El artista que deseaba 'cantar' con su vestuario
Debutó en el mundo de la ópera como diseñador de 'Erwartung' en Milán y se hizo valer con su estilo minimalista y elegante
La relación entre Armani y la ópera fue muy estrecha y apacible. Nada salía de tono en su trabajo. El diseñador de Piacenza hizo valer ... su estilo minimalista y elegante en los escenarios operísticos más prestigiosos del mundo. Su primera incursión se remonta a 1980, cuando diseñó el vestido de la soprano Janis Martin, protagonista de la escalofriante 'Erwartung' (Espera), de Schoenberg. Es una obra atonal, de corte expresionista, que termina con un hombre mudo y cubierto de sangre. Si bien no parece la mejor ópera para dar rienda suelta a la belleza, la inspiración de Armani era autosuficiente.
Se bastaba y sobraba para brillar. Sin darle muchas vueltas, concibió un traje voluminoso y floreado que no solo causó buena impresión entre los aficionados a la lírica, sino que recibió la aprobación de los entendidos en el mundo de la moda. Aquella experiencia sentó las bases de una colaboración con el mundo de la escena que le hizo codearse con lo más granado de la lírica. Uno de sus éxitos más sonados lo compartió en 1995 con Jonathan Miller, que estaba preparando un montaje de 'Così fan tutte', de Mozart, en la Royal Opera House de Londres y... no tenía dinero para el vestuario.
Al director de escena no le quedó más alternativa que llamar a su amigo Giorgio. La imaginación y gusto del diseñador italiano eran bazas seguras. No le costó plantear trajes contemporáneos y sin artificios, perfectamente alineados con la visión de Miller que traslada la acción del siglo XVIII a la actualidad. Toda la trama gira en torno a un cambio perverso de parejas que alimenta el resentimiento y la amargura. Armani gozó tanto con la experiencia que se prestó a proporcionar un vestuario totalmente nuevo para la reposición del espectáculo. «No quiero mostrar la colección de la temporada pasada», razonaba un artista que nunca dejó de explorar nuevos territorios.
Lo mismo abordaba el tremendismo y furia patológica de 'Elektra' (1994), de Richard Strauss, que el romanticismo decadente de 'Los cuentos de Hoffmann' (1995), de Offenbach. No tardó en ganarse el respeto de maestros de la talla de Giuseppe Sinopoli y Riccardo Chailly. Llegó a entusiasmarse tanto con la lírica que le hacía ilusión «cantar con el vestuario operístico». Era lo que soñaba. Lo imposible en apariencia. Entre sus ídolos destacaba Maria Callas, la soprano que hizo de la lírica una experiencia que arropaba y se abrazaba al cuerpo como una segunda piel. Era directa y efectiva. Igual que Armani.
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