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El 25 de febrero la vida de Cristina Divar y Ahmed R Hil dio un pequeño giro. Lo que para ella era una celebración de ... aniversario, se convirtió en una pedida de mano que se hizo viral con una espectacular puesta en escena romántica en la playa de Ereaga de Getxo. «En un año tendremos la boda, también de película, pero esta vez entre las dunas del desierto», declara Cristina. Ahmed lo tenía todo preparado, contrató a una empresa que encontró en una red social y sacó adelante el plan. Ni el mal tiempo pudo con su determinación.
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«La chica de la empresa me dijo que no sabía si iba a salir el plan porque llovía. Yo estaba muy nervioso», recuerda Ahmed. La novia ni se imaginaba lo que la esperaba. «A mí me engañó, era nuestro aniversario y me dijo que me pusiera guapa. Tomamos algo y después me dijo que tenía que ir a Getxo que había comprado algo por Wallapop», cuenta Cristina, que en ese momento no sospechaba nada. A punto estuvo, de hecho, de fastidiar el plan en un par de ocasiones.
«Yo no paraba de decirle que nos acercáramos en coche a dónde habíamos quedado y él me decía todo el rato que no, que fuéramos andando», rememora ella. No se dio cuenta de que su chico echaba mano nervioso a su bolsillo, donde durante todo el día llevó el anillo. «No sé cómo no me di cuenta de lo que tramaba», prosigue con la historia Cristina.
Cuando llegaron al punto en el que habían quedado con el vendedor llegó la primera sorpresa, cuando él le tapó lo ojos. «Ya sabía que no había Wallapop. Me di cuenta de que algo estaba tramando, pero imaginé que sería algún detalle por el aniversario, no una pedida de mano», explica la novia.
Ahmed la hizo caminar por la arena. Ella, «con tacones y con los ojos cerrados», se concentraba en no caerse. Cuando su chico le destapó los ojos y.... «Aluciné, me temblaba todo, casi le mato, menos mal que hacía mal tiempo y no había mucha gente en la playa». A sus pies, una alfombra roja flanqueada por decenas de rosas. Cristina estaba superada por las emociones y «no sabía qué decir». Caminó hacia donde le esperaba Ahmed, en un corazón hecho con luces sobre la arena. Ya solo faltaba el broche final, el 'sí quiero': «No me salían las palabras, pero lo tenía claro. Le dije: por supuesto».
El altar les espera. Será dentro de un año y ya lo tienen todo pensado. «Será en su país porque para mí es lo más bonito que hay, tener una boda de película. Lo que siempre he querido. Él procede de una zona de desierto, todo lleno de dunas. Una preciosidad absoluta. Ya tenemos una pequeña idea de cómo encajar todo», narra Cristina entusiasmada. «Lo malo va a ser pagar el viaje a los amigos y familia para que bajen», aventura.
El suyo es un amor de película. Comenzaron a salir el mismo día que se conocieron. Un flechazo de manual. Aquel día Cristina no estaba pasando un buen momento, pero su mejor amigo la convenció para salir y desconectar un poco. Curiosamente, Ahmed tampoco tenía muchas ganas de juerga. «Nos juntamos dos almas en pena», dice la joven. Coincidieron en una discoteca y comenzaron las miradas. De nuevo la intervención del amigo de Cristina. «Le hizo señas a Ahmed para que se acercará a hablar conmigo». Comenzó todo. «Yo le miraba a él; él me miraba a mí... así surgió toda la historia». Llevan juntos un año.
Cristina tiene un local en Santutxu con una socia. Ahmed encontró empleo en otro local, en el mismo barrio, gracias a la ayuda de su novia. «Nos separa una calle, estamos muy cerca y aunque trabajemos en hostelería nos vemos bastante», aclara contenta Cristina. Su futuro marido se ríe y dice entre bromas que ella le consiguió el trabajo «hace ocho meses para tenerme controlado». Vivían en Bilbao, pero un piso de protección oficial hizo que se mudaran a Gallarta. «Está un poco más lejos, pero la calidad de vida es impresionante». Han conseguido cuadrar horarios y días libres «para poder aprovecharlos un poquito».
Divar reconoce que el momentazo de playa le hizo sentir algo de vergüenza, pero también sintió que se cumplía un sueño de niñez. «Yo quería que el día que alguien me pidiera la mano fuera así, con globos, con flores, luces y la playa». De hecho, le había dejado alguna que otra pista a Ahmed en forma de vídeos de diferentes pedidas de mano. Él pilló las 'indirectas'. «Se ve un poquito cursi, pero ¿a quién no le gusta llegar a la playa y ver ahí todo eso, sabes? Queda muy bonito».
Trabajan de cara al público, así que la pareja es muy conocida en Santutxu. Por ello, no son pocos los que les han visto en el vídeo viral: «Hola famoso», le dice la clientela a Ahmed cuando van a su bar. «Incluso gente con la que no he hablado nunca, pero me ha visto en redes», dice. Ella cuenta entre risas que es algo más afortunada en ese sentido porque la clientela de su bar «es más mayor y no tiene redes sociales». Aunque no todos. Entre los asiduos a su bar están los dueños de una tienda de flores cercana. «Los quiero muchísimo. Ellos se han encargado de difundir mi vídeo y de vacilarme». La repercusión ha sido tanta y tan rápida que algunos familiares y amigos se han enterado que se casaban por las imágenes: «No nos dio ni tiempo a contárselo». Ahora a preparar la boda.
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