años». Así se presenta Begoña Susaeta, alma mater de SuBe Interiorismo, en su cuenta personal de Instagram. La carismática interiorista vizcaína, que lo mismo diseña casas con un estilo muy reconocible que se ríe de sí misma en sus divertidos vídeos en las redes sociales, nos abre las puertas de su nuevo hogar. Una vivienda de 240 metros cuadrados y una sola planta ubicada en Neguri en la que vive con sus dos hijos, Jaime y María; y su nieta Mafalda, que cumplirá dos años en agosto. Eso sí, también es el rey de la casa su inseparable Pancho, acostumbrado a adueñarse del sofá y campar a sus anchas por el jardín.
Begoña vendió hace tres años el adosado de cuatro plantas, ubicado en Santa María de Getxo y en el que vivió junto a su familia durante dos décadas, para mudarse a una vivienda más «práctica y accesible». «Yo ya buscaba una casa de una sola planta, un bajo con jardín, para no tener que estar subiendo escaleras». Con más de 600 proyectos de decoración y diseño de interiores a sus espaldas, Begoña buscaba aunar funcionalidad y estética en una vivienda de «estilo contemporáneo con toques clásicos». «Mi casa actual se parece mucho a la anterior, porque en el fondo soy conservadora y me llevé muebles, adornos, recuerdos familiares...», detalla.
Desde las paredes de su nuevo hogar ha querido hacer un homenaje a dos personas queridas que ya no están. «En el salón, he colgado el cuadro que me hizo mi amiga Carmencita por mi 40 cumpleaños y, en las habitaciones, los de mi suegro, que pintaba como los ángeles. Tengo uno suyo en mi casa de Marbella que me lo ha querido comprar mucha gente, uno que hizo de una puerta de La Alhambra. Me han dicho que me daban lo que fuese, pero nunca lo venderé», asegura esta emprendedora entusiasta y cercana que fundó en 2005 SuBe Interiorismo a partir de otra firma nacida siete años antes.
Entrando desde el jardín, destaca el salón-comedor, presidido por una chimenea, un gran espacio abierto y comunicado con la cocina por puertas correderas de cristal, favoreciendo la amplitud y la fluidez entre estancias. Para ello, ha tirado los tabiques que había para distribuir la vivienda en función de su gusto y necesidades. Además, ha combinado piezas nuevas con muebles antiguos, que siempre aportan mucho carácter. «La cómoda y el buró del salón los compré en anticuarios. Y la mesa de comedor la cogí hace muchos años en Becara. Quería otra igual, pero ya no tenían, así que me mandaron a un taller, que me hizo una muy parecida, así las puedo separar para comer solo nosotros o juntarlas para que venga toda la familia», explica.
El diseño de su vivienda gira «en torno a una cuidada iluminación, que siempre es lo más importante en cualquier proyecto». «No se trata de poner 500 focos, sino de saber dónde colocarlos. Y, además, con una temperatura de color agradable para generar una casa cálida», precisa.
Una de las estancias más especiales es la cocina, que cuenta con muebles de madera lacados en blanco y una gran isla central, con encimera de mármol negro de Markina, que incluye la zona de cocinado y el fregadero, además de una barra de desayuno. La interiorista ha revestido las paredes de la cocina con un papel pintado de cuadros grises. «Quería que las puertas correderas fuesen de madera negras y que las jambas fuesen blancas, a juego con el rodapie y los muebles. La combinación aporta un toque elegante, además el negro es un color que nunca pasará de moda».
La zona de día cuenta con un aseo de cortesía, en el que llaman la atención no solo el papel pintado con formas geométricas, sino también las piezas escogidas por la interiorista para decorar la estancia, como el espejo dorado de estilo barroco y el mueble de madera recuperada. «La gente no se atreve a meter este tipo de papeles en baños tan pequeños, pero yo siempre les animo y luego es lo que más les gusta de toda la casa», cuenta.
En la zona de noche, destaca su dormitorio, que cuenta con un baño semiabierto, una bañera exenta y un vestidor. «Al entrar en la habitación, ves directamente la encimera del lavabo, pero tanto la ducha como el inodoro van en su cabina independiente. Para separar el baño, diseñé una mampara con palillería en blanco que incluye un espejo a ambos lados. Y la bañera es uno de esos antojos que una tiene y que después no van a ninguna parte. No la uso todo lo que quisiera, porque cuando te metes dentro no sabes cuándo vas a salir, te atrapa», ríe.
La vivienda tiene otros tres domitorios -los de sus dos hijos y el de su nieta-, cada uno de ellos con baño integrado en un concepto semiabierto. «A mi hijo le encanta pescar, así que encargué al pintor pamplonés Iñaki Pardos los tres cuadros de peces de la pared del cabecero. Y como mueble de lavabo, le puse uno gris de la otra casa al que tengo mucho cariño». En todos los dormitorios, ha recurrido a tonos cálidos, que favorecen el descanso y la relajación. «Todos están revestidos con papel pintado, porque me encanta. Aunque sea con un pequeño dibujo o con textura, siempre aportan calidez y visten mucho».
Para el dormitorio de su nieta, más pequeño que el resto, trajo una cama barco antigua que tenía en la casa anterior. «La verdad es que es muy buena, me enseña muchas cosas. Mi hija la llamó Mafalda porque le gustaba, pero casualmente siempre ha sido mi cómic favorito, leía cada uno 20 veces. De hecho, mi hermana y yo íbamos todo el viaje hasta Marbella riéndonos del mismo chiste», recuerda.
Una de las joyas de la vivienda es el jardín, de 65 metros cuadrados y con tres espacios diferenciados: un porche techado con zona de comedor, una zona de estar con hamacas y otra pensada para el descanso, protegida por un toldo, con un par de sofás. «Una de las singulares del jardín es el gran magnolio que hay en medio. Le puse unas luminarias de exterior y de noche tiene su gracia, porque parece un arbolito de Navidad con unas tulipas gigantes».
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